En los laboratorios de la Universidad Estadual Paulista (Unesp) desarrollaron un biopesticida capaz de controlar diversas plagas agrícolas sin causar daños al ambiente y con diversas ventajas en relación a los agrotóxicos convencionales. Los resultados de laboratorio y en el campo mostraron la eficiencia del producto y despertaron el interés de la empresa paulistana Technes Agrícola, que ya firmó un contrato de transferencia de la tecnología con la universidad. El producto estará disponible para agricultores brasileños en alrededor de tres años.
“El biopesticida es hecho a partir de fuentes renovables, no es tóxico a mamíferos y, por lo tanto, no ofrece riesgos a la salud de quien manipula el producto o consume os alimentos protegidos por él. En también biodegradable, no contamina el ambiente y no interfiere en el desarrollo de la planta”, explica el químico Maurício Boscolo, profesor del Instituto de Biociencias, Letras y Ciencias Exactas (Ibilce), de la Unesp de São José del Río Preto, en el interior paulista, que coordinó los estudios de desarrollo del plaguicida.
El producto es un compuesto de la clase de los ésteres de sacarosa, sustancias compuestas por la reacción de un ácido, en el caso los ácidos grasos del aceite de soja, y azúcar. El proceso utiliza la sacarosa de la caña de azúcar y los compuestos formados son denominados sucroésteres. Según Boscolo, todos las pruebas realizadas hasta ahora mostraron que, a pesar de ser producido con reactivos comunes y de origen vegetal, el biopesticida es eficiente, posee gran potencial económico y no genera residuos a lo largo del proceso industrial.
En el contrato firmado entre la Unesp y la Technes, además de la transferencia de tecnología también está garantizada la cooperación técnica para la producción en gran escala del plaguicida con la empresa, que es especializada en el desarrollo de fertilizantes orgánicos y minerales, suplementos y otros productos para el campo. El acuerdo prevé un repase, del porcentual no divulgado, sobre la venta de los productos, y la construcción, por parte de la empresa, de un nuevo laboratorio en el Ibilce, además de la reforma del Laboratorio de Ecología Aplicada de la Facultad de Ciencias Agrarias y Veterinarias (FCAV), en el campus de Jaboticabal, que también tiene investigadores participantes del desarrollo del biopesticida, en un valor total de 155 mil reales.
“El producto es muy bueno y nos gustaría colocarlo en el mercado rápidamente. Pero estimamos que él solamente comenzará a ser vendido dentro de tres años. Ese es el tiempo promedio para que se consiga el registro de un nuevo pesticida en los ministerios de la Salud, de la Agricultura y del Medio Ambiente”, dice Edson Tsuzuki, socio de la Technes Agrícola. El precio final del producto y el nombre comercial aún no están definidos, pero Tsuzuki garantiza que él tendrá un valor competitivo. El volumen inicial de producción, según estimados de la empresa, será de 5 mil a 10 mil litros por mes.
Protección de grasa
La principal característica del plaguicida es la de ser un detergente o tensoactivo, sustancia capaz de reducir la tensión superficial cuando es disuelta en agua. Él actúa directamente en la cutícula protectora del cuerpo de ciertas plagas, como ácaros y algunos insectos, que poseen un esqueleto externo (exoesqueleto) con una fina capa de grasa, una protección natural cuya principal función es evitar la pérdida de agua. Los estudios realizados por el grupo de Boscolo, formado también por el ingeniero agrónomo Odair Aparecido Fernandes, profesor de la FCAV, y por el biólogo Reinaldo Feres, profesor del Ibilce, demostraron que las plagas estudiadas enflaquecen después de la pulverización con sucroésteres. Exámenes al microscopio revelaron que eso sucede porque el exoesqueleto fue afectado y, como consecuencia, hubo pérdida de agua. “Ellos mueren por deshidratación”, dice Boscolo. “Nuestro bio-pesticida actúa de la misma manera que los detergentes usados para lavar loza. Mientras que estos disuelven la grasa de los platos, el nuestro disuelve la grasa de las plagas, además de poseer un efecto adhesivo que inmoviliza a algunos insectos y arácnidos, como los ácaros.”
Otra importante característica de la sustancia es la acción selectiva, que alcanza preferentemente a los organismos dañinos a las plantaciones. “Él puede ser usado en la fruticultura, por ejemplo, sin provocar la muerte de abejas en la franja de concentración del producto utilizada para el control de las plagas”, afirma Boscolo. No es posible decir aún cuales son los grupos de insectos o de arácnidos en el biopesticida será eficiente. “No hicimos pruebas con hormigas, por ejemplo. Sabemos, en relación a los ácaros, que el producto actúa con mayor eficiencia en aquellos clasificados como fitófagos, que se alimentan de plantas, que en los ácaros predadores, que atacan insectos, poseedores de un exoesqueleto más resistente.”
