Muchos países intentan mejorar las condiciones ambientales aplicándoles pesadas multas a las empresas por su responsabilidad en la emisión de contaminantes, por ejemplo. Y a decir verdad, no siempre logran su cometido. Pero ahora, Richard Damania, de la Universidad de Adelaida, en Tailandia, cree haber encontrado la fórmula para resolver el problema: reducir el valor de las multas impuestas a las grandes empresas –precisamente las que más contaminan (New Scientist, 24 de agosto). Damania cree que, al menos en los países pobres, las multas draconianas solamente sirven para alimentar la industria del soborno.
“Los grandes grupos tienen dinero para pagar coimas”, dice. Damania sugiere que las firmas que deberían pagar multas altas son las menores –que contaminan menos. Como estas no tienen dinero ni poder para sobornar a los inspectores, las sanciones, al menos en la franja en la cual éstas operan, surtirían efecto. La propuesta es rechazada por economistas y ecologistas, que prefieren no faltarle el respeto al principio de isonomía en política.
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