En los últimos años, varias investigaciones científicas prácticamente comprobaron los beneficios del uso del té de chancapiedra en el combate contra los cálculos renales. Pero faltaba develar el mecanismo de acción de las infusiones preparadas con las hojas y semillas de la especie vegetal Phyllantus niruri, el nombre científico de la planta. Estudios recientes llevados adelante por investigadores de la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp) han dado un paso significativo en esa dirección. Al contrario que lo que su popular Design ación da a entender, el té de chancapiedra no rompe nada.
No logra que un cálculo de gran tamaño se parta en pedazos menores, como muchos creen. Su efecto positivo es un poco más sutil, más preventivo que curativo, pero no menos eficiente. Dicho té impide la agregación de los cristales de oxalato de calcio, el componente químico más común de las piedras. Bajo su acción, los cristales acaban no adhiriéndose los unos a los otros, evitando así la formación de cálculos de mayor dimensión, aquellos que provocan dolor en la región del riñón y son difíciles de ser expelidos sin el auxilio de algún remedio o tratamiento.
En la práctica, las infusiones con Phyllantus paran el proceso de crecimiento de las piedras ya existentes y evitan la formación de nuevos cálculos. Teniendo en cuenta tan solo esa propiedad, el consumo del té, bajo supervisión médica, ya sería recomendable. Pero las investigaciones indican que la bebida puede proporcionarles también un segundo alivio a los portadores de cálculos renales – cerca de un 10% de la población general: el chancapiedra es capaz de relajar al sistema urinario, lo que torna menos penosa la tarea de eliminar a las piedras. “En la peor de las hipótesis, el té de chancapiedra es tan eficaz como las drogas convencionales usadas para tratar cálculos renales”, compara el nefrológo Nestor Schor, de la Unifesp.
“Con la ventaja de ser un producto más barato y probadamente no tóxico”. Schor es coordinador de un proyecto temático de la FAPESP sobre insuficiencia renal aguda y otras cuestiones relacionadas con los riñones, como el estudio de la formación de piedras en el órgano y el mecanismo de acción del extracto acuoso – el propio té – del Phyllantus. En otra línea de estudio del proyecto temático, los investigadores descubrieron que una proteína de la orina, la retinol binding protein (RBP), puede ser un indicador precoz de futuros problemas renales en pacientes que fueron sometidos a transplantes de corazón.
La presencia de piedras en los riñones es un antiguo problema de la especie humana. El análisis de las momias egipcias muestra que los cálculos renales ya atormentaban la vida de este pueblo hace por lo menos 7 mil años. No existe nada específico que pueda ser apuntado como el gran factor desencadenante de la formación de piedras en la mayoría de las personas, pese a que la incidencia de cálculos muestra una curva creciente en la historia reciente. Factores genético-hereditarios, problemas metabólicos, infecciones en el tracto urinario e incluso el sedentarismo pueden estar asociados a la incidencia del problema.
La idea de que las dietas extremadamente ricas en calcio originan necesariamente piedras en los riñones no tiene asidero científico. A menos que exista una clara predisposición genético-metabólica, una persona no desarrolla cálculos a causa del consumo de leche y derivados, alimentos con una alta concentración de dicho elemento químico. En concreto, las estadísticas médicas muestran que las tasas actuales de reincidencia de cálculos son altas. “La mitad de las personas que tuvieron piedras en los riñones vuelve a padecer el problema en el lapso de un año, y el 70% en dos años”, dice Mirian Boim, fisiopatóloga de la Unifesp, que estudia desde hace 15 años el empleo del chancapiedra contra los cálculos.
