Por supuesto que son refrescantes y reconfortantes. Pero es cada vez más evidente que los refrescos o gaseosas, los jugos industrializados e incluso el cafecito endulzado cotidiano producen efectos indeseables. Además de calorías en exceso, estas bebidas también multiplican el riesgo de desarrollo de dolencias crónicas, debido al desequilibrio que provocan en el organismo.
Según una investigación científica internacional publicada en el mes de enero en la revista Nature Medicine, que contó con la participación de investigadores brasileños, el consumo excesivo de bebidas endulzadas contribuyó directamente y en todo el mundo a desencadenar 2,2 millones de nuevos casos de diabetes tipo 2 ‒que dicho de manera sencilla, es cuando el organismo produce insulina, la hormona responsable de la absorción de la glucosa, pero no la utiliza en forma adecuada‒ y 1,2 millones de casos de enfermedades cardiovasculares durante el año 2020. Brasil figura entre los países con un consumo clasificado entre intermedio alto, en el 34º puesto a nivel mundial y en el 6º de América Latina y el Caribe, una de las regiones más afectadas por este flagelo. El 24,4 % de los nuevos casos de diabetes tipo 2 diagnosticada en 14 millones de personas en el territorio brasileño y el 11,3 % de los casos de enfermedades cardiovasculares se asocia al consumo de estas bebidas. Según el Ministerio de Salud nacional, e incluyendo otras causas como el tabaquismo y el exceso de colesterol en sangre, las enfermedades cardiovasculares y principalmente los infartos, provocan cada año la muerte de unas 400.000 personas en el país.
Este problema también es preocupante por el hecho de que las bebidas endulzadas se encuentran a disposición en muchos comercios de venta de alimentos. La buena noticia, desde el punto de vista de la salud pública, es que la producción de refrescos cayó de 16.900 millones a 12.600 millones de litros y el consumo anual per cápita, de 88,9 a 59,5 litros entre 2010 y 2021, según la Asociación Brasileña de Industrias de Refrescos y Bebidas Sin Alcohol (Abir).
El estudio publicado en Nature Medicine recopiló datos de 184 países que comprenden un total de 6.900 millones de personas, lo que equivale al 87,1 % de la población mundial. El país donde se consumen más bebidas azucaradas es Colombia, cuyo consumo es de aproximadamente 600 mililitros (ml) diarios, mientras que en el otro extremo se ubica China, con un consumo promedio de 7 ml por día.
Las estimaciones consideraron factores tales como la edad, el género, el nivel educativo y el lugar de residencia de cada país. Para hacer frente a la falta de datos en algunos lugares, se recurrió a un modelo matemático que combinó información de diferentes niveles ‒nacional, regional y mundial‒ para generar pronósticos más precisos. “Este método permite lidiar con las disparidades entre los datos disponibles y la inexactitud de las muestras, garantizando proyecciones más fidedignas”, explica la coordinadora del estudio, la nutricionista Laura Lara-Castor, pasante posdoctoral en la Universidad de Washington, en Estados Unidos.
Entre los brasileños adultos, el consumo semanal promedio de bebidas endulzadas estimado en el estudio fue de 4,1 porciones de 240 ml, lo que equivale a un vaso de tamaño mediano casi lleno (140 ml) por día. En 2020, el equipo de la nutricionista Regina Fisberg, de la Universidad de São Paulo (USP), detectó valores más altos en la capital paulista: en promedio, los adolescentes tomaban 668,4 ml de bebidas endulzadas por día, los adultos 502,6 ml y las personas mayores de 60 años consumían 358,2 ml.
Los adolescentes
Según este último estudio citado, publicado en febrero de 2020 en la Revista Brasileira de Epidemiologia, el consumo era mayor entre los adolescentes con exceso de peso, los adultos físicamente activos y los ancianos de menores ingresos. Las familias con menores ingresos per cápita suelen consumir más café y té endulzados, mientras que los adolescentes de mayor poder adquisitivo bebían más jugos de fruta endulzados. Las conclusiones confirman la tendencia mundial presentada en Nature Medicine: las personas más jóvenes, residentes en áreas urbanas y con mayor nivel de escolaridad, presentan un riesgo más alto de desarrollar diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares causadas por el consumo de bebidas endulzadas.
El consumo de refrescos en Brasil disminuyó un 33 % entre 2010 y 2021, lo que favoreció el control de las enfermedades metabólicas
“Entre los adolescentes, cuanto mayor es el ingreso, también mayor es el consumo de bebidas endulzadas”, afirma la nutricionista Amanda de Moura Souza, del Instituto de Salud Colectiva de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (Uerj), cuyas investigaciones se utilizaron para elaborar los análisis publicados en Nature Medicine. “Esta tendencia puede modificarse en la adultez, cuando las personas con mayor poder adquisitivo amplían su acceso a los servicios de seguimiento de la salud y las posibilidades de cambiar su estilos de vida, adoptando una alimentación más saludable acompañada de una mayor frecuencia de la práctica de ejercicios físicos, que atenúan el problema”.
