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CRODOWALDO PAVAN

Un ambiente favorable a la genética

Crodowaldo Pavan contribuyó significativamente al avance de la ciencia en Brasil

Archivo HANS BURLA/COMISSÃO MEMÓRIA IB-USPEn 2009, Brasil perdió a uno de sus más destacados científicos. Víctima de una falencia múltiple de órganos y sistemas, causada por un cáncer y un infarto anteriores, el biólogo y genetista Crodowaldo Pavan falleció el día 3 abril, a los 89 años, en el Hospital Universitario de la Universidad de São Paulo (USP), la casa de altos estudios en que desarrolló la mayor parte de su exitosa carrera. Nacido en la ciudad de Campinas, graduado en historia natural en la USP en 1941, Pavan fue uno de los fundadores de la genética en Brasil. En el decurso de una trayectoria científica de más de medio siglo, realizó descubrimientos importantes, que resultaron en trabajos publicados que tuvieron repercusión internacional, además de haber formado a decenas de investigadores en Brasil y en Estados Unidos, y dirigido algunas de las instituciones científicas más prestigiosas del país.

Para el genetista Francisco Salzano, de la Universidad Federal de Río Grande do Sul (UFRGS), la historia de Pavan, quien fue su director de tesis en el doctorado, en 1955, está íntimamente asociada a la de la genética en Brasil. “Es imposible hablar de una sin recurrir a la otra”, dice Salzano, quien asumió en diciembre del año pasado la cátedra Crodowaldo Pavan del Instituto Mercosur de Estudios Avanzados de la Universidad Federal de la Integración Latinoamericana (Unila), con sede en la ciudad de Foz do Iguaçu (Paraná). “Pero también contribuyó significativamente al desarrollo de la genética a nivel mundial con importantes investigaciones.”

El biólogo André Perondini, docente titular del Departamento de Genética y Biología Evolutiva del Instituto de Biociencias de la USP (IB-USP), recuerda que la entrada de Pavan –quien lo dirigió en el posgrado– en el mundo académico, en 1938, coincidió con un período de especial importancia en el desarrollo de la genética en Brasil. Perondini dice, en una necrológica de Pavan que escribió junto con su colega del IB, João Morgante, también docente titular y alumno de Pavan en la carrera de grado, que la enseñanza de esta ciencia comenzó en Brasil en 1918, en la entonces Escuela Agrícola de Piracicaba. Posteriormente, en 1927, fue el turno de la Facultad de Medicina de la USP, y en 1933, del Instituto Agronómico de Campinas (IAC). “Pero el gran impulso se dio con la creación de la cátedra de biología general, ocupada por el profesor André Dreyfus, en la Facultad de Filosofía, Ciencias y Letras (FFCL) de la USP, en 1934”, comenta. “A ésta se le sumó la cátedra de citología y genética general, encabezada por el profesor Friedrich Gustav Brieger, de la Escuela Superior de Agricultura Luiz de Queiroz (Esalq) de la USP, campus de Piracicaba, en 1936.”

Sin embargo, el saltó decisivo ocurrió a decir verdad en 1943, con el arribo a Brasil de nada más ni nada menos que Theodosius Dobzhansky, ruso naturalizado estadounidense, responsable de la unificación de la teoría de la evolución de Charles Darwin con la genética mendeliana. “Dobzhansky estaba en el auge de su carrera, era un dios”, recuerda Luiz Edmundo Magalhães, docente titular de genética y evolución y ex director del Instituto de Biociencias de la USP, que fue el primer alumno de doctorado de Pavan. “Su libro Genetics and the origin of species, editado por la Columbia University Press en 1937, tuvo un gran éxito.”

La historia del arribo de Dobzhansky a la USP es harto conocida y Pavan la contó varias veces. En parte se debió a la Segunda Guerra Mundial. En esa época, la Fundación Rockefeller apoyaba investigaciones científicas en diversos países. Debido al conflicto, no podía financiar más a los investigadores de Europa, Asia y África. Por eso se volcó a América Latina. Su representante en el continente, Harry Miller Jr., conversó con Dreyfus para proponerle que hiciera una pasantía de un año en Estados Unidos a cargo de la fundación. De entrada, el brasileño aceptó. Pero después dijo que no podría ir, pues sus asistentes, Rosina de Barros y el propio Pavan, eran muy jóvenes y no estaban en condiciones de hacerse cargo de su laboratorio durante el lapso de un año. Por eso Miller Jr. propuso que viniera Dobzhansky, y Dreyfus aceptó entusiastamente.

