Ya en el lejano año 1442, los agricultores de Corea del Sur lograban medir la cantidad de lluvias que caía en sus tierras, y con esa información, enviada a Seul, la capital del reino, planificaban las cosechas. La medición se llevaba a cabo con un artefacto de metal con forma de tambor, provisto de una escala interna, que más tarde recibió en Occidente el nombre de pluviómetro. Pasados más cinco siglos, nuevas funciones se incorporaron a este artefacto, utilizado por meteorólogos, productores ganaderos, empresas de área de la construcción civil, de generación de energía hidroeléctrica y otros sectores. Pese a la gran demanda, aún hoy en día casi todos los instrumentos electrónicos para medir las lluvias hallados en el mercado brasileño se fabrican fuera del país.
La constatación de que faltaba un aparato genuinamente nacional, que se adaptase fácilmente a las necesidades de los usuarios locales, llevó al profesor João Eduardo Machado Perea Martins, del Departamento de Computación de la Facultad de Ciencias de la Universidad Estadual Paulista (Unesp) de Baurú a desarrollar un colector automático capaz de almacenar una gran cantidad de datos pluviométricos y procesar informaciones, económico en el consumo de energía y de bajo costo de montaje. “El valor comercial del producto importado asciende a 500 dólares, mientras que el precio de costo de montaje de nuestro colector es de 25 dólares”, dice el investigador. Perea se apresta a patentar el colector, y comenta que ha sido consultado por empresas interesadas en conocer el proyecto.
Este dispositivo, de pequeñas dimensiones, funciona conectado a un pluviómetro, un recipiente plástico que capta el agua de la lluvia. Por cada 0,2 milímetro registrado, envía una señal eléctrica al colector. Durante el período en el que permanece en el campo, el aparato registra no solamente el volumen de lluvias, sino también la fecha y el horario en el que éstas cayeron, minuto a minuto. El colector tiene una memoria en la que permanecen almacenados los datos registrados, que son transferidos posteriormente a una computadora. El software para la recepción de los datos en la computadora también fue desarrollado por Perea, y puede adaptarse a las investigaciones locales.
La preservación de la información
El investigador comenta que todo fue pensado para simplificar la instalación del equipamiento en campo. “Para conectar el pluviómetro al colector basta con ajustar un par de tornillos”. Y la falta de energía eléctrica tampoco constituye un problema. Tres pilas garantizan su funcionamiento durante dos años. Si se produce alguna falla, las informaciones no se pierden. “Tiene una memoria especial, que retiene la información aun cuando se agota la energía”, explica.
Maurício de Agostinho Antonio, director del Instituto de Investigaciones Meteorológicas (IPMet) de Baurú, que utilizó el colector en su fase experimental, menciona entre sus principales ventajas su bajo costo y su buena respuesta temporal. Según Osmar Cavassan, de la Facultad de Ciencias de la Unesp, también de Baurú, “este aparato permite correlacionar variaciones de la fauna y la flora y las características físicas del ambiente, principalmente el clima y el suelo”. Ahora Cavassan se encuentra a la espera de la instalación del colector en su versión final, para utilizarlo en sus proyectos de investigación, principalmente de ecología.
El Proyecto
Implementación de un Sistema Automático para Adquisición de Datos Pluviométricos
Modalidad
Línea Regular de Auxilio a la Investigación
Coordinador
João Eduardo Machado Perea Martins – Unesp
Inversión
R$ 46.315,00