En Estados Unidos está creciendo la presión para que el gobierno invierta en un programa nacional de células de combustible, dispositivos que funcionan con hidrógeno (puro o extraído del gas natural, el etanol, el metanol o la gasolina), y que podrán reemplazar a los motores de los automóviles y a los actuales generadores estacionarios de energía eléctrica con ventajas económicas y ambientales.
De acuerdo con un estudio preparado por la empresa consultora Breakthrough Tecnologies Institute, y presentado ante el departamento de energía de dicho país por directivos de 26 empresas que desarrollan células de combustible, el gobierno norteamericano invertiría durante los próximos diez años 5.500 millones de dólares en este tipo de equipos. De ese total, 2.500 millones se gastarían en investigación y desarrollo.
El dinero restante se destinaría a las siguientes iniciativas, tendientes a la popularización de las células: demostraciones públicas, flotas piloto, divulgación y soporte al mercado. En otro estudio presentado en Estados Unidos, el etanol, el alcohol que en Brasil se extrae de la caña de azúcar, es apuntado como el combustible ideal para las células de combustible. El documento divulgado por la Asociación de Combustibles Renovables (Renewable Fuels Association), vinculado a la industria del etanol, informa acerca de los beneficios de dicho combustible: evita la dependencia de la importación de petróleo y derivados y sirve como alternativa para los productores de granos (en ese país el etanol se produce fundamentalmente con maíz), al margen de contribuir con el medio ambiente, pues disminuye la contaminación del aire.
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