La adición de una pequeña capa de níquel por debajo del cromo que recubre el acero de los trenes de aterrizaje de los aviones otorga una mayor resistencia a la corrosión y a la fatiga a esos equipamientos. Esta reciente conclusión es de un grupo de investigadores de la Facultad de Ingeniería de Guaratinguetá, de la Universidad Estadual Paulista (Unesp). Éstos ya le han repasado esa información a Eleb, una empresa integrada por Embraer y la compañía alemana Liebherr, que fabrica en São José dos Campos (São Paulo), implementos para la industria aeronáutica. Dicha transferencia forma parte de un acuerdo existente desde 1990 entre ese grupo y Embraer para el desarrollo de investigaciones tecnológicas relacionadas con el tren de aterrizaje.
Coordinado por el profesor Herman Jacobus Cornelis Voorwald, el grupo ganó, con el estudio sobre el uso del níquel, la medalla de plata en 2001, como uno de los mejores papers presentados en la revista Plating & Surface Finishing (Revestimiento y Acabado Superficial), de la Sociedad Americana para Electrodeposición y Acabado Superficial (AESF). El artículo fue firmado por los doctorandos Renato Chaves Souza y Marcelino Pereira do Nascimento, que desarrolló su trabajo en su tesis de maestría, y por el doctorando e ingeniero de Eleb, Walter Luis Pigatin.
“En el tren de aterrizaje, las propiedades de fatiga, corrosión y desgaste deben estar siempre por encima de las necesidades mínimas requeridas”, explica Voorwald. El trabajo del grupo se encamina ahora hacia la total sustitución del cromo en la protección del acero del tren de aterrizaje. “Estamos estudiando un revestimiento alternativo al cromo, o mejoras al proceso actual, porque ese material es perjudicial para el hombre y para el medio ambiente, tanto en el momento de la fabricación como en el descarte de la pieza o de los residuos durante el proceso de cromado”, dice Voorwald.
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