ELIZABETH LEE/ESTAÇÃO CIÊNCIACargo vitalicio en la Universidad de Texas, familia adaptada a la vida en Austin, prestigio científico en el exterior. Aun así, en 1975, Crodowaldo Pavan decidió regresar a São Paulo, al cabo de siete años en Estados Unidos. “Analicé la situación y creí que podría hacer más por Brasil estando acá que allá”, dijo posteriormente. El genetista retomó el trabajo en la Universidad de São Paulo (USP), pero amplió considerablemente su espacio de actuación al ahondar en cuestiones de política científica y tecnológica como nunca antes lo había hecho.
“Desde el punto de vista meramente institucional, Pavan tuvo una participación pequeña hasta mediados de los años 1970, aunque haya integrado el primer Consejo Superior de la FAPESP, de 1961 a 1963”, explica el físico e historiador Shozo Motoyama, del Centro Interunidad de Historia de la Ciencia de la USP. Un poco antes del regreso a Brasil, participó en la fundación de la Academia de Ciencias del Estado de São Paulo con Sérgio Mascarenhas, Oscar Sala y Shigueo Watanabe, entre otros científicos, en 1974. En el regreso a São Paulo, en 1975, encontró al país todavía bajo el gobierno militar y a la universidad en busca de libertad de expresión y de reivindicación.
De sus charlas con el físico Alberto Luiz da Rocha Barros y con el sociólogo José Jeremias de Oliveira Hijo, surgió la Asociación de Docentes de la USP (Adusp), en 1976, recreando de cierta forma la Asociación de Auxiliares de Enseñanza que, aunque todavía existía en el papel, había dejado de actuar debido a las presiones del régimen. “Esos tres formaron el núcleo inicial al cual se juntaron otros profesores influyentes, como Simão Mathias y Antonio Candido”, comenta. Para Motoyama, una de las características de Pavan era la audacia. “Nunca tuvo miedo de platear y hacer lo que consideraba correcto, aun cuando las dificultades pareciesen demasiado grandes, como era el caso en los años 1970.”
Durante 10 años, de 1975 a 1985, Pavan coordinó el Programa Integrado de Genética, que contaba con el apoyo del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq). La finalidad del mismo era ampliar el apoyo económico a la investigación científica y discutir las prioridades y las áreas que serían exploradas en genética en Brasil. “Se trataba de un programa integrado en el cual se discutía qué estaba haciéndose, qué se había hecho y qué debería hacerse”, comentó en un testimonio para el libro 50 anos do CNPq contados pelos seus presidentes.
De 1981 a 1984, el genetista fue director presidente del consejo técnico administrativo de la FAPESP y tuvo una participación importante en la recuperación económica de la Fundación, debilitada por el atraso en el giro gubernamental de fondos, que a su vez eran corroídos por la alta inflación. En ese mismo período, durante tres mandatos, de 1981 a 1986, presidió la Sociedad Brasileña para el Progreso de la Ciencia (SBPC). Pavan supo utilizar ambos cargos en instituciones importantes que ocupaba simultáneamente, y su reconocida capacidad de movilización entre los docentes de las tres universidades públicas paulistas e investigadores de los institutos de investigación del estado de São Paulo, para organizar el simposio “Crisis, universidad e investigación” en la Asamblea Legislativa. Como resultado de la presión política, el entonces diputado Fernando Leça planteo un proyecto de enmienda que obligaba al gobierno a hacer giros duodécimos (mensualmente) durante el mismo año de la recaudación. Antes, el pago se efectuaba en cuatro cuotas anuales, y se hacía efectivo con alrededor de dos años de atraso. La Enmienda Leça terminó siendo aprobada en 1983. “El liderazgo de Pavan fue importante en este episodio”, recuerda Motoyama.
El genetista se encontraba en su tercer mandato en la presidencia de la SBPC cuando Renato Archer, el primer ministro del recién creado Ministerio de Ciencia y Tecnología (MCT), lo invitó a asumir la presidencia del CNPq, en 1986. Pavan dejó la SBPC y durante cinco años estuvo al frente de la principal agencia de fomento de la investigación científica en Brasil. “Anteriormente, fue un importante impulsor de la creación del MCT”, atestigua el presidente de la FAPESP, Celso Lafer.
En el CNPq, Pavan apuntó a recuperar el valor de los fondos destinados becas e investigaciones, actuando no solamente en el ámbito del gobierno, sino sumando apoyos en el Congreso Nacional. “Contábamos con Ulysses Guimarães –prácticamente el ‘dueño’ del Congreso– que nos ayudaba ante los líderes partidarios para que nuestras propuestas fuesen aceptadas”, dijo en una entrevista. Pavan se enorgullecía de haber concedido más becas en el país durante los tres primeros años al frente del CNPq que en los 30 años anteriores. Cuando empezó su gestión, eran alrededor de 13 mil becas por año; cuando salió, la concesión anual era de 44.110 becas, estipulada por ley. La agencia federal logró también aumentar el valor de las mismas al vincularlas al salario docente de las universidades federales. Un doctorando ganaba el 70% del sueldo del profesor asistente doctor, por ejemplo.
