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Tecnología

Mucha pulpa… y nada más

Salen al mercado tres variedades de uvas de mesa sin semillas adaptadas al clima tropical

EMBRAPA UVA E VINHOPuede definírselas en pocas palabras: suculentas y sin aquellas incómodas semillitas en el medio de la pulpa. Son tres variedades de uvas de mesa sin semillas, una tinta y dos blancas, que serán presentadas en Jales, una localidad del noroeste paulista, el día 19 de este mes, en la Estación Experimental de Viticultura Tropical de la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa, sigla en portugués). La presencia de este tipo de fruta no es novedad en las verdulerías y supermercados. Pero las nuevas variedades de uvas apirénicas – tal el nombre técnico de las mismas – son distintas a la raras cepas sin semillas plantadas en el país, como la Thompson, la Festival y la Centennial. Fruto de un trabajo de mejoramiento genético llevado a cabo mediante el uso del método tradicional iniciado hace siete años, las tres nuevas cepas fueron desarrolladas para florecer en las condiciones climáticas brasileñas, más cálidas que las de la mayoría de los viñedos del mundo. “Su manejo es más sencillo y la productividad es mayor que las de las variedades originarias de regiones templadas”, dice el investigador Umberto Almeida Camargo, de Embrapa Uva y Vino, empresa estatal con sede en las ciudad de Bento Gonçalves (Río Grande do Sul), que coordina los trabajos con las uvas apirénicas.

En rigor, las nuevas variedades no son totalmente carentes de semillas. Tienen vestigios de estas estructuras germinativas. En las uvas tintas, éstos aparecen como rasgos en forma de una o dos pequeñas manchas rosadas en el interior de la pulpa. En las cepas blancas es más difícil observar tales manchitas. “Pero esos residuos son tan blandos como la pulpa de la fruta y no sentimos su presencia una vez en la boca”, asegura Camargo. Es interesante notar que los cultivares de Embrapa descienden de variedades que ya de por sí no tenían semillas. Una vez fecundadas, las plantas apirénicas generan embriones, tal como sucede con cualquier otro vegetal. Pero, pasadas alrededor de ocho semanas de la fertilización, se produce un aborto espontáneo. Tal evento inviabiliza la formación de las semillas, pues el embrión (que es la fusión del material genético paterno y materno) se aloja dentro de esta estructura germinativa.

En el tubo de ensayos
Pero, entonces, si el embrión resultante del cruzamiento de dos variedades sin semillas no logra desarrollarse, ¿cómo es posible crear nuevos cultivares con plantas apirénicas? La solución es la llamada técnica de rescate y cultivo in vitro de los embriones. Seis semanas después de la fecundación de la vid, poco antes del aborto natural del embrión, se cosechan las uvas aún verdes. Los embriones son retirados de su envoltorio y puestos en tubos de ensayo con un medio nutritivo adecuado para que concluyan su desarrollo y germinen en el laboratorio, para su posterior traslado al campo. Comienza de esta forma la generación de una posible nueva variedad de uva derivada de padres apirénicos. Al margen de viabilizar el cruzamiento entre plantas sin semillas, la técnica permite incorporar a la nueva variedad, aun durante la primera generación, otros predicados deseables, tales como sabor, textura y tamaño de las uvas. El proceso de generación de un nuevo cultivar de vid comprende también un paciente trabajo de aclimatación y reproducción vegetativa (propagación asexuada) por plantines, en las condiciones del campo brasileño.

Embrapa de Bento Gonçalves, que posee un banco de germoplasma (el material reproductivo) de 1.231 variedades de vides para su uso en proyectos de mejoramiento genético, desarrolló ocho selecciones de uvas apirénicas. Estas selecciones son cultivadas en forma experimental por productores de seis regiones brasileñas: Pirapora, en Minas Gerais, Petrolina, en Pernambuco, el Valle del São Francisco, Marialva, en el norte de Paraná y Limoeiro do Norte, en Ceará, además de Jales y Bento Gonçalves.

Por ahora, tres de esas selecciones animaron a Embrapa a lanzarlas como nuevos cultivares. Lo interesante es que cada una presenta características particulares. La cepa tinta, por ejemplo, es bastante aromática, tiene un gusto agridulce y acidez alta. Una de las cepas blancas tiene uvas de una coloración amarilla dorada y su impronta exclusiva es la gran dulzura, muy al gusto de los consumidores brasileños. “Los diabéticos no puede comer esas uvas”, dice en tono de broma el agrónomo Sérgio da Costa Dias, de la Cooperativa Agrícola de Pirapora, que plantó en forma experimental 1,5 hectárea de viñedo con las nuevas cepas. La tercera variedad tiene una piel de un tono verdusco y es lo contrario a la casta blanca anterior: su sabor es neutro, con tenores bajos de azúcar y mediana acidez. Es casi una uva light o diet, del agrado de los consumidores europeos. Esta uva recibió el nombre comercial de BRS Linda. La blanca dulce es la BRS Clara, y la negra, BRS Morena.

Adaptadas al ambiente
En términos de rendimiento por área plantada, la producción de las nuevas uvas es de mínima un 20% superior al de las castas de origen importado. Otro punto positivo es el menor costo de su manejo. “Necesito cuatro empleados por hectárea cuando trabajo con las variedades de Embrapa”, dice Tarcísio Bezerra, gerente de Fazenda Sant’Ana, de Petrolina. “Con la Festival (una casta importada), se requiere de seis trabajadores.”Desde su inicio, el proyecto de mejoramiento genético de uvas apirénicas recibió inversiones del orden de los 2,8 millones de dólares. Tres cuartas partes de esos recursos salieron de la propia Embrapa, poco menos del 20% provienen del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq) y el resto de cooperativas de productores y empresas agrícolas. Apostar a la investigación (y el cultivo) de uvas de mesa sin semillas es un buen camino para incrementar las exportaciones en el país. En Europa, el precio del kilo de uvas sin semillas llega a 3,50 dólares. En la actualidad se estima que tan solo el 3% de las 600 mil toneladas anuales de uvas de mesa producidas en el Brasil provenga de castas sin semillas. De dicho total, tan solo 26 mil toneladas se exportaron en 2002, que rindieron 34 millones de dólares.

La producción de uvas sin semilla durante casi todo el año puede hace que aumente la presencia de las uvas brasileñas en Europa y otros mercados. Esto es posible porque en el Valle del São Francisco, región semiárida, donde la fruticultura irrigada se desarrolla a buen ritmo, se levantan hasta dos cosechas y media de uvas por año. Tal peculiaridad asegura el suministro casi ininterrumpido de la fruta. En el sur del país, como así también en los tradicionales países exportadores de uvas de mesa, se hace solamente una vendimia por año, en general durante los meses de verano. “Otra ventaja consiste en que las uvas sin semillas son ideales para hacer pasas”, comenta Camargo. En Brasil actualmente todas las pasas de uva, muy apreciadas durante las fiestas de fin de año, provienen del exterior.

El Proyecto
Creación de Cultivares de Uvas Sin Semillas para la Viticultura Brasileña de Mesa
Coordinador
Umberto Almeida Camargo – Embrapa Uva y Vino
Inversión
US$ 2.150.000,00 (Embrapa), US$ 430.112 (CNPq) y R$ 240.000,00 (iniciativa privada)

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