Hace cinco años, la Escuela Municipal Doctor Hugo Ribeiro de Almeida, de la ciudad de Osasco, a la época en la esfera estadual, obtuvo malos resultados en matemática y portugués en las evaluaciones oficiales. Preocupada, la dirección pidió ayuda al Centro de Perfeccionamiento de la Enseñanza de la Matemática (Caem) del IME-USP, que formuló un proyecto de capacitación de profesores del primero al cuarto año, contando para ello el apoyo de la FAPESP. Mediante dicho proyecto, entre 1996 y 2000, alrededor de 30 profesores recibieron anualmente becas. El resultado llegó el año pasado: en el examen realizado por la municipalidad, los alumnos obtuvieron el mejor desempeño en matemática entre los estudiantes de la red -lo que despertó la pretensión de hacer lo mismo con portugués.
Antes de esta reestructuración, la visión de la enseñanza de las matemáticas era estrecha, según la profesora Maria Ignez de Souza Vieira Diniz, coordinadora del proyecto. “Las profesoras solo enseñaban cálculos repetitivos, cuentitas. No sabían justificar el porqué de aquellos cálculos”, dice. Además, con deficiencias de formación, resistían a los cambios. “Creían que matemática significa reglas”. Poco a poco, surgieron formas más interesantes de abordar los mismos contenidos. “Las profesoras creían que geometría era apenas dar nombre a las figuras -pinte con amarillo el círculo y con rojo el triángulo.
Compramos materiales coloridos, planos y tridimensionales, juegos, rompecabezas. Todo eso abrió un mundo nuevo para los alumnos”. Libros infantiles abocados a la enseñanza de la matemática, ilustrados y con historias curiosas, ayudaron a descubrir ese nuevo mundo -no solo de la matemática, sino también del aprendizaje en general. “Algunos alumnos mostraron una tendencia espectacular para el dibujo”, ejemplifica Maria Ignez. Después de que observaron esa evolución, las profesoras se mostraron más confiadas: “Vieron que son capaces de aprender y enseñar”.
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