RICARDO NOGUEIRA/FOLHA IMAGEM/FOLHAPRESSLos eventos extremos de corta duración, como por ejemplo las intensas lluvias que cayeron sobre São Paulo, Río de Janeiro, Angra dos Reis y otras ciudades brasileñas, con sus trágicas consecuencias, se intensificarán debido a los cambios climáticos que están produciéndose desde hace ya algunas décadas. Los problemas continuarán durante los próximos años, tal como lo muestra un amplio estudio realizado entre la Red Brasileña de Investigaciones de Cambios Climáticos (Red Clima) y el Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología para Cambios Climáticos en la temática Ciudades, bajo la coordinación de Carlos Nobre, del Centro de Ciencia del Sistema Terrestre del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe), y hasta hace poco, de Daniel Joseph Hogan, del Núcleo de Estudios de Población (Nepo) de la Universidad Estadual de Campinas, quien falleció el 27 de abril (lea en esta edición). En la década de 1930 y, si vamos un poco más atrás en el tiempo, en el siglo XIX, no había tantos eventos extremos de lluvias como los que actualmente se registran en la ciudad de São Paulo, dice Carlos Nobre. Esto es un cambio climático, y no necesariamente provocado por el calentamiento global, subraya. Lo más probable es que la mayor parte de este cambio climático tenga su origen en la propia Región Metropolitana de São Paulo, en un efecto al que los expertos denominan isla urbana de calor. El exceso de hormigón, la falta de áreas verdes y la dificultad de ventilación debido al gran número de edificios altos y cercanos unos a otros son las causas de la concentración de calor en esas islas existentes en varias ciudades. En la media de temperatura anual, la ciudad de São Paulo es 2,5 grados Celsius más cálida que hace 70 años. Si la comparación se hace tomando un día más caluroso de primavera, sin nubes, ese número trepa más de 6 grados, dice Carlos Nobre, también coordinador del Programa FAPESP de Investigación sobre Cambios Climáticos Globales.
Un primer resultado de este trabajo que empezó hace un año y medio, llamado Detección de vulnerabilidades a los Cambios Climáticos de las megaciudades brasileñas, se le elevará en poco tiempo más al alcalde de São Paulo, Gilberto Kassab, y apuntará entre otras cosas las áreas bajo mayor riesgo de deslizamiento de laderas e inundaciones en el escenario actual, y una proyección para el año 2030 si no se hace nada con relación al modelo adoptado hasta ahora de expansión urbana de la Región Metropolitana de São Paulo (RMSP), con la ocupación desordenada de áreas periféricas. La mancha urbana que las imágenes del satélite Landsat revelan para la Región Metropolitana de São Paulo es sorprendente, pues se extiende por más de 80 kilómetros en sentido este-oeste y alrededor de 40 kilómetros de norte a sur, siendo que 20 de los 39 municipios que componen la RMSP tiene sus áreas urbanas conurbadas, es decir que constituyen un continuum urbano casi totalmente impermeabilizado en la cuenca del río Tietê y de sus mayores afluentes de alto curso, los ríos Pinheiros y Tamanduateí, dice Andréa Young, investigadora del área de población y ambiente del Nepo, arquitecta especializada en el área de geoprocesamiento y sensoriamiento remoto y en gestión ambiental. En uno de los mapas, la investigadora analizó la extensión de la mancha urbana comparando los años 2001 y 2008. La región en que esas alteraciones se hacen sentir más intensamente, con un índice de ocupación urbana superior al 80%, corresponde al tramo de la cuenca del río Tietê y el Pinheiros, dice Andréa. La investigadora subraya que el proceso de urbanización está desfigurando también el resto de la cuenca, avanza por los afluentes y ocupa sus vertientes y nacientes.
Los escenarios de riesgo actuales sirvieron como demarcadores para generar un modelo de expansión urbana para la Región Metropolitana en 2030. Por la simulación, realizada mediante el modelo Métrica de Expansión Periférica, podemos observar que la ocupación se intensificará en la periferia de la RMSP de seguirse el patrón actual, y ejercerá una fuerte presión sobre los recursos naturales existentes, dice Andréa. De concretarse efectivamente ese proceso, nuevas áreas de riesgo surgirán y la vulnerabilidad se intensificará tanto con relación a las inundaciones como a los deslizamientos, incluso porque los episodios de lluvias intensas que los deflagran están volviéndose más frecuentes debido a los Cambios Climáticos de origen local y global.
