Si por un milagro la ciencia lograse producir un clon del naturalista danés Peter Lund, fallecido hace 123 años en suelo brasileño, esa réplica actual del pionero de los estudios arqueológicos y paleontológicos en Lagoa Santa contaría ahora con una gran ayuda para localizar con precisión las decenas de sitios prehistóricos presentes en la referida región del estado de Minas Gerais, vecina a Belo Horizonte. Con la ayuda de aparatos denominados GPS (Sistema de Posicionamiento Global), que suministran vía satélite las coordenadas geográficas exactas de cualquier punto del globo, un equipo liderado por el arqueólogo Walter Neves, del Instituto de Biociencias de la Universidad de São Paulo (IB/ USP), determinó – y corrigió, en los casos en que se hizo necesario – la ubicación de 100 sitios prehistóricos situados dentro del Área de Protección Ambiental (APA) Carste de Lagoa Santa.
El término carste se utiliza para designar al peculiar relieve de la región, con la presencia saliente de roca calcárea, que generó la formación de macizos, paredones y depresiones cerradas. Este tipo de paisaje lleva al surgimiento de lagunas temporarias, cavernas y abrigos bajo las rocas, lugares que sirvieron apropiadamente como albergue para asentamientos humanos prehistóricos. No por casualidad, el más antiguo fragmento de esqueleto humano hasta ahora encontrado en las Américas, el cráneo de cerca de 11 mil años apodado como Luzía, salió precisamente de las entrañas de Lagoa Santa.Desde el punto de vista legal, la mayoría de los sitios se encuentra en propiedades particulares, dentro del APA, que se extiende parcialmente por los territorios de seis municipios: Pedro Leopoldo, Matozinhos, Prudente de Morais, Vespasiano, Funilândia y Lagoa Santa, y abarca la totalidad del área de Confins.
También se confeccionó una versión más técnica del mapa, para orientar el movimiento de los científicos en esa región arqueológica, que ocupa un área de 363 kilómetros cuadrados, alrededor de cuatro veces menor que el municipio de São Paulo. Para divulgar el patrimonio arqueológico entre la población local, se enviaron tres mil copias de la carta geográfica simplificada a las escuelas de Minas Gerais. “Con este mapa cualquier persona logra visualizar la enorme concentración de sitios arqueológicos existente en la zona”, comenta Neves. “La sociedad debe saber acerca de la importancia de Lagoa Santa para la prehistoria de Brasil y de las Américas. Solamente así se va a comprometer con la preservación del área”. La impresión y la distribución de los mapas escolares fue costeada por la empresa Camargo Corrêa Cimentos.
Casi todos los sitios prehistóricos se encuentran en áreas de planicie, a orillas o cerca de ríos y lagos, puesto que el acceso fácil al agua era – y aún sigue siéndolo – una necesidad para a supervivencia de las poblaciones. El mayor número de éstos (51) se encuentra en abrigos debajo de la roca; otra parte significativa (47) está en lugares a cielo abierto, y dos se esconden en el interior de cavernas. Alrededor de 30 de los 100 sitios catalogados fueron descubiertos en los dos últimos años por investigadores que participan del proyecto temático de la FAPESP coordinado por Neves, quien planteó una nueva teoría sobre la llegada del hombre a las Américas con base en la existencia de Luzía y otros cráneos humanos antiguos descubiertos en la región de Lagoa Santa.
Gran parte del trabajo de actualización y perfeccionamiento de la localización geográfica de esta centena de lugares ricos en material prehistórico fue llevada a cabo por Luís Beethoven Piló, de Minas Gerais, uno de los miembros del Laboratorio de Estudios Evolutivos Humanos del IB/ USP, encabezado por Neves. “Tuve que entrar en todos los sitios para determinar las coordenadas”, comenta Piló, que recurrió a mapas, libros, escritos y testimonios de habitantes de la región en busca de los escondrijos de material arqueológico. “En algunos casos, las informaciones no coincidían; por eso tuve que dejar de lado algunos lugares”. Algunos sitios conocidos, como Lapa Vermelha de Lagoa Santa, en los cuales había esqueletos humanos y pinturas rupestres, no constan en el relieve cartográfico, puesto que fueron destruidos por trabajos ejecutados por empresas mineras.
Mamíferos gigantes
Si se juntan los hallazgos de sus antiguos sitios con los de los nuevos, el área de Lagoa Santa brinda un hermoso pantallazo acerca de cómo fue la vida cotidiana en aquellos parajes hace entre mil y 11 mil años, período en el que se ubican los huesos, objetos y dibujos descubiertos hasta ahora en la región. En el transcurso de los últimos 170 años, investigadores – y algunos aventureros- encontraron allí desde pinturas rupestres, puntas de proyectiles de cuarzo y cerámicas hasta huesos de mamíferos de la megafauna extinguida, como el perezoso terrestre gigante, y restos de 250 esqueletos humanos. La región ingresó al escenario mundial de la arqueología como resultado del trabajo de Peter Lund, que se mudó a Brasil en 1833. Durante más de una década, ese explorador nórdico se internó en centenas de cavernas y grutas de la región. Casi la totalidad de su colección de descubrimientos -más de 12 mil piezas, incluyendo un conjunto de cráneos del entonces denominado Hombre de Lagoa Santa- se encuentra actualmente en Dinamarca, la patria del naturalista.
