Los nanotubos de carbono, esas piezas minúsculas, sólo visibles mediante el empleo de potentes microscopios electrónicos y tan difíciles de explicar en palabras claras y definiciones sintéticas, se impusieron como el indiscutible tema de la portada de esta edición de Pesquisa FAPESP, la última de 2005. Sucede que ese – por así decirlo – material, una de las grandes conquistas tecnológicas de la década de 1990, que ha formar parte de nuevos aparatos electrónicos, medicamentos avanzados, telas tecnológicas y otros mil y un productos en un futuro, se está elaborando en los laboratorios de la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG), y su comercialización está a cargo de la Fundación de Desarrollo de Investigaciones (Fundep, sigla en portugués), de dicha universidad. Entre los compradores se encuentran instituciones de investigación y empresas de São Paulo.
Los nanotubos, tal como lo explica Marcos de Oliveira, editor de tecnología, a partir de la página 62, miden entre 1 y 3 nanómetros de diámetro y hasta 1.000 nanómetros de longitud. Para hacerse una idea de qué es eso, imagínese un cabello cortado longitudinalmente 50 mil veces; tome luego una de las partes resultantes y he allí algo de dimensiones equivalentes a ese minúsculo artefacto. Con tales dimensiones, poseen una excelente conductividad eléctrica y una resistencia mecánica cien veces mayor que la del acero, sumadas a su flexibilidad y su elasticidad. El artículo que explica todo esto es fascinante, incluso para aquéllos que piensan que es muy difícil ingresar al mundo de las nuevas tecnologías.
Y mientras que va apareciendo poco a poco ese mundo futuro que delinean tales creaciones tecnológicas, las tapas de las revistas semanales expuestas en los kioscos de alguna manera estetizan el mundo contemporáneo, ordenan su caos real, se esfuerzan para seducir y atraer, huyendo siempre que les es posible de la antigua noción del hecho más importante de la semana. Esto es lo que han demostrado los más recientes estudios y tesis sobre la función de las tapas de las revistas, y es lo que aborda el editor de humanidades Carlos Haag, a partir de la página 78.
En el terreno de la ciencia, cabe hacer mención a los recientes descubrimientos relativos a las estrategias sumamente particulares de reproducción del T. cruzi, el agente etiológico del mal de Chagas. Esto es producto de la investigación básica, sin ninguna promesa de tener un uso previsible a corto plazo. De cualquier manera, tal como explica el editor asistente de ciencia Ricardo Zorzetto a partir de la página 34, este descubrimiento puede crear alternativas futuras en lo que hace a la búsqueda de compuestos más eficientes para combatir al protozoario que infecta a alrededor de 18 millones de personas en Latinoamérica.
Y ya que estamos hablando de estrategias de control de enfermedades, vale la pena leer a partir de la página 10 la entrevista de Bernardo Galvão, figura clave del Programa Nacional de Control del Sida, desde el mismo momento en que surgió la enfermedad en la década de 1980. Galvão es un bahiano modesto, profundamente comprometido con la mejora de las condiciones de vida de nuestro pueblo, cuyo nombre está vinculado al aislamiento del VIH en el país, a los buenos resultados del control de la calidad de la sangre en Brasil, a las actuales investigaciones con el HTLV y mucho más. Con una ayuda internacional de un millón de dólares que recibió cuando era todavía un joven investigador de 32 años, hace 28 años, hizo posible ni más ni menos el montaje del importante Departamento de Inmunología de la Fundación Oswaldo Cruz de Río de Janeiro, entre otros valiosos aportes suyos a la producción científica nacional. Vale la pena leerla.
Que tengan una buena lectura, y unas hermosas fiestas de fin de año.
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