En el área de salud pública, un estudio realizado en la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo (FMUSP) indicó que por cada 10 milímetros de lluvia, el riesgo de internaciones por leptospirosis aumenta alrededor de un 12% al cabo de dos semanas. Cuando se combinan alteraciones del clima, contaminación del aire y aumento de humedad, es posible hacer un modelo que logra prever un 70% de la variabilidad de enfermedades respiratorias infecciosas, dice Paulo Saldiva, profesor de la FMUSP. Cuando se junta una condición de frío y alta humedad, el llamado frío húmedo, con los gases contaminantes dióxido de azufre (SO2) y monóxido de carbono (CO), aumentan los casos de enfermedades del tracto respiratorio superior. En las internaciones por enfermedades del tracto inferior, tales como asma y bronquitis, la principal causa fue el frío húmedo asociado con el ozono (O3) y las partículas inhalables de diámetro inferior a 10 micrones.
Los vehículos automotores responden por un 40% de las emisiones de partículas y por el 31% de las de SO2, en tanto que las industrias son responsables por el 10% del material en partículas y el 67% del SO2 transportado a la atmósfera, de acuerdo con datos del informe. Solamente en la Región Metropolitana de São Paulo se hacen diariamente más de 30,5 millones de desplazamientos de vehículos, de los cuales 12 millones se refieren al transporte de pasajeros y 8,1 millones son individuales. Como el suelo se negocia como mercadería, algunas zonas pasan a valer mucho y la gente de menos recursos es empujada hacia las periferias, dice Saldiva. Eso significa que las personas deben desplazarse grandes distancias para ir de su casa al trabajo, lo que redunda en un alto consumo de energía de los vehículos y mucha polución atmosférica.
Los mapas que evalúan los riesgos de inundaciones y de deslizamientos de tierra en la Región Metropolitana de São Paulo un área de 8.051 kilómetros cuadrados donde viven más de 19 millones de habitantes, de acuerdo con las estimaciones de la Fundación Sistema Estadual de Análisis de Datos (Seade) para el año 2008 se confeccionaron empleando un innovador modelo computacional de mapeo de terrenos, que muestra con precisión las áreas bajas cercanas a los ríos y arroyos, incluso en diferentes alturas en el relieve y sujetas a inundaciones, y los sitios con inclinaciones en las laderas sujetos a desmoronamientos. Denominado Hand (sigla que inglés significa altura arriba del drenaje más cercano), este modelo, creado por el investigador Antonio Donato Nobre, del Instituto Nacional de Investigaciones de la Amazonia (Inpa), y su equipo del Centro para Ciencia del Sistema Terrestre del Inpe, nivela todos los cursos de agua del terreno al nivel cero y remapea los demás puntos de la topografía de acuerdo con la distancia vertical relativa al nivel en que se encuentra el agua superficial más cercana. Es decir, es como si el mapa digital del paisaje siguiera el trayecto del agua que corre por la calle de acuerdo con la topografía del terreno hasta llegar al lugar en que se vierte en el río. En un principio el modelo se desarrolló para la evaluación de los suelos y del sistema hidrológico en la tierra firme de la Amazonia, pero posteriormente se lo extendió a otras aplicaciones.
