BRAZIncubadoras de empresas del mundo: ¡Uníos! Ese podría ser el lema final del primer congreso mundial de este tipo de emprendimiento realizado en Río de Janeiro, entre los días 23 y 25 de octubre. Los representantes de 30 países y la presencia de 500 participantes brasileños reafirmaron la importancia de las incubadoras en un mundo en el cual ya está sedimentada la importancia de las empresas de base tecnológica – las principales clientes de las incubadoras y las que más requieren tiempo para crecer – como fomentadoras del desarrollo en cada país. Las incubadoras formaron parte del escenario de la investigación y el desarrollo tecnológico del final del siglo XX y entran con toda la fuerza en este nuevo siglo.
Tienen en común la oferta de cuidados administrativos, tecnológicos, de marketing y de producción para empresas nacientes, siempre de pequeño porte, que se fortalecen en la incubadora para luego salir al mercado.Según el profesor Rustam Lalkaka, asesor del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud) y presidente de Business e Technology Development Strategies, una consultora de Estados Unidos, en 1985 había 200 incubadoras en el mundo, generalmente ligadas a polos o parques de tecnología. Actualmente, este número llega a 3 mil. La mayor parte se encuentra en Estados Unidos, país que cuenta con cerca de 800 incubadoras. Brasil posee 159. Y no es poco. En 1986, eran dos. El crecimiento promedio de instalación de incubadoras hasta ahora fue de un 30% anual.
Apoyo asiático
La proliferación de incubadoras en países asiáticos también es exponencial. En China, en 1995, no existía una sola incubadora. Al final de este año 2001, los chinos se aprestan a inaugurar la incubadora número 200. “Las incubadoras en China están ayudando en la adecuación de la economía socialista a la economía capitalista”, comentó Lalkaka, que dictó cursos de formación para dirigentes de empresas y de las incubadoras chinas. “Los chinos son muy humildes, y quieren aprender.”
Las incubadoras chinas son en gran medida subsidiadas por el gobierno. Se construyen edificios estándar de cinco pisos con 10 mil metros cuadrados – en Estados Unidos, en promedio, las incubadoras tienen 2 mil m2. Con ello, el gobierno chino quiere que las incubadoras estimulen la cultura emprendedora y el desarrollo de tecnología. Los subsidios a las incubadoras también son factores de incentivo en países tradicionalmente capitalistas, como Japón y Corea del Sur.
“El gobierno japonés creó una asociación de incubadoras hace dos años con el objetivo de crear 200 emprendimientos de este género en cinco años”, recordó el profesor Luís Afonso Bermúdez, presidente de la Asociación Nacional de Entidades Promotoras de Emprendimientos de Tecnologías Avanzadas (Anprotec), la entidad que reúne a las incubadoras brasileñas. En Corea, según Lalkaka, las incubadoras también dependen de los fuertes subsidios gubernamentales. “La mayoría está vinculada a universidades, y se encuentran entre las más avanzadas del planeta en las áreas tecnológica y comercial.”
Malasia es otro ejemplo de gobierno de país en desarrollo que apuesta a las incubadoras. El poder federal de ese país está distribuyendo, entre 2001 y 2005, 52 millones de dólares para la formación y ampliación de clusters (grupos) de empresas de desarrollo tecnológico ligados a las universidades, como forma de disminuir el espacio entre la producción de tecnología dentro del ambiente académico y el mercado. En Israel, el apoyo gubernamental y privado fue decisivo para edificar uno de los más exitosos ejemplos de incubación. Durante diez años, de los 824 proyectos de empresas, 643 fueron graduados y llegaron al mercado. La operación ya ha rendido 150 millones en ventas, un 90% de ese total en exportaciones. La misma contó con el apoyo gubernamental de 258 millones de dólares y 525 millones de inversión del capital privado.
Edificios públicos
La relación entre subsidio y eficacia en países en desarrollo, en el caso de las incubadoras, parece ser la regla inicial de éxito para esos emprendimientos. Y Brasil no se queda atrás. “De las 159 incubadoras existentes, el 70% son de cuño tecnológico, vinculadas formalmente a institutos de investigación y universidades públicas”, informó Bermúdez. En estos casos, el edificio y las instalaciones para albergar a las empresas son cedidos por entidades públicas y municipalidades. El ejemplo más reciente es la Universidad Estadual de Campinas (Unicamp), que instaló una incubadora dentro de su campus y está seleccionando actualmente a las ocho empresas que participaron del emprendimiento.
