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AMBIENTE

Las cicatrices de la ocupación

El mapa del nordeste brasileño, producto de tomas de satélite, retrata la devastación de la región de la caatinga y del litoral

Caatinga: la destrucción de la flora de ese bioma les quita el hábitat a los animales y el sustento a los habitantes del lugar

Luego de concluir el retrato de la Amazonia, presentado hace ocho meses (Pesquisa FAPESP nº 67), Embrapa Monitoreo por Satélite, el centro de investigación del gobierno federal brasileño con sede en Campinas, devela las marcas de la ocupación humana del nordeste del país: una nueva historia de la región puede ser contada con base en el colorido mosaico que acaba de armarse con 123 imágenes de satélite, que cubren nueve estados y más de 1,3 millones de kilómetros cuadrados. Las marcas evidencian, por un lado, la actual actividad económica -ligada a la irrigación, a la expansión agrícola y a la modernización de la red vial-, y por otro, los serios problemas ambientales, con riesgo de pérdida del bioma caatinga, salinización de las tierras irrigadas, explotación predatoria de manglares y tala de reservas forestales.

A ejemplo de lo que ocurrió con la Amazonia, los datos del trabajo, coordinado por el ecólogo Evaristo Eduardo de Miranda, fueron incorporados a CD-Roms y están disponibles también en Internet y en papel fotográfico. En realidad, ya se ha realizado el relevamiento de todo el territorio brasileño, de manera tal que, ya durante este año, podrán verse los mosaicos de las regiones sudeste, sur y centro-oeste del país, completando un retrato inédito de su actual paisaje.

Las imágenes sirven para realizar estudios comparativos, sobre todo cuando se las junta a la cartografía del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE): se puede así superponer una imagen de satélite en transparencia sobre el mapa temático de la misma área. “El nordeste dispone de una cartografía bastante rica”, comenta Miranda. “El cruce de datos con esa imagen precisa permite que los problemas sean detectados, focalizados y corregidos, además de poder apoyar técnicamente las decisiones”.

El sentido de los colores
El mosaico nordestino revela una dinámica muy grande: urbanización creciente, transformaciones a gran escala en el semiárido -ocasionadas principalmente por los proyectos de irrigación, asentamientos y modernización ganadera-, expansión de la ocupación agrícola mecanizada en las sabanas y un ostensible desarrollo de la infraestructura -carreteras y redes eléctricas, por ejemplo-, producto de la transformación comandada por la expansión de las ciudades y del sector primario. Existe también una constante: las marcas de la destrucción de ecosistemas, principalmente a lo largo del litoral, de Bahía a Paraíba, debido a la expansión de las actividades de hotelería y de especulación con las tierras. Miranda hace hincapié en una utilidad un tanto inesperada: el suministro de datos para democratizar el debate sobre la transposición de las aguas del río São Francisco.

Doce investigadores trabajaron durante un año y medio en el desarrollo de programas de producción de mosaicos y en la unificación de los colores de las imágenes del satélite estadounidense Landsat 7. Con una aproximación de hasta 30 metros, los colores de los nueve estados son traducidos en datos ambientales. Contrapuestos a los tonos verdes y azules, las tonalidades rosas y rojizas indican contrastes ambientales, pues corresponden a áreas desmatadas o suelos preparados para el cultivo. Las plantaciones en estadio precoz aparecen en esos tonos, en formas geométricas regulares. Ciudades y poblaciones también surgen en rosa, lila y distintos tonos de rojo.

Las salinas típicas de Río Grande do Norte tienen tonos azulados fuertemente contrastantes con su entorno. Ríos, lagos y represas van del azul oscuro al negro -cuando tienen aguas claras en donde la luz del sol penetra y casi no se refleja. En tanto, el tono azul claro para áreas de agua denuncia el exceso de material en suspensión, como arcillas o contaminantes. Las áreas de acuicultura para la creación de camarones y langostinos ocupan parte de las salinas y de su entorno, en zonas vecinas a los manglares. Es posible identificarlas por la regularidad geométrica de los tanques, por la presencia de agua y por su posición próxima a los manglares.