Consolidación
Durante la Asamblea Constituyente, en 1988, el CNPq convocó a los investigadores a elaborar propuestas. Por cada cuestión que se pretendía insertar en la Carta Magna en lo relativo a ciencia y tecnología había un gran trabajo de preparación de textos y de convicción personal de los diputados constituyentes. “Las discusiones más importantes se referían a la universidad, al espacio de la investigación en los territorios (como en los casos del subsuelo y en la Amazonia) y a las relaciones entre la producción científica y la propiedad intelectual”, comenta Luiz Curi, jefe de gabinete adjunto y posteriormente asesor especial de la presidencia del CNPq en la época de Pavan. Una vez que se aprobó la Constitución, comenzó otro trabajo: mantener la atención y la presión en el momento de la definición de las enmiendas presupuestarias, no solamente para evitar que la investigación científica perdiera fondos, sino también para garantizar el dinero para otros proyectos.
“Pavan consolidó la política de ciencia y tecnología en Brasil”, dice Curi. Según él, también dio mucha atención a las políticas estratégicas de C&T, abriendo espacio para las discusiones sobre cuestiones relativas a la innovación, como por ejemplo en las áreas de nuevos materiales, química fina e informática, y a la necesidad de investigación en fármacos. “No fue que él hizo todo eso, pero sí actuó en estos temas, que se relacionaban con la innovación”, aclara. “Con Pavan, la política como marco de una acción de Estado se profundizó.”
Durante los cinco años que permaneció en el CNPq, Pavan convivió con cinco ministros de Ciencia y Tecnología distintos y con cambios en el status de la autarquía: el MCT se convirtió en secretaría especial durante un período y después volvió a ser ministerio. “Tenía una gran representatividad en el seno de la comunidad científica brasileña, visibilidad internacional y una agenda muy positiva para C&T, con resultados concretos”, dice Luiz Curi. “Era muy difícil sacarlo del cargo, pese a que al ministro no le agradaba.”
Otras dos iniciativas ayudaron a marcar la gestión en ese período, ambas concretadas en 1987. Una de ellas fue la creación del Laboratorio Nacional de Luz Sincrotrón (LNLS), instalado en Campinas, para investigar nuevas propiedades físicas, químicas y biológicas existentes en átomos y moléculas. Es el único del género existente en América Latina y el primero que se instaló en el Hemisferio Sur.
La segunda fue el desarrollo de un centro de ciencias para la juventud, como venía haciéndose en varios otros países en la época, bautizado Estación Ciencia. “El profesor Pavan me llamó para coordinar el proyecto y me pidió que consultara a científicos de todo Brasil con el objetivo de buscar ideas y la concordancia de la comunidad científica”, comenta la profesora de historia Nely Robles Reis Bacellar, primera directora de la Estación Ciencia. El CNPq logró que el gobierno de São Paulo cediera unos galpones ubicados en el barrio de Lapa, declarados patrimonio por el Consejo de Defensa del Patrimonio Histórico, Arqueológico, Artístico y Turístico (Condephaat) y comenzó los trabajos de arquitectura y museología para adecuar el local a un centro de ciencia sin quitarles sus características a los edificios. “A Pavan le pareció excelente la ubicación porque estaba cerca de la terminal de ómnibus, trenes y subtes, y facilitaba las visitas de los estudiantes, coso que efectivamente ocurrió”, cuenta.
Cuando el gobierno de José Sarney terminó, en 1990, Pavan salió del CNPqk, y Nely de la Estación Ciencia. La USP negoció con la agencia federal para hacerse cargo del centro y dio continuidad a los programas de popularización de la ciencia para los jóvenes. El generoso espacio siempre fue bien aprovechado en el montaje de exposiciones y eventos, y las nuevas tecnologías se utilizaron para hacer más atractivo el aprendizaje científico entre los jóvenes. La actual directora, Roseli de Deus Lopes, asumió en 2008 y dio inicio a un proyecto de rescate de la memoria del centro, de manera tal de dotar de visibilidad a esa historia. “Los registros están todos acá, pero sentí que faltaba un libro, de testimonios grabados en video y de exposiciones sobre lo que se ha hecho hasta ahora”, dice. Actualmente visitan el local más de 400 mil personas por año, entre estudiantes y público en general. “Es importante que estas personas puedan saber quién fue y qué hizo Crodowaldo Pavan, y cuáles son los frutos de un centro de divulgación científica como éste.”
Nuevos proyectos
El 24 de junio del año pasado, por ocasión del 22° aniversario de la Estación y dos meses después de la muerte de Pavan, se le rindió un homenaje y se inauguró la obra La mosca del profesor Pavan, del artista plástico José Roberto Aguilar. Este año están previstos un seminario y otros proyectos sobre la memoria del centro, que cuentan con la colaboración de los ex directores Ernest Hamburger y Wilson Teixeira, Saulo de Barros, y del actual vicedirector Mikiya Muramatsu, además de Nely, quien ya donó material y brindó su testimonio sobre el inicio del proyecto y la iniciativa de Pavan.
En las décadas de 1990 y 2000, fuera del gobierno, el genetista prosiguió con sus investigaciones en genética –que nunca abandonó–, pero su actuación institucional y política se volcó más a la divulgación científica y a la popularización de la ciencia. En 2001 ayudó a fundar la Asociación Brasileña de Divulgación Científica (Abradic) como resultado de su trabajo en el Núcleo José Reis de Divulgación Científica de la Escuela de Comunicación y Artes de la USP, del cual fuera uno de los coordinadores.
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