Fisberg, quien también colaboró con el trabajo publicado en Nature Medicine, advierte: “El efecto de las bebidas azucaradas sobre la diabetes es considerable porque se trata de azúcares de liberación rápida en la sangre”. Los azúcares como la sacarosa (el azúcar refinado) pueden incrementar rápidamente los niveles de glucosa en la sangre y agravar la diabetes tipo 2. La fructosa, uno de los componentes principales de la sacarosa, se metaboliza principalmente en el hígado. Su exceso produce inflamación y acumulación de grasa en las células de este órgano, dañando su funcionamiento.
El consumo de azúcar también favorece la hipertensión arterial, ya que altera los niveles en sangre de ciertos compuestos como el ácido úrico, un inhibidor del óxido nítrico, que ayuda a relajar los vasos sanguíneos y a equilibrar la presión arterial. Otro efecto es el aumento de los niveles de triglicéridos en sangre, que alteran la estructura del colesterol de baja densidad [LDL], propiciando la formación de placas de grasa [ateromas], que causan accidentes cerebrovasculares o infarto.
Aunque el consumo de bebidas endulzadas sigue siendo alto, la tendencia a la baja ha disminuido a lo largo de los años en Brasil. Según un estudio publicado en marzo de 2024 en la Revista de Saúde Pública, entre 2007 y 2021, el consumo regular de estas bebidas por la población se redujo de un 30,9 % a un 14 % y el consumo diario promedio pasó de 430,4 ml a 287,4 ml. Sin embargo, entre 2015 y 2021 la tendencia descendente se desaceleró. “El consumo de frutas y verduras, que venía creciendo en los años anteriores, también comenzó a decaer, lo que indica que algo afectó la alimentación de la población de manera generalizada”, dice la nutricionista Luiza Eunice Sá da Silva, de la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG), coordinadora del estudio.
Para reducir de manera efectiva el consumo de bebidas endulzadas, los expertos sugieren la adopción de medidas combinadas, que abarcan desde el fortalecimiento del Programa Nacional de Alimentación Escolar, esencial para la educación y la seguridad alimentaria desde la infancia, hasta su gravamen. La Organización Mundial de la Salud (OMS) clasifica a la carga tributaria impuesta a este tipo de bebidas como una de las medidas de mayor costo-beneficio para la salud pública.
Los efectos serían amplios. Se calcula que un gravamen adicional de un 20 % a las bebidas endulzadas, sobre las que ya pesa un 36,56 % en impuestos, provocaría un alza en el precio del producto y una caída de las ventas y el consumo. En Brasil, según un estudio publicado en septiembre de 2022 en la revista Diabetes Research and Clinical Practice, esto evitaría 37.303 casos nuevos de diabetes y 5.386 muertes entre los varones y 56.757 y 6.075 casos, respectivamente, entre las mujeres, en los próximos 10 años. Al cabo de 20 años, este gravamen generaría un descenso de hasta un 12,4 % de los nuevos casos de la enfermedad y una disminución del 13,7 % de las muertes asociadas a la diabetes en varones y un 12,7 % en las mujeres.
“Hablamos de dolencias crónicas que están apareciendo cada vez más pronto”, comenta la nutricionista Carla Cristina Enes, de la Pontificia Universidad Católica de Campinas, coordinadora de este estudio. “Más allá de la pérdida de calidad de vida para los individuos y sus familias, hay una sobrecarga sobre el sistema de salud pública”.
Las perspectivas siguen esta tendencia. El gobierno federal aprobó el año pasado una reforma tributaria que apunta a la creación de un impuesto único nacional y un tributo selectivo sobre los productos que se consideran perniciosos para la salud, entre ellos los refrescos y otras bebidas azucaradas, con la intención de desalentar su consumo.
Este artículo salió publicado con el título “Lo dulce, no tan dulce” en la edición impresa n° 351 de mayo de 2025.
Proyecto
Estilo de vida y marcadores bioquímicos y genéticos como factores de riesgo cardiometabólico: investigación de la salud en la ciudad de São Paulo (no 17/05125-7); Modalidad Proyecto Temático; Investigadora responsable Regina Mara Fisberg (USP); Inversión R$ 5.019.338,71.
Artículos científicos
LARA-CASTOR, L. et al. Burdens of type 2 diabetes and cardiovascular disease attributable to sugar-sweetened beverages in 184 countries. Nature Medicine. v. 31, p. 552-64. ene. 2025.
NUCCI, L. B. et al. Impact of a reduction in sugar-sweetened beverage consumption on the burden of type 2 diabetes in Brazil: A modeling study. Diabetes Research and Clinical Practice. v. 192, 110087. oct. 2022.
ORGANIZACIÓN PANAMERICANA DE LA SALUD. Tributação de bebidas açucaradas é uma das medidas de maior custo-benefício para a saúde, afirma Opas. ago. 2021.
SILVA, L. E. S. da et. al. Updating trends in sweetened beverages consumption in Brazil from 2007 to 2021. Revista de Saúde Pública. v. 58, n. 1. mar. 2024.
SOUZA, A. M. et al. ERICA: Intake of macro and micronutrients of Brazilian adolescents. Revista de Saúde Pública. v. 50, n. 1. feb. 2016.
