Científicos británicos de la Universidad de Portsmouth, en Inglaterra, lograron desarrollar una llave electrónica basada en ADN, que hace posible la creación de una interfaz entre organismos vivos y el mundo de la computación. La nueva tecnología fue bautizada como “nanoactuador” o “dínamo molecular”. El dispositivo es invisible al ojo humano y mide alrededor de 1 milésimo del espesor del cabello humano. Consiste en una cinta de ADN anclada en un canal minúsculo de un microchip, un elemento magnético y un motor biológico impulsado por la fuente de energía natural que se halla en las células vivas, el trifosfato de adenosina (ATP). Al trabajar juntos, esos elementos crean un efecto dínamo que genera electricidad. Como resultado, el dispositivo emite señales eléctricas, que pueden ser enviadas a un ordenador. Además de su empleo en la informática, la llave de ADN cuenta con una aplicación práctica inmediata en la detección de toxinas y podrá utilizarse en sensores biológicos que revelan contaminación por elementos patogénicos aéreos.
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