En Lapa do Sumidouro, uno de los dos sitios calificados como cavernas en el mapa del equipo de la USP, Lund notó que el ambiente, impenetrable para la luz, sirvió de cementerio prehistórico. “Lund encontró 30 esqueletos humanos cerca de huesos de mamíferos de la megafauna”, afirma Piló. Este hallazgo llevó al naturalista a formular la hipótesis de que el hombre y esos animales prehistóricos fueron contemporáneos, en un reto a la concepción clásica, que indica que esos enormes mamíferos desaparecieron antes de que el Homo sapiens llegara a las Américas. La teoría de Lund fue confirmada en abril de 2002. La edad de un fragmento de costilla de un perezoso terrestre de la especie Catonyx cuvieri, exhumado en un sitio paleontológico conocido como gruta Cuvieri, fue fijada en 9.990 años, mediante la realización una prueba de carbono 14. A esa altura de la Prehistoria, tal como lo atestiguan Luzía y sus conterráneos de Lagoa Santa, el hombre ya estaba instalado en América. En Brasil se han descubierto 13 especies de perezosos terrestres, animales que podían pesar hasta 5 toneladas y medir 6 metros de largo.
La comprobación de que dichos mamíferos del pasado llegaron a compartir por algún tiempo el mismo ambiente con las primeras poblaciones paleoindias de América es una contribución de peso a la arqueología de parte de los sitios prehistóricos de Minas Gerais. Pero, en términos de sacudón en la ciencia, nada se compara con el impacto causado por la mayor estrella de Lagoa Santa. El cráneo de Luzía fue hallado a mediados de la década del 70 en el sitio Lapa Vermelha IV, un abrigo bajo las rocas enclavado en el municipio de Pedro Leopoldo, no muy lejos del Aeropuerto Internacional Tancredo Neves. La pieza permaneció olvidada durante un buen tiempo, hasta que al final de la década pasada, las tesis del arqueólogo Walter Neves – apoyadas en mediciones anatómicas de este fragmento de esqueleto y en una datación estimada en 11 mil años – empezaron a encontrar eco en el medio académico.
Para el investigador de la USP, Luzía y toda la población paleoindia de esa área de Minas Gerais presentaban rasgos similares a los de los actuales aborígenes australianos y negros de África, y por lo tanto daban sustentación a dos pilares de sus ideas sobre el poblamiento de las Américas. El primero de éstos sostiene que los primeros habitantes del Nuevo Mundo, que vivieron en el tiempo de Luzía o antes, eran parecidos a los actuales africanos y aborígenes de Australia – y no mongólicos (con rasgos orientales), tal como sustenta la línea tradicionalista de la arqueología, dominada por los estadounidenses. El segundo pilar indica que el poblamiento de las Américas, que se habría dado vía Estrecho de Bering, al norte del continente, empezó hace cerca de 14 mil años – y no hace solamente 11,5 mil años, como dice el modelo convencional. “Los sitios de Lagoa Santa ya han suministrado 75 cráneos razonablemente bien preservados, que exhibían una anatomía similar a la de Luzía”, afirma Neves. “Todos ellos tienen edades estimadas entre 8 mil y 11 mil años.”
La teoría del investigador brasileño está lejos aún de ser aceptada por sus pares, sobre todo los del exterior. Pero Neves, con inocultable alegría y con una buena dosis de orgullo, descubrió que los libros de arqueología editados en inglés durante los últimos dos años, orientados al público lego, dedicaron capítulos o fragmentos significativos a sus ideas sobre el poblamiento del continente y a los descubrimientos en los sitios prehistóricos de Lagoa Santa. Dos de esta obras fueron editadas en Estados Unidos: Bones – Discovering the First Americans, de la periodista Elaine Dewar, y Ancient Encounters – Kennewick Man and the First Americans, del arqueólogo James C. Chatters. La otra salió en Inglaterra: Past Lives – Unlocking the Secrets of our Ancestors, del historiador Ian Wilson. No siempre las referencias a las tesis del investigador de la USP son elogiosas. En algunos casos son cuestionadas.
Pero Neves le resta importancia a eso. Vislumbra que el lado positivo de Luzía y de los paleoindios de Minas Gerais tiene fuerza suficiente como para ser objeto de obras de divulgación científica en Europa y Estados Unidos. “No todos los días las ideas de un brasileño adquieren esa repercusión en el exterior”, comenta el arqueólogo. Si deambulase por Lagoa Santa, con el nuevo mapa de los sitios prehistóricos bajo el brazo, el clon de Peter Lund estaría feliz con esta noticia.
El Proyecto
Orígenes y Microevolución del Hombre en América
Modalidad
Proyecto temático
Coordinador
Walter Neves – Instituto de Biociencias de la USP
Inversión
R$ 538.172,80 y US$ 76.000,00