El modelo Hand muestra con gran precisión los contrastes del terreno en términos fisiográficos, y resalta ante el usuario las diferencias del medio físico, dice el investigador Agostinho Ogura, del área de Gestión de Riesgos y Desastres Naturales del Instituto de Investigaciones Tecnológicas (IPT), quien contribuyó en la medición de las declividades para la Región Metropolitana de São Paulo. Y revela cuando la declividad de una ladera, asociada con las lluvias, pasa a considerarse como de riesgo, valiéndose de tres categorías de clasificación. Con más de 30 grados, la condición es crítica para deslizamientos, de 15 a 30 grados es de alta susceptibilidad y de 5 a 15 grados la susceptibilidad referente a procesos de inestabilización de laderas es menor. La desestabilización de las laderas con escurrimientos se correlaciona con episodios de lluvias de alta intensidad y volumen, generalmente disparados por eventos pluviométricos con totales superiores a los 100 milímetros, dice Ogura. Lluvias intensas con esos altos volúmenes no se abatían sobre la ciudad desde hacía 100 años, y se registran ahora y ocurrirán más todavía en el futuro con el cambio climático, dice Carlos Nobre.
Las áreas de terreno susceptibles a la acción de crecidas e inundaciones, identificadas cuantitativamente por primera vez mediante la aplicación del método Hand, se superpusieron a la mancha urbana, y esto permitió la visualización de las áreas de ocupación más vulnerables. En las llanuras y en los fondos de valles se acumula el exceso de agua que se escurre debido a la remoción de la cobertura vegetal natural en toda la cuenca de captación. En uno de los mapas, con el Hand, es posible detectar claramente dónde se concentran los más de 400 puntos de anegamiento identificados por el Centro de Gerenciamiento de Emergencias (CGE) municipal, que hacen que la ciudad de São Paulo se convierta en un caos durante los días de lluvia intensa y concentrada. Algunos puntos son previsibles, pues se encuentran exactamente en las zonas que formaban las vegas del río Pinheiros y del río Tietê, inicialmente sinuosas, posteriormente rectificadas para la abertura de las pistas marginales y el aprovechamiento de áreas para la construcción.
El proyecto Megaciudades, financiado por el Global Opportunities Fund Climate Change and Energy Programme del Reino Unido, por la Red Clima y por el Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología para Cambios Climáticos, con el apoyo del Programa FAPESP de Investigaciones sobre Cambios Climáticos, abarca un amplio estudio sobre el clima, la contaminación, el relieve, la hidrografía, el uso y la ocupación de la tierra, la salud, las características sociodemográficas de la población y otras informaciones, con proyecciones de escenarios futuros para los dos mayores complejos urbanos de Brasil con poblaciones de más de 10 millones de habitantes: las Regiones Metropolitanas de São Paulo y de Río de Janeiro. Nuestra investigación tiene apunta a hacer una síntesis del trabajo de muchos expertos que se las ven cotidianamente con estos problemas, dice Hogan. Queremos un producto accesible no solamente para los investigadores, sino también para los responsables de las políticas públicas y para la población en general.
Un segundo mapa, el de la Región Metropolitana de Río de Janeiro, está a cargo del mismo grupo de investigación en colaboración con investigadores de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), y su entrega está prevista para julio. Pero antes de llegar al informe final, en el caso de São Paulo, se cumplieron varias etapas. Un panel internacional de expertos, cuyo objetivo consistió en diagnosticar preliminarmente cada Región Metropolitana con base en el conocimiento ya producido acerca de las alteraciones climáticas y de las cuestiones que parecen ser fundamentales para encarar los cambios, se realizó en dos etapas durante el mes de julio de 2009: una en el Jardín Botánico de Río de Janeiro y la otra en el auditorio de la FAPESP en São Paulo. Investigadores de Brasil, Estados Unidos, el ReinoUnido y Argentina presentaron estudios y las experiencias desarrolladas en Nueva York, Londres y Buenos Aires.
El énfasis en la vulnerabilidad y en las acciones de adaptación a los cambios climáticos es el punto central del informe y refleja el trabajo de los paneles. Es necesario partir de una comprensión histórica, geográfica y social del medio urbano en términos locales y regionales para entender de qué manera ciertos impactos y peligros afectarán a ciertas localidades específicas, dice Carlos Nobre. En ese contexto, la adaptación involucra al conjunto de acciones que las ciudades e instituciones deberán enfrentar en busca de soluciones ante los impactos y peligros que sufrirán.