El mantenimiento de esas incubadoras también es pagado en parte por instituciones como el Servicio Brasileño de Apoyo a las Micro y Pequeñas Empresas (Sebrae) y por el sistema de la Confederación Nacional de la Industria (CNI) con el Servicio Nacional de Aprendizaje Industrial (Senais) y el Instituto Euvaldo Lodi. “El promedio de gastos anuales de una incubadora en Brasil oscila entre 150 y 250 mil reales, entre salarios de gerentes, consultores e infraestructura como teléfonos y luz”, afirma Bermúdez. No obstante, la incubación no es gratuita para la empresa. El promedio de costo brasileño está en 10,00 reales el m2 en carácter de tasa que el emprendedor le paga a la incubadora. El valor es pagado durante los dos o tres años que la empresa lleva para graduarse y andar por sí sola en el sector económico que escogió.
Las perspectivas brasileñas para el fomento a las nuevas incubadoras son buenas. Durante el congreso en Río, el Sebrae anunció inversiones para crear 42 nuevas incubadoras en todo el país hasta el final del año próximo. Estados como Piauí, Sergipe y Tocantins, que no contaban con incubadoras, ahora las tendrán. El Sebrae también anunció inversiones en otras 57 incubadoras ya en funcionamiento. En total serán 5,4 millones de reales en financiamiento directo a las incubadoras. Entre las nuevas, diez reunirán a empresas de base tecnológica, como la que será instalada en la Universidad Federal de Piauí y en la Fundación Universidad de Tocantins. También se encuentra en esa categoría una incubadora solicitada por la Asociación de Amigos de la Estación Ciencia, entidad ligada al Centro de Difusión Científica, Tecnológica y Cultural de la USP (Estación Ciencia).
La ideaes concretar, de manera empresarial, las iniciativas en el área de producción de materiales para la enseñanza y la divulgación de la ciencia. “Existen muchas experiencias talentosas – la mayoría de profesores – que pueden resultar en empresas”, afirma el profesor Ernst Hamburger, director de la Estación Ciencia.
Otras incubadoras están en el área de la llamada economía tradicional, en la cual la tecnología no es preponderante, como la de la Asociación Comercial e Industrial y de Servicios de Arapiraca (Alagoas). En esa categoría se ubican las incubadoras agrícolas, en las que el énfasis está puesto en el procesamiento de productos del campo. Otra categoría, de carácter mixto, reúne a emprendimientos de desarrollo de tecnología, y al mismo tiempo, a empresas de la economía tradicional. Un ejemplo de ello es la que se formará en la Facultad de Ciencias Económicas del “Triángulo Minero”, en Uberaba (Minas Gerais).
La importancia de las incubadoras para las pequeñas empresas se nota claramente en las estadísticas del Sebrae. Entre las pequeñas empresas que superan los tres años de vida, un 56% cierra sus puertas definitivamente. En las incubadoras, solo un 20% no sobrevive durante igual período, es decir que el índice de éxito es del 80%.
Excluido Estados Unidos, en donde solamente al comienzo de las actividades de movimiento de incubadoras hubo fondos federales destinados, gran parte de las incubadoras en el mundo sobrevive, y bien, con dinero público. No obstante, la situación de las empresas no es la misma. Solamente en algunos países europeos y en Estados Unidos existe una cultura de la inversión privada en pequeños emprendimientos de alta tecnología. El ejemplo mayor sigue siendo el del Valle del Silicio, región de California que reúne a empresas exitosas en las áreas de informática y telecomunicaciones.
La cultura del encuentro
Para el presidente de la Asociación Americana de Seed Money y Capital de Riesgo (Nasvf), Robert Heard, “la cultura del encuentro entre empresarios e inversores redunda en inversiones”. Para Heard, “es importante difundir el conocimiento (generado en las empresas) no solamente para los inversores, sino para toda la comunidad”. Heard dijo también que el cambio de cultura se genera con la capacitación de los empresarios y con una fuerte red de información, que les permita a los inversores conocer a los emprendedores y viceversa. Heard afirmó que esta red es aún fragmentaria en Estados Unidos. “Éste es uno de nuestros problemas”, afirmó el inversor que dirige la Nasvf, una entidad fundada en 1997.
