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Carta de la Editora | 177

Los buenos vientos brasileños

Cuando empezamos a pensar en un reportaje de tapa sobre la energía eólica en Brasil, en particular sobre las investigaciones tecnológicas impulsadas por las ansias de lograr una producción más barata y eficiente, yo gozaba de antemano, dadas sus enormes posibilidades plásticas. Las ligeras y grandes aspas perfiladas, ubicadas en la cima de las altas torres que ayudan la transformar la fuerza de los vientos en energía parecen ser elementos tan naturalmente dotados de intensidad estética que el echarles mano para componer visualmente la portada de Pesquisa FAPESP no representaría, creía yo, un reto mayor para las diseñadoras de la revista, Laura Daviña y Mayumi Okuyama. Y creo que así fue.

Por lo que ni por asomo yo anteveía o mejor dicho, no lo sabía era que la productividad de los parques eólicos instalados en el nordeste brasileño, beneficiados por los vientos alisios que soplan constantemente durante el año, se ubica muy por encima del promedio mundial. Ni tampoco tenía noción acerca del dinamismo que ciertas empresas nacionales y algunas multinacionales le imprimen en este momento al sector, con sus inversiones en el prometedor mercado brasileño, estimuladas por una afortunada combinación de factores económicos internos y externos. Cabe acotar que, si bien la capacidad instalada del parque eólico brasileño ha aumentado 15 veces en los últimos 10 años, para llegar a los actuales 835 megavatios, la energía que tiene su origen en los vientos responde aún por menos del 1% de la matriz energética brasileña, una señal indicativa de que existe un enorme espacio para que crezca. Yo también desconocía que buena parte de la capacidad innovadora brasileña en el sector tiene su foco en el desarrollo de aerogeneradores, aparatos que, junto con las aspas normalmente elaboradas en fibra de vidrio y un generador eléctrico, forman un conjunto de pequeño porte sumamente útil en áreas sin acceso a la energía más convencional. Estas informaciones y muchas otras las obtuve a medida que nuestra editora asistente de tecnología, Dinorah Ereno, se sumergía en profundidad para intentar capturar las reales posibilidades de la innovación tecnológica con relación al crecimiento de la energía eólica en la matriz brasileña. Lo que ella trajo a la escena y les presenta a los lectores en esta edición es un panorama complejo y sumamente interesante, muy bien contextualizado, que ciertamente hará su aporte para familiarizar a nuestros lectores con la energía eólica en Brasil.

Hay diversos otros destacados posibles en esta edición:  el ambicioso programa de modelado del clima que se encuentra en desarrollo en el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales, el Inpe; nuevos  estudios sobre la tiroides, ya sea relacionando su mal funcionamiento con una extraña parálisis de las piernas o detectando mecanismos cerebrales que determinan la disminución de la acción de las hormonas de esa glándula ante condiciones clínicas complicadas, como las desencadenadas por accidentes cerebrovasculares,  y la revitalización del pelletrón, el acelerador de partículas de la USP. Con todo, es el artículo sobre Cândido Portinari, elaborado por nuestro editor de humanidades, Carlos Haag, el que quiero destacar en forma especial antes de finalizar esta carta. El artista, que en este momento cuenta con reproducciones de algunas de sus principales obras en una exposición que se lleva a cabo en el zaguán de la sede de la FAPESP, dado que fueron seleccionadas para enriquecer el informe 2009 de la Fundación, podrá ser visto de una manera muy especial en Brasil y en el mundo entre 2011 y 2013. Sucede que su inmenso y extraordinario panel Guerra e Paz, donado por el gobierno brasileño al edificio sede de la ONU, llega al país este mes para su restauración y exposición, para luego seguir viaje. El artículo informa también sobre el encuentro de un cuadro inédito en Brasil, el cuarto Retirante (y lo muestra), y a su vez explica un enfoque técnico enteramente nuevo destinado a verificar la autenticidad de las pinturas, desarrollado gracias al Proyecto Portinari. Es imperdible.

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