Acción antiadherente
El mecanismo de acción del té en el combate a la génesis de las piedras en los riñones aún no ha sido totalmente develado, pero los investigadores contabilizan algunos progresos. Descubrieron, por ejemplo, que la infusión de Phyllantus disminuye la adhesión de cristales de oxalato de calcio en las paredes (epitelio) del túbulo renal, un delgado tubo que integra cada unidad activa de excreción del riñón. ¿Qué tiene que ver eso con el origen de los cálculos? Para que se concrete la formación de piedras en el riñón, es imprescindible que haya adhesión de esas minipartículas en los tejidos del túbulo. “Si no ocurriera eso, los cristales de oxalato permanecerían en suspensión y serían eliminados a través de la orina”, dice Mirian.
Después de adherirse a los tejidos del túbulo, las partículas de oxalato de calcio son absorbidas por las células renales, en un proceso denominado endocitosis. Cuando son grandes, con más de medio milímetro, los cristales pueden provocar la muerte de las células. En el caso de los menores, pasan algún tiempo en el interior de las células y son liberados de nuevo en el túbulo renal. El problema es que, después del paseo intracelular, los cristales retornan más robustos, enriquecidos con proteínas y aditivos que aumentan a su dimensión.
Con los indicios recabados en sus experimentos, los investigadores formularon una hipótesis para explicar por qué el té de chancapiedra evita la adhesión de las partículas de oxalato de calcio. De una manera sencilla, se puede decir que los cristales se prenden a la pared celular porque existe una atracción eléctrica entre ambos. Los cristales tienen carga positiva, y la pared celular, negativa. “El Phyllantus parece cambiar la polaridad de la carga de los cristales, inhibiendo así su adhesión al epitelio y disminuyendo el proceso de endocitosis”, dice Mirian. Para dificultar aún más la formación de cálculos, el té promueve también una alteración en la estructura del tipo de cristal de oxalato de calcio más maléfico para el organismo, los llamados monohidratados, que se fijan más fácilmente a la pared celular. El té los transforma en cristales dihidratados, cuyo grado de adhesión es bastante menor.
Evitar la entrada de partículas de oxalato de calcio en las células parece ser una propiedad no solamente del té de chancapiedra, sino de la propia planta. Advertida por una colega australiana, que había observado la presencia de cristales en las hojas de especies vegetales similares al Phyllantus, la fisiopatóloga percibió el mismo fenómeno en el chancapiedra. En un aparente mecanismo de autodefensa, que regula el nivel de calcio en sus células, la planta inhibe la entrada de los cristales, lo que provocaría la acumulación de las partículas en su parte externa, en las hojas. Con el auxilio de un microscopio electrónico, Mirian visualizó fácilmente los cristales en las hojas de chancapiedra. Según todo indica, este mecanismo natural de regulación de la entrada de calcio se mantiene en el extracto acuoso de la planta y se traslada a quienes toman el té.
Una pelota de golf
Las piedras en los riñones pueden ser del tamaño de un grano de arena o de una perla. En casos extremos, alcanzan la dimensión de una pelota de golf. Pueden ser lisas o exhibir recortes, y tener una coloración amarilla, rojiza o marrón. En el 80% de los casos, están constituidas por oxalato de calcio, pero las hay también de fosfato de calcio, ácido úrico y otros materiales. O también están las constituidas por una combinación de varios elementos químicos. En casos simples, los médicos generalmente piden que los portadores de cálculos tomen mucha agua, lo que facilita el movimiento y la eliminación de las piedras, y un analgésico o antiinflamatorio, para disminuir el dolor.
En situaciones extremas, en las que las piedras son mayores y el sufrimiento es grande, el paciente es internado. En el pasado, el procedimiento común en estas ocasiones era la cirugía para el retiro del cálculo. Hoy en día, en algunos casos, pueden emplearse métodos alternativos no invasivos, como el uso de equipos que crean ondas de choque que rompen las piedras en pedazos menores. Todas las evidencias científicas, producto de investigaciones con el uso del té en ratones y seres humanos, y tests llevados a cabo in vitro, indican que la bebida puede ser una alternativa a algunos de esos procedimientos. Al fin de cuentas, el extracto acuoso del Phyllantus realmente previene la formación de nuevas piedras y pode auxiliar en la eliminación de las ya existentes.