De acuerdo con el investigador, no existe ningún otro producto fabricado en Brasil con las mismas características que su biopesticida. “Hasta donde sabemos, existe un producto similar producido en Estados Unidos, pero que emplea solventes tóxicos en su proceso de fabricación, generando residuos”, apunta Boscolo.
Así como acostumbra ocurrir con muchas innovaciones, el descubrimiento del biopesticida sucedió casi por casualidad. “El objetivo inicial del proyecto, que comenzó hace cinco años, era otro. Yo había recibido una beca de Joven Investigador de la FAPESP y estudiaba el desarrollo de productos derivados de la sacarosa en una subárea de la química llamada sucroquímica”, cuenta. Inicialmente, la intención era producir detergentes no-iónicos biodegradables. Aquellos utilizados en la cocina, producidos a partir de sustancias petroquímicas, son iónicos. Los investigadores también querían desarrollar polímeros y otros derivados. “Como sabíamos que algunos sucroésteres encontrados en vegetales presentaban actividad biológica, surgió la idea de probar los productos que estábamos desarrollando en la forma de controladores biológicos”, dice Boscolo.
Las primeras pruebas de actividad biológica fueron realizados con la mosca blanca (Bemisia tabaci), considerada una de las principales plagas del siglo XX y responsable del perjuicio de decenas de millones de dólares en el país. Ella tiene un alto poder de destrucción y la capacidad de adaptarse a más de 700 tipos de cultivo, como plantas ornamentales, soja, algodón, frijoles, melón, tomate y boniato, entre otros. Pruebas de laboratorio y en cultivos protegidos, coordinados por el agrónomo Odair Aparecido Fernandes, mostraron un control muy eficiente. “Entre 90% y 100% de la población del insecto – que, a pesar del nombre, es del grupo de las cigarras – fue eliminada. En algunos casos, la muerte de la plaga se dio en dos horas después de la aplicación del bio-pesticida”, dice Fernandes. En seguida, fueron hechas pruebas, igualmente exitosas por el biólogo Feres, con ácaros plaga de diversas culturas, como por ejemplo: Calacarus heveae, Tetranychus urticae y Tetranychus ogmophallos, que atacan a las caucheras, a las plantas ornamentales y a las labranzas de maní, respectivamente.
Control ampliado
Una de las primeras empresas que se benefició del nuevo biopesticida fue la Athena Mudas, de São José del Río Preto, que factura 6 millones de dólares exportando mudas de plantas ornamentales para más de diez países de la América del Norte y de Europa. A lo largo del 2006, aún durante el desarrollo de la sustancia, el biopesticida fue probado, aisladamente o en conjunto con otros pesticidas convencionales, y se mostró capaz de controlar varias plagas, especialmente la mosca blanca y el ácaro rayado (Tetranychus urticae). “Cuando utilizamos el producto solito, percibimos que los efectos son sentidos en largo plazo. Ya cuando lo empleamos con otros pesticidas, vimos que él potencializa la acción de ellos”, afirma el ingeniero agrónomo José Carlos Salvador Sobrinho, coordinador del departamento técnico de la Athena. Con el uso de la sustancia, la Athena espera reducir en cerca de 100 mil dólares el perjuicio anual con mudas infestadas por plagas.
El uso del biopesticida por parte de la Athena es hecho en carácter experimental. La Unesp firmó un contrato por seis meses, en julio del 2006, que fue renovado por un año más en enero del 2007. Por el contrato la universidad suministra el bio-pesticida y la Athena paga los costos de producción y dos becas para investigadores del proyecto, una de maestría y otra de iniciación científica. La aplicación del producto es monitoreada y sirve para la evaluación de la eficiencia del proyecto. Los resultados también servirán para la aprobación del biopesticida en los órganos que suministran la licencia de uso para ese tipo de producto.
El Proyecto
Desarrollo de derivados de sacarosa. Síntesis y estudio de sus propiedades físico-químicas
Modalidad
Programa de Apoyo a Jóvenes Investigadores en Centros Emergentes
Coordinador
Maurício Boscolo – Unesp
Inversión
149.238,99 reales y 89.374,06 dólares (FAPESP)