“En los últimos tres años, ha crecido la percepción de los inversores en alta tecnología en el sentido de considerar a las incubadoras como importantes fuentes de inversiones en negocios”, dijo Rina Pridor, coordinadora del Programa de Incubadoras de Empresas del Ministerio de la Industria y Comercio de Israel. En ese país, el 59% de las empresas graduadas se nutrió de fondos privados de inversión. El acercamiento entre el capital de riesgo y los emprendedores parece ser la clave para la efectivización de esta simbiosis tan necesaria para la implementación de nuevas empresas y nuevas tecnologías.
En Brasil, la Financiadora de Estudios y Proyectos (Finep) del Ministerio de Ciencia y Tecnología, por medio del proyecto Innovar, ha promovido encuentros entre ambas partes, por medio de rondas de presentaciones de empresarios para una platea de representantes de fondos y empresas de inversión.
Capital arisco
La actuación de los fondos y empresas de capital de riesgo en Brasil en empresas de base tecnológica aún es considerada bajísima. “El capital de riesgo en Brasil debería ser llamado capital arisco”, afirmó Sílvio Meira, presidente del Centro de Estudos y Sistemas Avanzados (Cesar), una organización no gubernamental que reúne a empresas nacientes en el Centro de Informática de la Universidad Federal de Pernambuco (UFPE), durante un simposio en el marco de la Conferencia Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, realizada en Brasilia el pasado mes de septiembre.
“En Brasil, faltan buenos ejemplos de casos de éxito apoyados por el capital de riesgo, una actividad aún tratada como si significara ‘poner dinero en algo peligroso’, y no como una inversión en oportunidades, como es el concepto existente en Estados Unidos”, dijo el profesor Carlos Henrique de Brito Cruz, presidente de la FAPESP, que disertó durante el congreso de Incubadoras, en la mesa Modelos y Experiencias en Financiamiento de Innovaciones y Negocios. Brito se refirió también al Programa de Innovación Tecnológica en Pequeñas Empresas (PIPE), en el marco de cual se están generando muchos casos que pueden, dentro de poco tiempo, servir como ejemplo de eficacia económica y generación de investigación y desarrollo en las pequeñas empresas.
De los 181 proyectos del PIPE que la Fundación apoya, 24 corresponden a empresas instaladas en incubadoras, con un total de 3 millones de reales. La financiación sin necesidad de retorno de la FAPESP sirve para la compra de equipos y para el pago de servicios necesarios para que la empresa desarrolle el proyecto.Las dificultades en obtener mayor atención por parte de los fondos de capital de riesgo son una preocupación europea también. “En Europa está muy desarrollada la cultura de la subvención, mientras que en Estados Unidos existe una cultura de la inversión, que es de riesgo”, afirma el español Luís Sanz, director de la Asociación Internacional de Parques de Ciencia.
Para Heinz Fiedler, de la incubadora de la Universidad Técnica de Berlín, en Alemania – un país con 300 incubadoras -, la solución para atraer capital de riesgo está en una graciosa inversión de “valores”. “Una vez, en una reunión con inversionistas de capital de risco, en la cual ofrecíamos nuestros productos, yo le pregunté a uno de ellos: ¿Por qué tengo que aceptar su dinero?” Ciertamente es con ese espíritu que las incubadoras deben seguir adelante, para superar el mayor desafío para las empresas: la falta de capital.
Aliada a este esfuerzo, los especialistas reunidos en Río de Janeiro apuntan la capacitación de los empresarios y gerentes de incubadoras como un factor para el éxito. Otro factor es la formación de redes de información con intercambio de experiencias entre las incubadoras. La importancia que las incubadoras están ganando en el mundo, según la impresión dejada por el congreso, llevó al director científico de la Anprotec, Ary Plonski, a hacer el siguiente comentario en la sesión de clausura: “Las incubadoras no pueden más ser entendidas como una moda. Las incubadoras están transformándose en un nuevo paradigma de la sociedad en una línea que favorece el desarrollo de la ciencia y la tecnología estimulado por la energía creativa”.
“También constituyen un buen negocio para la comunidad en la cual ésta está presente”, completó James Robbins, director de la Asociación Nacional de Incubadoras de Empresas (Nbia) de Estados Unidos. “Es necesario preguntarse cuántos negocios, cuántos impuestos y cuántos empleos (en Brasil suman 7 mil) generaun incubadora para la ciudad en la cual está instalada”, indagó Robbins, como un ejercicio.
