Está surgiendo un grave riesgo para la calidad de vida de las personas de edad avanzada: el uso excesivo de medicamentos eleva la incidencia de caídas. Esta conclusión emerge de un estudio coordinado por Suely Rozenfeld, investigadora de la Escuela Nacional de Salud Pública (ENSP) de la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz) de Río de Janeiro, y publicado en la Revista Panamericana de Salud Publica. Rozenfeld entrevistó a 634 mujeres de más de 60 años, frecuentadoras de la Universidad Abierta de la Tercera Edad de Río de Janeiro.
Tan solo el 9,1% de éstas informó que no había tomado medicamentos durante los 15 días precedentes. En el otro grupo, el 52,7% usó entre 1 y 4 medicamentos, un 34,4% de 5 a 10 remedios diferentes, y un 3,8%, de 11 a 17 medicinas. En el universo de entrevistadas, un 23,3% manifestó que había sufrido una caída durante los 12 meses anteriores, y un 14%, dos o más. Dos tipos de medicamentos mostraron estar más relacionados a la ocurrencia de tumbos.
El primero comprende a los betabloqueadores, que combaten la hipertensión y problemas cardiovasculares, y pueden provocar episodios de presión arterial baja. El otro grupo lo forman los tranquilizantes. La incidencia de tumbos recurrentes fue dos veces mayor entre los consumidores de betabloqueadores, y 4,9 veces mayor entre los usuarios de sedantes, comparados con las personas ancianas que no consumían tales medicinas.
“Muchas de esas caídas podrían evitarse mediante un uso más racional de los remedios”, dice la investigadora. “Vivimos en una sociedad que se ha dejado medicalizar; éste es un problema que nos afecta a todos, no solamente a los ancianos”. Rozenfeld critica especialmente el abuso de tranquilizantes, en general “usados para tratar problemas de orden social y no médico”, afirma. Datos de Estados Unidos muestran que el 42% de los ancianos que sufren caídas pasa por hospitalización.
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