En medio del bullicio urbano, donde se mezclan ruidos tales como el del tránsito permanente de vehículos, de niños ensayando villancicos en las escuelas o el fragor de las maniobras militares en un cuartel, unos pequeños monos intentan comunicarse. Son los tamarinos calvos (Saguinus bicolor), que habitan únicamente en la región de Manaos, la capital del estado brasileño de Amazonas, y emiten gritos agudos para denotar su presencia. “Nuestra hipótesis planteaba que cambiarían su manera de comunicarse en las zonas más ruidosas”, dice la bióloga Tainara Sobroza, profesora reemplazante en la Universidad Federal de Amazonas (Ufam).
Durante su doctorado, realizado en el Instituto Nacional de Investigaciones de la Amazonia (Inpa), rastreó grupos de estos primates en los fragmentos de bosque urbanos para constatar si dejaban sus gritos de lado en favor de un tipo de comunicación que compitiera menos con el estrépito de la ciudad. Descubrió que mantienen sus vocalizaciones. Pero empiezan a recurrir con mayor frecuencia a la comunicación química, dejando marcas olorosas en los árboles. “Poseen glándulas en las zonas genital, perianal y del esternón, y se restriegan contra los árboles para dejar señales”, relata la docente, quien publicó los resultados en septiembre, en la revista Ethology Ecology & Evolution.
Los grupos estudiados fueron nueve, en fragmentos de bosques de entre 24 y 730 hectáreas. Este último, en el campus de la Ufam, “que en el ámbito del Bosque Atlántico se consideraría selva continua”, compara Sobroza, en la Amazonia forma parte del área urbana.
Resulta difícil distinguir con precisión lo que hacen en lo alto de las copas de los árboles estos primates que no pesan más de 600 gramos, con aspecto de ardillas, y que viven en grupos matriarcales de hasta 13 ejemplares. “Solo se reproduce una hembra y todos los miembros del grupo ayudan en el cuidado de las crías, por lo general, un par de gemelos por camada”, comenta la investigadora, quien, provista de binoculares, alcanzaba a divisar cuando uno de ellos frotaba la parte trasera de su cuerpo contra una rama o gritaba. Cuanto más ruidoso era el lugar, más frecuente era este comportamiento.
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Las observaciones se sucedieron a lo largo de un año, en el que se realizó un seguimiento de cada grupo durante 10 días consecutivos, desde las 6 de la mañana hasta las 5 de la tarde. Para encontrarlos, fue necesario un proceso de acostumbramiento previo hasta que fuera posible capturarlos en trampas instaladas en los árboles, un tipo de jaulas que no les causan daño a los animales. “Este proceso demandaba hasta cuatro meses, por eso solo pudimos hacer un seguimiento de nueve grupos”, relata Sobroza. La captura era necesaria para instalarles collares con transmisores de señales de radio, sin los cuales era improbable ubicar al mismo grupo al día siguiente.
Una interpretación de la comunicación complementaria mediante canales alternativos ‒o multimodal, en la jerga especializada‒ es que esta serviría para llamar la atención. “Los tamarinos perciben más fácilmente la vocalización cuando sienten el olor”, propone la bióloga. Según ella, este tipo de estudios no se había realizado con monos viviendo en libertad debido a las dificultades que plantea su observación. Un ejemplo similar sería el de la llamada ranita de los torrentes: cuando los machos hacen una señal con los dedos de sus patas traseras, añadido a la comunicación sonora ello se traduce como un firme desafío a pelear a un macho vecino.
El primatólogo Júlio César Bicca-Marques, de la Pontificia Universidad Católica de Rio Grande do Sul (PUC-RS) no recuerda estudios similares sobre la comunicación en la naturaleza. Sus investigaciones no se centran en este tipo de conducta, pero su grupo ha estudiado otros aspectos de los monos en contextos urbanos, y hace unos años lo reseñó en una revisión de una entrada del libro The international encyclopedia of primatology (John Wiley and Sons, 2017). “No todos los primates se adaptan bien a los ambientes urbanos”, apunta, “por ello no es un tema que pueda abordarse fácilmente en cualquier lugar”. Uno de los efectos de la urbanización señalados en la investigación es que los monos han perdido información crucial sobre su entorno natural, a ejemplo del macaco coronado o de Madras (Macaca radiata), primates endémicos del sur de la India que viven en la ciudad y no reconocen los sonidos emitidos por los predadores.
Los monos aulladores del sur de Brasil
Pero el efecto más singular de la adaptación al ambiente urbano es la modificación en la disponibilidad de alimentos, que puede ocasionar cambios en el patrón de desplazamiento de los animales que dejan de buscar sus fuentes de nutrición habituales. La interacción con los seres humanos para conseguir comida puede llevar a que algunas especies de primates se consideren plaga en las ciudades. Este intercambio también puede suponer una amenaza para la salud de los animales. En São Francisco de Assis, una pequeña localidad del interior de Río Grande do Sul, Isadora Alves de Lima, estudiante de maestría en la PUC-RS, observó recientemente a monos carayás negros (Alouatta caraya) recibiendo sobras de parrilladas de empleados y clientes de restaurantes, según consta en un artículo publicado en octubre en la revista Primates. Es algo sorprendente porque se sabe que esta especie se alimenta de hojas y frutos. “Habíamos visto monos aulladores comiendo huevos y recibimos informes de que comían pájaros, pero nada que tuviera que ver con carne asada”, relata el primatólogo. Su grupo recogió muestras de excrementos para estudiar cómo afecta su microbiota ‒ las bacterias del tracto intestinal responsables en parte de la digestión ‒ este cambio de dieta. Un objetivo próximo será evaluar los efectos de esta alteración de la dieta en la salud de los animales.
En cuanto a las vocalizaciones, Bicca-Marques informa haber oído menos gruñidos ‒los llamados de los monos aulladores que se escuchan a gran distancia‒ en este tipo de hábitat. “Cuando hay un solo grupo viviendo en una plaza, no tiene tanto sentido gastar energía en vocalizaciones territoriales”, interpreta.
En su revisión para la enciclopedia de primatología, destacó el potencial de estas poblaciones urbanas para ofrecer experiencias de observación de monos como forma de fomentar la conexión de la gente con la naturaleza y el respeto por la vida silvestre. Es el caso del tití de pinceles negros (Callithrix penicillata), que se convirtió en símbolo ecológico de la ciudad de Belo Horizonte (Minas Gerais) en 1992, y del propio tamarino calvo, considerado como la mascota de la ciudad de Manaos desde 2015. “Pese a todos los esfuerzos de los científicos y conservacionistas, poco (o nada) ha cambiado a favor del tamarino calvo desde entonces”, deplora en el texto.
Artículos científicos
SOBROZA, T. V. et al. Do pied tamarins increase scent-marking in response to urban noise? Ethology Ecology & Evolution. Online. 20 sep. 2023.
BICCA-MARQUES, J. C. Urbanization (and primate conservation). The international encyclopedia of primatology (Augustín Fuentes, comp.). John Wiley and Sons. 2017.
LIMA, I. A. y BICCA-MARQUES, J. C. Opportunistic meat-eating by urban folivorous-frugivorous monkeys. Primates. Online. 20 oct. 2023.