Investigadores de cinco instituciones paulistas desarrollaron un material potencialmente biocompatible que se curva bajo la acción de campos magnéticos. El nuevo material está compuesto por dos polímeros biocompatibles ‒el látex, extraído del hevea o árbol del caucho y con propiedades cicatrizantes, y el quitosano, un polisacárido obtenido del caparazón de crustáceos y con acción bactericida‒, además de nanopartículas de magnetita. Con esos compuestos, la química Celina Miyazaki elaboró filmes nanoestructurados, que se depositan en forma de delgadísimas capas. Miyazaki aplicó ese material sobre un sustrato flexible y, en ensayos de laboratorio, verificó que era posible curvar el sustrato mediante la acción de una fuerza magnética (International Journal of Molecular Sciences, junio). “La idea inicial consistía en aplicar esos filmes en catéteres y tubos utilizados en endoscopía para ayudar a guiarlos mediante un campo magnético externo”, comenta Miyazaki. El novedoso material flexible podría, en principio, utilizarse para el desarrollo de músculos artificiales. “Los existentes son controlados por el paso de una corriente eléctrica, que puede dañar el sistema”, explica el físico Osvaldo de Oliveira Junior, de la USP en São Carlos y coordinador del grupo. Antes de pensar en sus aplicaciones, el material debería atravesar pruebas de toxicidad.
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