La vegetación de la restinga que bordea la carretera que comunica las ciudades de Natal y Macaíba recuerda en parte, al menos para mis ojos bahianos, la de la Línea Verde, autopista mediante la cual se accede a algunos de los más paradisíacos tramos del litoral nordestino, entre Praia do Forte, en Bahía, y Mangue Seco, en Sergipe. Pero, al realizar el recorrido citado en aquella autopista, en realidad estamos viajando hacia el interior del continente, alejándonos de las bellas playas de Natal y llegando cerca del río Potengí, afluente del Jundiaí. Nada, sin embargo, que deba preocupar excesivamente a los jóvenes doctores y posdoctores de cualquier parte del país que decidan sumergirse en las investigaciones cruciales de la neurociencia de avanzada que el Instituto Internacional de Neurociencia de Natal (IINN) promete desarrollar en tierras potiguares (naturales de Río Grande do Norte) y, al mismo tiempo, deseen disfrutar del mar en Natal. En poco tiempo se llega allá. Pero, a juzgar por el ritmo de trabajo del neurocientífico Miguel Nicolelis, quien lidera el proyecto del IINN, difícilmente para los jóvenes científicos en cuestión, será encontrar mucho tiempo libre para disfrutar las olas de Natal.
Profesor titular en la Universidad Duke, donde dirige un laboratorio de 1.100 metros cuadrados cubiertos, que propone novedades aún no consensuadas en el campo de la ciencia básica del cerebro, mientras realiza avanzados experimentos con ratones y monos, con énfasis en la construcción de neuroprótesis (brazos robotizados, por ejemplo), capaces de obedecer solamente las órdenes cerebrales, Nicolelis se muestra incansable. Un día está en Durham, al otro en São Paulo, luego en Natal, y de ahí sigue viaje a Japón… Parece extenuante, pero todo indica que le gusta mucho lo que hace. Y es mayor aún su convicción acerca de la posibilidad de articular en un país como Brasil la ciencia de punta con la transformación social en las comunidades con carencias. El trabajo del equipo de Nicolelis, que cuenta con el apoyo decisivo de Sidarta Ribeiro, sin olvidar a Cláudio Mello, se convirtió en la tapa de la presente edición de Pesquisa FAPESP debido a su importancia, la que ciertamente será convalidada del 23 al 25 de febrero en el II Simposio del IINN.
Estudios del comportamiento, o mejor dicho, de cambios de comportamiento sociales, frecuentemente cuentan con una buena carga de información acerca del tránsito de las sociedades desde un patrón arcaico, o alguno particularmente establecido, hacia otro que nadie consideraba que algún día iba a imponerse. Y cuando esos cambios ocurren en relación con instituciones que parecían tan sólidas como la roca más alta del Pan de Azúcar, en general se imagina que a ellas les seguirá una especie de diluvio social, con la instauración del caos y de una insoportable permisividad. Pues bien, no es nada de eso lo que atestiguan estudios recientes acerca de las familias de padres homosexuales. La pareja de iguales, ya sean hombres o mujeres, revela muy pocas diferencias en relación con el matrimonio heterosexual en lo que atañe a la crianza de los hijos. Vale la pena verificarlo en el reportaje de Carlos Haag.
¿Alguna duda acerca de nuestra capacidad para destacarnos en alguna disciplina que no sea el samba o el fútbol? Un estudio en cienciometría nos muestra que disfrutamos de un razonable prestigio internacional, por así decirlo, en determinadas áreas científicas en las que el país ha invertido más seriamente a lo largo de los años. O de décadas, en algunos casos. El criterio con que se hizo la medición se basó en los artículos científicos realizados por brasileños o con la participación de brasileños citados por otros autores entre 1994 y 2003. Y allí se vieron algunos resultados obvios y otros sorprendentes. Un ejemplo del primer caso: nos destacamos en cirugías cardiovasculares. Del segundo: nos destacamos en física de partículas. Todo se encuentra explicado en el artículo “¿En qué nos destacamos?”. Y aprovechando la portada de esta edición: nos destacamos también en neurociencias.
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