Claudia Bauzer Medeiros, docente de la Universidad estadual de Campinas (Unicamp) y presidente de la Sociedad Brasileña de Computación (SBC), estuvo en octubre en San Diego, California, EE.UU., para recibir un premio que reconoce la importancia de su trabajo académico y principalmente de su esfuerzo dirigido a ampliar la participación femenina en carreras relacionadas con la informática. La ingeniera Ijeoma Terese Ihenachor, de la Agencia de Tráfico Aéreo de Nigeria, y la profesora Suriya Mayandi Thevar, presidenta de la Asociación de Mujeres en Tecnología de la Información de India, también fueron galardonadas con el premio Agentes de Cambio, concedido por el Instituto para Mujeres y Tecnología Anita Borg y por la Sociedad Norteamericana de Computación en el marco de una conferencia que discutió los problemas relacionados con la investigación y el trabajo de las mujeres en este campo del conocimiento. El premio cuenta con el patrocinio de Fran Allen, pionera de las investigaciones en informática y primera mujer en recibir el título de fellow (socio, miembro) de IBM, el más alto grado de reconocimiento científico de la compañía.
El interés femenino en la computación está decayendo en el mundo entero. Contener ese fenómeno es estratégico. Por un lado, grandes empresas como Intel, Microsoft y Hewlet Packard consideran esencial garantizar la diversidad de géneros en la investigación en alta tecnología. “Las compañías dependen del talento y de la experiencia de las mujeres para competir globalmente”, dice Justin Rattner, director de tecnología de la gigante de los microprocesadores Intel, explicando por que la empresa es uno de los patrocinantes del Instituto para Mujeres y Tecnología Anita Borg. Por otro, se considera que las mujeres representan un factor clave para ampliar el interés de las nuevas generaciones por la computación. “Si los jóvenes pierden el interés, los países pierden espacio en la economía global. La atracción de las mujeres significa, a largo plazo, que hijos y familiares también se interesen en este tipo de carreras”, explica Claudia.
Dos décadas atrás, sostiene la investigadora, las mujeres alcanzaron a ocupar casi la mitad de las vacantes en las carreras de grado en computación dentro de Brasil. Desde mediados de los años 1990, la cantidad de candidatas cae paulatinamente. En las carreras, según datos del Ministerio de Educación, la participación femenina ha bajado del 30%, hace 15 años, a valores entre 5% y 10%. Como consecuencia de ello, la presencia femenina en los posgrados también comenzó a disminuir. “La situación es menos dramática porque los posgrados consiguen atraer también a investigadoras de otras áreas”, dice. Según una evaluación preliminar realizada por la SBC, en los posgrados en ciencias de la computación actualmente, el 25% de los estudiantes corresponde a mujeres. La cantidad de profesoras varía entre un 25% y un 30% del total. La SBC desarrolla diversas actividades con miras a cambiar este panorama, como las Olimpíadas de Computación, que involucran a alumnos de todo el país, desde la enseñanza primaria hasta el fin de la secundaria. Los ganadores de medallas de todo Brasil son llevados a la Unicamp para realizar un curso de una semana, en cuatro niveles de escolaridad. “Siempre voy a charlar con esos jóvenes y he notado lo siguiente: hasta alrededor de los 12 ó13 años de edad, 50% de los medallistas son niñas. Entre los 12 y 14 años, el porcentaje de mujeres cae al 20%. Por encima de los 16 años raramente aparezca alguna chica. Ellas simplemente pierden el interés. Este mismo fenómeno de la franja etaria está siendo constatado en los países del Primer Mundo, quienes incluso están impulsando políticas nacionales que apuntan a un cambio de imagen en ese área”, afirma la investigadora. El esfuerzo de Claudia Bauzer Medeiros para cambiar este escenario contempla dos tipos de iniciativa. Una de ellas son las campañas de conscientización de la SBC para la necesidad de atraer más jóvenes. “No se trata sólo de atraer mujeres, sino de atraer nuevas generaciones. Y una de las formas de garantizar una mayor inserción de jóvenes es por la inserción de la mujer. Todos los estudios apuntan la importancia de la educación de la madre como agente en la educación de la familia y en el consecuente progreso nacional”. Otro tipo de iniciativa es la amplia divulgación del problema en foros y congresos. “Como presidente de la SBC, cuento con la oportunidad de participar de diferentes eventos en Brasil y en el exterior, en los cuales discuto esa cuestión así como propuestas de solución. Sin una concientización para el problema, nadie se va a preocupar en encararlo”, dice Claudia.
Competencia
De acuerdo con la investigadora, existen dos hipótesis para justificar el desinterés femenino – una económica y otra social. “El aspecto económico resulta de un incremento de la competencia en ese área. Anteriormente, las mujeres buscaban profesiones asociadas porque no existía tanto interés. A medida que el sector evolucionó y comenzó a ofrecer salarios mejores, los hombres presionaron en el mercado de trabajo y la competencia se hizo ardua”, explicó. La hipótesis social considera el hecho de que la computación sea vista como una profesión que privilegia el trabajo en soledad, en el cual se pasa todo el día delante de una pantalla. La mujer tiende a preferir actividades que incluyan contactos humanos. “Sabemos que eso es un mito, pues la computación exige cada vez más interacción social y tiene importancia en todas las áreas”, afirma.
Graduada en ingeniería electrónica en 1976 en la PUC de Río de Janeiro, Claudia Bauzer Madeiros siempre trabajó en computación: su primer empleo luego de egresada fue en la energética estatal Furnas, como analista de sistemas. Aún en los años 1970, realizó maestría en informática, también en la PUC. Más tarde haría doctorado en ciencias de la computación en la Universidad de Waterloo, en Canadá, posdoctorado en el Institut National de Recherche en Informatique et en Automatique (Inria), en Francia, y libre docencia y concurso para titular, defendidos en la Unicamp, donde es profesora desde 1985. Cuenta con producción académica en más de 30 proyectos de investigación en el área de bancos de datos científicos. Hija de un médico y de una psicóloga, Claudia es soltera y tiene una pareja de hermanos – uno es profesor de ingeniería mecánica de la Universidad Federal de Minas Gerais y la otra, profesora de matemáticas en la Universidad Federal Fluminense. “Tengo unos padres maravillosos que enseñaron a los hijos la importancia del estudio y del trabajo. En mi generación aún es raro, en Brasil, una familia en la que todos los hijos hagan un doctorado – y cada uno en un área diferente”, dice.
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