Arquivo do centro de memória do ialA comienzos del siglo XX, el médico e investigador Adolpho Lutz estudió minuciosamente en dos pacientes de São Paulo una enfermedad distinta, causante de graves lesiones, que destruían la mucosa de la encía, con dolorosas repercusiones en los ganglios. Al cabo de casi tres años de investigación, en abril de 1908, Lutz publicó dos artículos en Brazil-Medico Revista Semanal de Medicina e Cirurgia, en los cuales calificaba a la afección como micosis seudococcídica, después de identificar al hongo que la causaba y describir el modo característico de reproducción.
Arquivo do centro de memória do ialLutz hizo algo absolutamente notable y raro, afirma el farmacéutico y bioquímico Cezar Mendes de Assis, investigador del Instituto Adolpho Lutz. describió la enfermedad, observó en el microscopio a su agente en material clínico, lo aisló en medio de cultivos, demostró su dimorfismo (dos formas distintas, moho a 27ºC y levaduras a 36ºC), describió sus características, reprodujo la enfermedad en diferentes animales de laboratorio y re-aisló al agente. Asimismo, se preocupó con decir que estaba delante de una nueva enfermedad y advirtió sobre la dificultad de diferenciarla de afecciones semejantes.
Arquivo do centro de memória do ialEl nombre adoptado para la enfermedad desde 1971, después del congreso de especialistas en Colombia, es paracoccidioidomicosis, aunque haya tenido varios nombres desde 1908 uno de ellos fue enfermedad de Lutz. Se trata de una micosis causada por el hongo Paracoccidiodes brasiliensis, presente en el área rural, que penetra más frecuentemente en el organismo humano por vía de la inhalación. Cuando no es diagnosticada y tratada en el momento preciso, provoca heridas en la piel y lesiones en la boca, puede contaminar los pulmones, el bazo y el hígado, infiltrarse en los huesos, en las articulaciones y en el sistema nervioso central. Algunas de las actividades de riesgo son aquellas vinculadas a la agricultura, a la práctica de jardinería y al transporte de vegetales. La deforestación y la preparación del suelo para la siembra aumentan la cantidad de partículas del hongo en suspensión.
Arquivo do centro de memória do ialComo la notificación no es compulsoria, faltan informaciones necesarias sobre la incidencia de esa micosis en Brasil. Datos del Ministerio de Salud muestran 3.181 muertes entre 1980 y 1995, de lo que resulta una tasa de mortalidad de 1,45 casos por millón de habitantes. El consenso en paracoccidioidomicosis, un informe técnico publicado en el 2006 por la Revista de la Sociedad de Medicina Tropical, mostró que pocas personas, entre las expuestas al hongo, desarrollan la enfermedad. Cuando la micosis se manifiesta, sin embargo, el problema cobra importancia en la salud pública porque la mortalidad es alta los que no mueren, a menudo quedan incapacitados para el trabajo. Por el momento no existe vacuna eficaz.
Después de los artículos pioneros de 1908, la micosis siguió siendo estudiada. El bacteriólogo italiano Alfonso Splendore y el micólogo paulista Floriano Paulo de Almeida hicieron contribuciones importantes para su comprensión. En el mismo año en que publicó la investigación, Lutz (1855-1940) dejó el Instituto Bacteriológico de São Paulo (actual Instituto Adolfo Lutz), que había dirigido durante 15 años, y volvió para su ciudad natal, Río de Janeiro, para actuar exclusivamente como investigador. Allegado a la soledad de los laboratorios y a las recolecciones en campo, se quedó hasta el final de su vida en el Oswaldo Cruz, en donde siguió estudiando temas de interés médico o puramente biológico.
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