Sin embargo, el ruso-norteamericano impuso una condición para venir a Brasil: quería conocer la Amazonia y allí permanecer al menos dos meses investigando. Esto también fue contemplado. Le cupo a Pavan acompañarlo. Magalhães recuerda que Dobzhansky había sido uno de los primeros investigadores que en usar moscas del género drosófila (la mosca de la fruta, el organismo modelo de estudio en genética), como material experimental de investigación para los estudios de evolución, lo que se convirtió en una gran moda en la época, adoptada en los principales centros de investigación del mundo. “Así fue como introdujo el uso de estos insectos en la investigación en Brasil”, comenta. “Dobzhansky enseñó los conocimientos básicos de la drosófila, la sistemática y la creación de las especies en laboratorio.”

Pavan supo como nadie sacar provecho de estas  enseñanzas y de la cercanía con el investigador ruso-norteamericano. “En 1943 ya había publicado sus dos primeros trabajos de investigación, ambos en colaboración con Dobzhansky”, comenta Magalhães. “Uno de ellos, sobre sistemática, salió en un boletín del Departamento de Biología General [de la FFCL]. El otro, sobre los cromosomas de las especies brasileñas de drosófila, fue  publicado nada más y nada menos que en el Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), una de las revistas en las que es más difícil lograr la aceptación de trabajos para su publicación. Sin lugar a dudas, fue un excelente estreno. Y bastante rápido también.”

ArChiVO LUIZ EDMUNDO MAGALHÃESEntusiasmo
Pero Pavan no fue el único beneficiado. Desde entonces y por lo menos hasta 1962, la Fundación Rockefeller financió los estudios de varios investigadores. Los primeros entre éstos formaban parte del grupo pionero de la genética en Brasil. Además de Pavan, alrededor de Dreyfus, el líder del grupo, orbitaban nombre tales como Antonio Brito da  Cunha y Newton Freire-Maia, ambos de la USP, y Antonio Lagden Cavalcanti y Chana Malogolowkin, de Río. Y al frente de esa empresa de la Fundación Rockefeller en Brasil se encontraba el propio Dobzhansky. Chana, quien actualmente vive en Israel, recuerda bien su influjo: “puedo incluso decir, sin miedo de equivocarme, que él, con su entusiasmo, fue quien formó al primer grupo de jóvenes genetistas en Brasil”, afirma.

El prestigio de Dobzhansky se hizo notar al poco tiempo de su llegada. En un artículo publicado en la Revista Brasileira de Cultura, en 2008, Thomas F. Glick, profesor de historia de la Universidad de Boston, dice que un mes después de su llegada dictó un curso sobre evolución que se convertiría en un hito en la genética brasileña. “Las clases se dictaban en el Departamento de Química de la USP”, escribe Glick. “Alrededor de 20 estudiantes se inscribieron, pero la mayoría de los biólogos también asistía a las clases, como así también representantes de otras entidades locales como el Instituto Biológico, un grupo que incluía a Henrique da Rocha Lima, Clemente Pereira y Zeferino Vaz. El curso tuvo influjo sobre todos los biólogos de São Paulo. De Piracicaba y Campinas llegaron Carlos Krug y Friedrich Brieger, respectivamente, cada un trayendo consigo de 15 a 20 estudiantes.”

El propio Pavan se refiere a ese curso, en una entrevista publicada en el libro 50 anos do CNPq contados pelos seus presidentes, organizado por Shozo Motoyama (FAPESP, 2002). “Al cabo de un mes de su llegada, [Dobzhansky] dictó un curso extraordinario, con duración de un mes y frecuentado por alrededor de 100 intelectuales de São Paulo, Campinas y Piracicaba”, contó. “Para ese curso, él escribía las clases, Dreyfus las traducía al portugués, Brito da Cunha y yo lo escuchábamos hablando y le corregíamos su dicción. De esa forma dio clases en portugués. Cuando surgía alguna duda, hablaba en inglés.”