El documento plantea que las políticas y estrategias necesarias para tener en cuenta las amenazas climáticas globales deberán ser complementarias, con su foco en los mecanismos de desarrollo limpio, la remoción de residuos tóxicos y la recomposición del ambiente. Es necesario pensar en otro tipo de modelo urbano basado en la planificación y el control del uso del suelo, dice Ogura. La ciudad de São Paulo tiene una política de uso del suelo debido un acuerdo suscrito con el Ministerio Público para desarrollar proyectos habitacionales de reurbanización en áreas de riesgo. Los habitantes de la antigua Favela do Gato, por ejemplo, en la autopista marginal Tietê, justo adelante del complejo de Anhembi, vivían en casillas precarias en un área sujeta a inundaciones, a orillas del río Tamanduateí. Actualmente están instalados en un conjunto de edificios ubicados al lado del antiguo local.
El proceso destinado a mejorar las condiciones de calidad habitacional de la gente que vive en áreas de riesgo deberá proseguir, pues nuestros estudios indican que arreciará la severidad y la frecuencia de los eventos pluviométricos ocasionados por los cambios climáticos, dice Ogura. De no hacerse nada, la deforestación proseguirá en las zonas en que actualmente se detectan las mejores condiciones de vegetación, ya que las personas, forzadas por la presión inmobiliaria, terminan siendo empujadas hacia áreas alejadas de la región central. Así, el efecto isla de calor empeorará. El aumento del cinturón de pobreza se concentrará en las periferias de las ciudades, con todas las enfermedades asociadas a la vulnerabilidad, la desmejora de la calidad del agua, la proliferación de las diarreas, los nuevos focos de dengue y la violencia urbana, subraya Saldiva.
Una de las propuestas del informe consiste en cuantificar los beneficios derivados de las medidas de adaptación a los cambios climáticos para que esto sirva de apoyo a la toma de decisiones. Como ejemplo de ello, los investigadores mencionan una experiencia realizada por el Departamento de Agua y Energía Eléctrica (Daee) del estado de São Paulo, que cuantificó los beneficios derivados de la realización de obras de drenaje urbano.
En áreas de gran circulación de vehículos, se consideraron los costos de interrupción o el atraso en el tránsito ocasionado por las inundaciones. Debido a la reducción en la velocidad promedio, en general se triplican los costos normales de operación de los vehículos. Para os particulares los valores varían de 0,26 a 0,78 real por kilómetro. En el caso de los camiones, van de 1,50 a 3 reales por kilómetro. El tiempo promedio perdido durante las interrupciones de tránsito causadas por las inundaciones llega a tres horas, y se estima que corresponde a 6 reales la hora por pasajero en el caso de los vehículos particulares, y de 2 reales la hora por pasajero de ómnibus y en camiones.
Es posible mostrar, por ejemplo, cuánto cuesta recuperar un área de riesgo sujeta a deslizamientos, con remociones, proyectos habitacionales y reurbanización de áreas, dice Ogura. Asimismo, también es posible intentar actuar preventivamente, sacando a la gente que está en situación de riesgo, y utilizando los sistemas de monitoreo e información en tiempo real que permiten hacer un seguimiento de las lluvias y las condiciones meteorológicas adversas, junto al mapeo preciso de las áreas más vulnerables.
El documento incorpora al final los principios que deben orientar la discusión de la política del uso del suelo, de reocupación del espacio y de movilidad, y también plantea el trabajo asociativo. La ciencia no puede ser el único factor de formulación de políticas públicas, pero debe ser tenida en cuenta, dice Saldiva, quien asimismo apunta que, si no se implementan acciones políticas, el crecimiento de la mancha urbana presionará aún más sobre los reservorios de agua. La experiencia adquirida en los estudios para São Paulo y Río de Janeiro podrá replicarse en otras grandes ciudades brasileñas, y un nuevo estudio para Belém, Recife, Belo Horizonte y Curitiba, financiado por el Ministerio de Medio Ambiente, comenzará durante el segundo semestre. En pocos años más contaremos con un primer mapeo de las principales vulnerabilidades ante los cambios climáticos de las grandes ciudades brasileñas, que servirá de guía para la implementación de políticas públicas de reducción de las mismas, dice Carlos Nobre.
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