No obstante, esto no quiere decir que los investigadores de la Unifesp recomienden su uso indiscriminado. Son necesarios todavía estudios más prolongados, que sigan la acción del té en sus usuarios por un período de seis meses. Hasta ahora, el tiempo máximo de seguimiento se ha restringido a tres meses. Los médicos tampoco saben cuál es la dosis ideal de té que debe ser consumida por los portadores de cálculos. Al margen de estas cuestiones científicas, existen obstáculos prácticos que desaconsejan la automedicación con infusiones de chancapiedras. No existe en el mercado un té comercial de calidad hecho con esta especie vegetal, y algunas personas pueden confundir al Phyllantus con otras plantas, y acabar tomando la infusión equivocada. “El té funciona, pero es necesario tener cuidado con lo que se toma”, afirma Schor.
Un alivio para los transplantados
La ciclosporina, principal droga usada en el combate contra el rechazo de órganos transplantados, alarga la sobrevida de los pacientes, pero suele causar un efecto colateral no deseado. Su uso continuo y en altas dosis provoca daños en los riñones, y pude legar a comprometer totalmente a dichos órganos, problema de salud éste que aumenta el riesgo de muerte entre este tipo de enfermos. El equipo del médico Álvaro Pacheco e Silva Filho, de la Unifesp, descubrió una forma de efectuar un diagnóstico precoz de esta agresión a los riñones, cuando los perjuicios sobre el funcionamiento del órgano aún están en su fase inicial y pueden aún – quizás – ser controlados.
Los investigadores percibieron que personas con transplantes de corazón que presentan altas concentraciones de una conocida proteína encontrada en la orina, la retinol binding protein (RBP), tienen mayores chances de desarrollar insuficiencia renal crónica. Aun cuando todos los demás parámetros clínicos del paciente se muestren plenamente satisfactorios, como la tasa de creatinina (proteína clásicamente medida para inferir el grado de funcionamiento de los riñones), el simple aumento de las cantidad de RBP en la orina indica que el daño en los riñones ya está en marcha. “En este caso, estamos refiriéndonos a transplantados que hasta ahora creíamos perfectamente saludables”, comenta Silva Filho.
“Pacientes que cualquier médico examinaría y diría que están muy bien.”El médico logró establecer la relación entre los niveles de RBP y problemas en los riñones después de realizar mediciones en 92 transplantados cardíacos en óptimas condiciones clínicas. Entre los que exhibían índices de la proteína superiores a 0,4 miligramos por litro de orina, un 38% desarrolló insuficiencia renal crónica, derivando en la pérdida de uno o ambos riñones. En los pacientes con tasas menores a ese índice, no hubo registro de ningún caso de insuficiencia. “Y ninguno de esos transplantados perdió el riñón.”
Vista ahora como un marcador del nivel de toxicidad renal de la ciclosporina, la tasa de RBP es una nueva arma en la lucha contra los efectos colaterales de la ciclosporina. Es una batalla ardua. Para disminuir la acción negativa de la droga antirechazo, los médicos solían reducir la dosis del remedio o utilizar nuevos compuestos aparentemente menos tóxicos, como la azatioprina o el micofenolato mofetil. “Con esos procedimientos, hemos logrado disminuir la tasa de RBP en algunos pacientes, pero aún no tenemos certeza de que las células renales dejaron de verse afectadas”, pondera Silva Filho. De cualquier forma, el descubrimiento del marcador suministra un aviso anticipado del problema. “Encontramos un nuevo uso para un viejo test”, comenta Silva Filho.
El Proyecto
Aspectos Celulares y Moleculares de la Insuficiencia Renal Aguda
Modalidad
Proyecto temático
Coordinador
Nestor Schor – Unifesp
Inversión
R$ 2.469.886,53