De acuerdo con Pavan, fue así como se abrió una nueva fase de la genética en Brasil, en la cual Dreyfus también desempeñó un rol fundamental, pues era una persona a la que le encantaba enseñar, aprender y transmitir conocimientos, y nunca se guardaba un descubrimiento solamente para él. Pavan solía decir que en lugar de sacar provecho de la  presencia de Dobzhansky únicamente para su grupo, como es común entre muchos científicos, Dreyfus insistía en compartirlo, invitando a investigadores de diversos lugares del país. “Le dio carta blanca a Dobzhansky y no solamente eso: se puso en contacto con la gente de la Esalq y con el IAC”, recordó Pavan, en 50 años do CNPq. “Éramos a decir verdad un grupo.”

Era un grupo cohesionado, unido en el gusto común por la genética y por las investigaciones, en el cual trabajar mucho no era un problema. Era común que ellos fueran al Departamento de Biología General de la FFCL, que estaba en un edificio actualmente inexistente ubicado en Alameda Glete, en el centro de São Paulo, después del trabajo. “En el laboratorio, todos nosotros trabajábamos mucho más de 12 horas por día, con gusto, ganas y ahínco, incluso los sábados y domingos”, recuerda Chana. “Era común que los domingos por la mañana pasase por el departamento, se encontrase con colegas y organizase su semana siguiente”, añade Magalhães. “A la noche también solía trabajar. A decir verdad, el departamento era como si fuera nuestra propia casa. Había una gran armonía entre todos los miembros, que en aquel tiempo no eran muchos. En total éramos unas 15 personas.”

Impacto
El propio Dobzhansky también trabajaba allí cuando estaba en Brasil. Hizo seis visitas al país entre 1943 y hasta la década de 1960. El impacto de tales visitas en la genética do Brasil puede medirse por la cantidad de publicaciones de los brasileños que trabajaban con el ruso. Fue lo que hizo el investigador José Franco Monte Sião en su tesina de maestría en historia de la ciencia: Theodosius Dobzhansky y el desarrollo de la genética de poblaciones de Drosophila en Brasil: 1943-1960, presentada en 2008 en la Pontificia Universidad Católica de São Paulo (PUC-SP). Monte Sião constató que antes de 1943 no hubo ninguna publicación de autores brasileños sobre genética de poblaciones con drosófilas. En tanto, entre 1943 y 1948 (período situado entre la primera y la segunda visita de Dobzhansky) se encontraron 12. El investigador con mayor cantidad de publicaciones fue  Pavan, con seis trabajos, de los cuales tres como autor individual y  tres junto con colegas del grupo o con Dobzhansky.

Este conocimiento compartido y la integración del grupo pionero crearon las bases para el desarrollo de la genética animal en Brasil. Esta integración fue tan exitosa que el grupo creció y aglutinó a investigadores de otros estados como Río Grande do Sul, Río de Janeiro, Paraná y Bahía. En los 15 años siguientes, la genética en Brasil adquirió tal madurez que se ubicó entre las 10 más desarrolladas del mundo. Para Magalhães, Pavan tuvo sin dudas un importante papel en ese desarrollo. “Fue un gran impulsor del progreso científico, especialmente el de la genética, área en que ejerció una gran influencia, en cierta forma decisiva, desde el comienzo de su carrera”, dice.

Perondini y Morgante recuerdan que Pavan publicó más de 100 trabajos científicos y  ayudó a formar un contingente de investigadores, y éstos luego también dirigieron a muchos otros, en un efecto multiplicador. “Así fue como dejó atrás su linaje de ‘hijos, nietos y  bisnietos científicos'”, dicen. “Su muerte dejó un vacío en el seno de la comunidad científica brasileña, pero lo que queda es la certeza de su enorme legado como ser humano, como un hombre de la ciencia y como el responsable en gran medida del desarrollo de la  ciencia, particularmente de la genética en Brasil.”

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