El trayecto que va de una buena idea a un buen proyecto científico es extenso, pero muy estimulante. Eso fue lo que constataron los alumnos de escuelas públicas y privadas de enseñanza media y técnica que participaron de la 1ª Feria Brasileña de Ciencias e Ingeniería (Febrace), organizada por el Laboratorio de Sistemas Integrables de la Escuela Politécnica de la Universidad de São Paulo (Poli-USP). Dicha feria tuvo por objetivo estimular nuevas vocaciones científicas y tecnológicas, mediante el desarrollo de proyectos creativos e innovadores, y acercar a las escuelas públicas y privadas a las universidades.
“Pretendemos que los alumnos descubran cosas nuevas, reinventando soluciones científicas para la realización de los proyectos”, dijo Roseli de Deus Lopes, coordinadora general de Febrace. Fueron seleccionados 93 de los 150 proyectos inscritos. Las reglas exigían que los mismos fueran presentados también por escrito, incluso con estimación de costos.
Los criterios se basaron en la creatividade, la innovación, el conocimiento científico y la claridad de la presentación. La rigurosa selección – y la evaluación del emprendimiento – es el elemento diferenciador de la Febrace con relación a la demás ferias de ciencias. Seis proyectos fueron escogidos para representar a Brasil en la International Science & Engineering Fair, que se realizará en los días 11 y 17 de mayo en Cleveland, Estados Unidos, y que reúne a estudiantes pre universitarios de más de 40 países.
Rogério Batista de Campos, de 14 años, de Guajará-Mirim (Roraima), viajó tres días para presentar su trabajo: un aparato que simula huellas de tortugas en la arena para inhibir y confundir la acción de los predadores. El stand más concurrido fue el de cuatro alumnos de enseñanza media del Colegio Estadual Jardim Europa de Goiânia: Rodrigo de Araújo Dutra y los hermanos Wellington, Nickson y Denys Cezar Cabral, que desarrollaron un modelo de industria de reciclaje y educación comunitaria. Los chicos pasaron seis meses reuniendo material reciclado y elaborando el proyecto, que incluye una mano mecánica para la recolección de residuos tóxicos y una maqueta de central de procesamiento de residuos domésticos, que utiliza fuentes de energía solar y eólica. Entres sus componentes había un viejo walkman, un teclado de máquina registradora, un tubo de desodorante, un riel de cortina, una moldura de espejo, una antena de televisión y muñequitos de plástico.
Ese trabajo irá a la feria norteamericana, junto con un robot pez creado por Francisco Salles de Almeida Júnior, de 20 años, y Nei Alcântara Júnior, de 17 años, ambos de la Escuela Técnica en Electrónica de Ipaussu (São Paulo). Ellos gastaron 410 reales para crear un prototipo de robot acuático de 95 centímetros y que pesa 3 kilos, que recoge objetos en el suelo acuático. Otro proyecto premiado fue el de Pablo Tinoco da Silva, de 16 años, del Colegio de Aplicación Emmanuel Leontsinis, de Río de Janeiro. Da Silva desarrolló una acera con superficies en relieve y placas en braile para orientar a discapacitados visuales. “Es una solución sencilla para ayudar a los discapacitados a andar sin la ayuda de otra persona”, explicó.
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