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Memoria

Mensajeros químicos

A comienzos del siglo 20, el fisiólogo ruso Ivan Petrovich Pavlov era una estrella de la medicina mundial, pionero en las importantes áreas de la fisiología del corazón, del sistema nervioso y digestivo. Tuvo una enorme influencia en el desarrollo de teorías del comportamiento y de la psicología, al hacer los famosos experimentos con perros y demostrar los reflejos condicionados e incondicionados. Con ese currículum, pocos creyeron cuando los médicos ingleses Ernest Henry Starling y William Maddock Bayliss pensaron explicar las hasta entonces poco conocidas funciones hormonales.

Al fin de cuentas, Pavlov ya tenía la respuesta: creía que esas funciones eran reflejos nerviosos. Hace cien años, en 1902, Starling y Bayliss publicaron el primer artículo sobre una sustancia extraída del páncreas, bautizada con el nombre de secretina. Inyectada en un perro, ella estimulaba al órgano a producir líquido. Los ingleses, entonces, formularon el concepto de “mensajeros químicos”. O sea, que no son los reflejos nerviosos los que activan las secreciones, sino algunas sustancias químicas que llevan las instrucciones a las células en animales y plantas.

En 1905, Starling pasó a usar el término “hormona”, del griego “poner en movimiento”. Hoy se conocen más de cien hormonas, que regulan el desarrollo y las funciones de diversos órganos y auxilian en la reproducción y en el metabolismo. Al conocer el trabajo de los ingleses, Pavlov admitió el error fríamente. “Naturalmente, ellos tienen razón”, afirmó, agregando: “No tengo la patente del descubrimiento de la verdad.”

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