Los proyectos de irrigación para la fruticultura del São Francisco Medio, en el polo Petrolina-Juazeiro, dejan marcas verdes en la caatinga. En contrapartida, la expansión de la ganadería mediante el empleo de nuevas tecnologías de manejo de la caatinga enciende una luz de alerta para la preservación de ese ecosistema.

La caatinga está en peligro
El semiárido de Pernambuco y el oeste de Bahía presentan manchas preocupantes, relativas a la pérdida de áreas de la caatinga -y ése puede ser uno de los mayores daños ambientales a la región. En la Chapada do Araripe -una isla verde en medio del semiárido, en el límite de Ceará con Pernambuco, conocida por la diversidad de la flora-, la reciente expansión de la ganadería provoca talas intensas con graves implicaciones: disminución y reducción de la altura de la vegetación, exceso de uso de pasto para el ganado y plantación de pastos exóticos -el buffel, procedente de Texas, Estados Unidos.

Para el investigador, un manejo ambientalmente aceptable implicaría: por cada 10 hectáreas de caatinga, apenas 1 hectárea de pasto con pasto exótico. No obstante, la tala y desmatado han crecido mucho y, según Miranda, los daños van muchísimo más allá: “La alteración en el recubrimiento del suelo y la intensificación en la ocupación de la caatinga alteram la dinámica hídrica: el agua de la lluvia no es interceptada por las hojas, el suelo absorbe menos agua -que a su vez se escurre más rápido, provoca inundaciones y después el lugar se torna más seco, pues no almacena tanta agua”.

También se altera el potencial de uso de ese bioma. La caatinga normalmente suministra leña de cocina, madera para la construcción, fibras para artesanías, hojas y frutas (los fruto del ombú y del ciruelo, por ejemplo) para alimento de animales domésticos y salvajes, al margen de medicamentos tradicionales. Es también un reservorio de proteínas animales, pues sostiene, sobre todo en la sequía, a los animales domésticos y a los salvajes, cazados por los habitantes de la zona. “Todo ese delicado y encadenado equilibrio tradicional puede perderse”, advierte Miranda.

Otra alteración es el resultado de la expansión de la agricultura mecanizada en áreas pioneras del oeste de Bahía, sur de Piauí y sur de Maranhão: son grandes empresas que cultivan soja, algodón y maíz en gran escala. “Esta actividad, al mismo tiempo que promovió el desarrollo de la región y estimuló el surgimiento de centros urbanos, acarreó uno de los más intensos y concentrados procesos de tala reciente en el país, hasta ahora poco monitoreado”. Las extensas plantaciones de cajú para exportación de la castaña en Río Grande do Norte, Piauí y Ceará también produjeron talas significativas.

En el sur de Piauí, las talas en la Sierra da Capivara incluyen áreas de 15 kilómetros cuadrados de extensión. En Cariris Novos, frontera con Ceará, en donde existen nacientes de ríos, se observa un área talada aún mayor, de 25 kilómetros cuadrados. En la misma región, la expansión de la colonización agrícola en el valle do Gurguéia reduce rápidamente la vegetación nativa.

Oasis
En Paraíba, el mosaico pone en evidencia la urbanización creciente del semiárido en las regiones de Souza, Cajazeiras y Pombal. Y muestra en qué medida el gran proyecto de irrigación de São Gonçalo, en el centro del estado, está comprometido por la salinización de la tierra. El mapa de Río Grande do Norte revela la nueva ocupación económica de la Chapada do Apodi, en el límite con Ceará, tomada por proyectos de irrigación y la agricultura intensiva. En el litoral, se expandió en los últimos diez años la acuicultura del langostino, actualmente una de las mayores fuentes de ingresos de la región nordeste.En el sur de Ceará, se destaca en verde el oasis de Cariri. Las dunas del extenso litoral, la Sierra do Baturité y Orós -la mayor represa del nordeste brasileño, alimentada por el Jaguaribe- dan tonos verdes al gris y al ocre que dominan las imágenes.

Estrada da Mula
Maranhão forma uno de los más hermosos mosaicos, debido a su combinación de colores. Tiene la mayor área de reservas indígenas del nordeste y las imágenes no apuntan problemas relevantes de preservación, pero retratan una diversidad ambiental que va del semiárido de la caatinga a la exuberante porción de selva amazónica del oeste.

