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Geriatría

Se hace camino al andar

Cuando los ancianos viajan, sus dolores cesan, duermen mejor y reavivan su memoria

de Santiago

Es una verdadera “patiperra”. De hecho, esta semana costó ubicarla. Estuvo en Molina, Séptima Región de Chile (a 300 kilómetros de Santiago), conociendo el parque Las Siete Tasas. Llegó a Santiago, casi a armar otra maleta y partió por tres días a Quintero, una hora de la capital, a entrenar otros pares en autocuidado, liderazgo y autoestima.

A sus 73 años, la señora Rebeca Mondaca dice que prácticamente puede escribir un libro con las historias de los viajes que ha hecho aprovechando el auge del turismo para la tercera edad.

Es una de los casi 80 mil adultos mayores que en los últimos cuatro años, ha participado en esta iniciativa liderada por Servicio Nacional de Turismo de Chile (Sernatur) y que ha sido seguida por muchos municipios.

Su bitácora de viaje ya anota las ciudades de Arica, Tacna, Iquique, La Serena, Villarrica, Pucón. En diciembre tiene previsto otro viaje a Mendoza, Argentina; en el verano posiblemente irá a La Serera y, quién sabe, quizás logre otro viaje al extranjero en un mediano plazo. “Siempre que la salud acompañe”, dice.

Después de un viaje, dice sentirse bien. Realizada. Contenta. La artrosis y la osteoporosis pasan a segundo plano. Se olvida del dolor. “Yo me sentía bien, anímicamente mejoraba. De salud me sentía muy bien”, cuenta Rebeca.

Un fenómeno biológico que la mayoría de los adultos mayores confirman, según lo revela un estudio realizado por el Programa de Geriatría y Gerontología del Departamento de Medicina Interna de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica.

El análisis se llama -Impacto biomédico de los viajes en adultos mayores chilenos- y fue publicado por la Revista Médica de Chile en el número de mayo pasado. Y concluye que patologías como el insomnio, la falta de apetito, la depresión, incontinencia urinaria e incluso los dolores articulares se reducen o atenúan después de un viaje.

Éste es el primer estudio que mide el impacto biomédico de los viajes turísticos para adultos mayores a nivel mundial y su modelo fue concordado con la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Economía y salud – El estudio científico se hizo realizando dos encuestas a los adultos mayores que hicieron viajes en el programa implementado por Sernatur. Ambas eran voluntarias: una antes de partir y otra al regresar. El doctor Pedro Paulo Marín, coordinador del estudio, explica que en Europa se entendió que los adultos mayores representan un mercado importante para el cual no había una oferta. “Se ha demostrado que los adultos mayores no son una carga, sino un aporte. Mientras más hay, pueden usar instalaciones como hoteles o restaurantes que el resto de la gente no usa porque está trabajando”.

Sin embargo, hasta ahora no se había medido el impacto médico de estos viajes, precisa. Y los resultados de este análisis fueron sorprendentes, reconoce Marín. El 85,4% de los encuestados dijo tener mejor ánimo; el 78% que estaba más sociable; el 58% que superó los problemas de insomnio y el 42% que mejoró los de digestión, entre otros.

Con miedo de volar – “No hay que tenerle susto a viajar. Y el impacto es muy bueno, sobre todo en la parte psicológica, porque la gente duerme mejor, se siente mejor y eso era muy conocido hace mucho tiempo, que cuando la gente estaba estresada o deprimida se le decía que viajara”, dice el facultativo.

La señora Rebeca ratifica ello. Por primera vez viajó en avión hace un par de años. El destino: Arica. “Para mi fue una novedad. Fuimos a Arica y nos tuvimos que ir en avión y nunca había viajado en avión porque me daba miedo. Con mi viejo fuimos, fue una experiencia nueva y compartimos con gente de diversos lugares”, cuenta.

Viajar, romper la rutina, sociabilizar con otras personas implica muchos esfuerzos mentales y renovación; la gente integra un grupo, se hace parte, dice el doctor Marín. “A mucha gente con dolores artículares se le terminan estos problemas cuando viajan, o mucha gente mejoran su incontinencia, y no se sabe por qué. Con respecto al mejoramiento de la memoria es porque la gente se distrae, se le quita el estrés, se concentran, aprenden cosas nuevas como nombres, lugares, fechas y horarios”, afirma.

Uno de los desafíos pendientes según el doctor Marín, es saber si estos resultados se mantienen en el tiempo o desaparecen. Ello no se ha estudiado aún, y tampoco está previsto hacerlo. El único indicador que disponen es que cuando vuelven de sus viajes, los adultos mayores lo recomiendan a sus conocidos o vuelven a viajar. Es decir, les hace bien y quieren seguir participando.

Capital social  – Manuel Pereira, director del Servicio Nacional del Adulto Mayor (Senama), señala que realizar estos viajes es “invertir en salud y a la vez es un tremendo capital social. Con el turismo se dejan atrás las pastillas para el desánimo y la depresión”.

Explica que se gana en relaciones humanas y se fomentan las redes de apoyo social, pues se visitan, se contactan y ello evita que caigan en la soledad. Además, se amplían los conocimientos culturales.

La señora Rebeca Mondaca recuerda con cariño a la gente que conoció en Arica. Dice que aún se llaman por teléfono para algunas fiestas. Es decir, amplió sus redes sociales más allá de su familia más directa.

Sin embargo, Manuel Pereira dice que al sector turístico le falta aún para adaptarse a la nueva realidad que implica el envejecimiento de la población chilena. Dice que por ejemplo muchos hoteles tienen accesos no adecuados, riesgosos; aún no adaptan los baños o las habitaciones para los adultos mayores o tampoco consideran comidas especiales para ellos, sin sal o con baja azúcar, dado que muchos presentan hipertensión o diabetes. “Pero se está avanzando”, aclara.

La misma señora Rebeca plantea que los viajes hechos a través del Sernatur son distintos a los que ella hace por su cuenta. En los exclusivos para la tercera edad hay cuidados especiales, personal médico, chequeos constantes e incluso comidas según su condición.

El próximo paso que debe dar el sector turístico, dice el director de Senama, es comenzar a generar una oferta segmentada, especial para aquellos ancianos con discapacidades específicas.

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