China intenta librarse de la imagen de contaminadora del medio ambiente mediante una audaz experiencia: una ciudad autónoma, en la que cualquier edificación será autosuficiente en cuanto a la energía – extraída de una combinación de fuentes renovables – y situada a un máximo de siete minutos de caminata desde una estación de transporte público. El 80% de los desechos serán reciclados y los agricultores de las cercanías cultivarán sólo huertas orgánicas para abastecer la ciudad. Eso será Dongtan, un enclave ecológicamente correcto que ha comenzado a construirse en los alrededores de Shangay. El proyecto forma parte de un acuerdo entre una empresa patrocinada por el gobierno chino y el grupo británico de ingeniería Arup, responsable por la construcción del Ópera House, en Sydney (Australia).
La primera fase de la construcción estará lista en 2010, con un costo de 1.500 millones de libras esterlinas (6 mil millones de reales) y albergará a los primeros 50 mil habitantes. Hacia 2040 la ciudad deberá cobijar a 500 mil personas. “Ese proyecto investiga un nuevo paradigma: no queremos que se repita lo que sucedió en otras ciudades”, dijo al periódico The Independent, Chris Luebkeman, del grupo Arup.
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