Vuelos futuros
En el ámbito de las universidades y los centros de investigación, la asociación con incubadoras parece ser fundamental. Sin embargo, algunos vaticinan cambios en el futuro de la relación de las incubadoras con las instituciones de enseñanza. “En la universidad del futuro, la incubadora desaparecerá, porque pasará a ser parte integrante de cada unidad académica”, afirma el consultor Henry Etzkowitz, de Triple Helix Network, una consultora de los Estados Unidos.
Actualmente, las incubadoras desempeñan un rol en la formación empresarial, mediante el cual se aprende a hacer investigación dentro de la empresa con la colaboración de las universidades e institutos de investigación. Una función comentada por el conferencista invitado para abrir el congreso de incubadoras en Río, el sociólogo Domenico de Masi, profesor de la Universidad de Roma. Para De Masi, la función primordial de las incubadoras “consiste en enseñar y transformar a los vínculos en oportunidades”.
Viejas fábricas, nuevos negocios
El movimiento de incubación de empresas es un fenómeno reciente. La primera tentativa registrada en pos de agrupar empresas en un mismo lugar de trabajo – y el origen del nombre de incubadora -, surgió en 1959, en la ciudad de Batavia, en el estado de Nueva York, Estados Unidos. Ese año, después de que la ciudad perdió una gran fábrica de telas y tejidos, la comunidad local resolvió invertir en otro tipo de actividad. La elección recayó sobre el sector de productos derivados de pollo, y el local ocupado fue la antigua fábrica de telas. Del área en donde se instaló la producción de huevos, le quedó el nombre incubadora, que se esparció por el mundo.
Las incubadoras, de la forma como son conocidas hoy, surgieron al inicio de los años de 1970. Éstas resultaron de tres movimientos simultáneos en Estados Unidos, según la Asociación Nacional de Incubadoras de Empresas (Nbia): la necesidad de dar una finalidad a las áreas abandonadas, tales como los grandes galpones y fábricas, la acción de la Fundación Nacional de Ciencia (NSF) para impulsar iniciativas de innovación en las universidades y la iniciativa de empresarios exitosos y grupos de inversiones en transferir a experiencia y el conocimiento para nuevas empresas en un ambiente favorable a la innovación y nuevos negocios.
Otro impulso vino del departamento americano para la Administración de Pequeños Negocios (SBA). A partir de 1984 y hasta 1987, la entidad promovió cursos e invirtió en la formación de incubadoras en todo el país. En 1984, fueron inauguradas 20 incubadoras, y en el año 1987, ese número saltó a 70 .En Brasil, la primera incubadora abrió sus puertas en 1985, en la Fundación Parque de Alta Tecnología (Parqtec) en São Carlos, al lado de los campi de la Universidad de São Paulo (USP) y de la Universidad Federal de São Carlos (UFSCar). En 1986, surgió el Centro Empresarial para la Elaboración de Tecnologías Avanzadas (Celta), de Florianópolis (Santa Catarina), incubadora de la Fundación Centros de Referencia en Tecnologías Innovadoras (Certi).
Nuevas opciones de fondos
Las incubadoras de empresas están en la base de un nuevo programa que fomentará la transferencia de proyectos innovadores desde la universidad y centros de investigación hacia el ámbito empresarial. La novedad es el Fórum Brasil de Innovación, una iniciativa de la Financiadora de Estudios y Proyectos (Finep) que contará con recursos de los Fondos Sectoriales. La primera convocatoria vinculada al Fondo Sectorial de Petróleo (CTPetro) está lista y recibe propuestas de proyectos. El monto de financiamiento previsto es de 10 millones de reales. Los grupos de investigación trabajarán junto a las incubadoras de empresas de base tecnológica, responsables por la coordinación empresarial de los proyectos.
El otro fondo coordinado por la Finep es el Brasil Venture, para el financiamiento de empresas nacientes. Para éste fondo se han destinado más 30 millones de reales. Dichos fondos aumentarán la participación del capital de riesgo en las 58 empresas que participaron de las cinco ediciones del Venture Fórum Brasil, que son rondas de presentación de las empresas a una platea de inversores. “Después de un año, cuatro empresas firmaron un acuerdo de entrada de capital en la empresa por medio de la cesión de cotas de acciones”, informó Luciane Gorgullo, superintendente del Área de Desarrollo en Capital de Riesgo de la Finep. Otras siete concretaron acuerdos, pero aún no fijaron el reparto de acciones.
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