“Es un estado que en el siglo XIX experimentó un desarrollo agrícola intenso”, acentúa Miranda. La tierra registró las marcas de esa actividad: la Estrada da Mula (Carretera de la Mula), un camino pisado durante más de un siglo por los animales de carga, aparece bajo la forma de una línea blanquecina. Esta línea cruza el estado de oeste a este, llegando hasta el río Parnaíba, en donde la carne de sol era embarcada hacia otros mercados. Otros puntos destacados de Maranhão son la hidrovía del Tocantins, la ferrovía de Carajás (que transporta mineral de hierro al puerto de Itaqui) y un punto negro que revela el humo emitido desde el polo industrial de arrabio ubicado en Açailândia.

La mayor diversidad
Bahía requirió 36 imágenes, cada una con 34 mil kilómetros cuadrados. El escenario bahiano también es muy diversificado. El oeste, antes ocupado por el cerrado o sabana, abriga cultivos mecanizados en un área de casi 30 mil kilómetros cuadrados, con intenso un uso de irrigación como eje central -fácilmente visible debido a los círculos verdes que deja en la imágenes.En la subregión del Bajo Irecê, noroeste bahiano, puede observarse la expansión del cultivo de fríjol en las últimas décadas y, más allá del São Francisco, la consolidación de la pequeña agricultura de colonización en la Sierra do Ramalho, a orillas del río. En el centro del estado, puede verse la reciente expansión de la caficultura en tramos de la región de la Chapada Diamantina. Y, en los más de 200 kilómetros de litoral norte bahiano, aparecen las marcas de una ocupación urbana organizada y creciente, vinculada al turismo.

Fue más difícil componer el mosaico del nordeste -en especial el de Bahía- que el de la Amazonia, no solamente por la diversidad de paisajes, sino principalmente por las características climáticas: una época del año es muy lluviosa, la otra totalmente seca. Y, frecuentemente, la cantidad de nubes obstaculiza la captación de buenas imágenes en el horario en el que el Landsat 7 pasa sobre la región: cerca de las 10 de la mañana. “En el semiárido, el clima es frío a la noche y lleva a la formación, por la mañana, de pequeñas nubes que se disipan más o menos al mediodía”, dice Carlos Asis Paniago. “Esos pequeños colchones de nubes están presentes en algunos pedazos del mosaico, porque no conseguimos imágenes totalmente libres de éstas.”

Paniago sabe que la composición de un mosaico es una tarea mucho mayor que pegar pedazos: “Las uniones deben ser corregidas, porque las pasadas del satélite son diagonales y cada paso registra un día, de manera tal que las condiciones de luz varían y deben ser ecualizadas”. Más allá de hacer uniones perfectas, Paniago transformó los archivos electrónicos -tan grandes que solamente pueden ser leídos en estaciones de trabajo- en páginas de Internet. Las imágenes fueron tratadas con programas de dominio público y otros desarrollados en Embrapa.

Popularización
El mosaico de la región nordeste costó alrededor 1,1 millones de reales y fue casi completamente financiado por el Ministerio de Agricultura. Los mapas se encuentran disponibles en Internet (www.cnpm.embrapa.br), en CD-Roms y en mapas impresos en papel fotográfico. Los CDs correspondientes a cada estado brasileño cuestan 40,00 reales. En la dirección de Internet, es posible obtener gratuitamente los detalles técnicos, y explicaciones acerca de cómo consultar, así como las imágenes -en una definición un 50% menor que en los CDs, pero con todas las informaciones recabadas. El formato es autoexplicativo y permite aproximar las imágenes en varias escalas. La facilidad de su uso estimula el acceso: en un año y medio, el sitio fue visitado más de 800 mil veces.

El Proyecto
Expansión de la Red Local de Embrapa Monitoreo por Satélite
Modalidad
Programa de infraestructura
Coordinador
Evaristo Eduardo de Miranda – Embrapa Monitoreo por Satélite
Inversión
R$ 115.320,00

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