Daniel AlmeidaAlgunos investigadores, atraídos por la posibilidad de transformar los resultados de sus investigaciones en soluciones concretas y viables para problemas socioambientales, están abandonando las universidades para trabajar en organizaciones no gubernamentales (ONGs). Éstas, simultáneamente, están invirtiendo en la contratación de profesionales calificados con la expectativa de que produzcan datos y conocimiento que le brinden un mayor respaldo a sus proyectos. De este modo, las ONGs surgen como mercado de trabajo alternativo para investigadores. Entre sus ventajas, figura la influencia y la visibilidad que algunas de esas organizaciones adquirieron en las últimas décadas en sectores políticos y en los medios. Podrían generarse condiciones favorables para que los estudios científicos tengan un mayor impacto en el proceso de toma de decisiones y en la elaboración de políticas públicas.
Las actividades en las ONGs cubren un amplio espectro. En el IPÊ ‒Instituto de Investigaciones Ecológicas‒, en Nazaré Paulista (SP), se promueve la participación de investigadores en reuniones con residentes de la región donde la ONG desarrolla sus proyectos, lo cual permite un contacto mayor con la realidad local. “Esto es importante para que el investigador desarrolle sus proyectos centrándose en las demandas locales”, dice el ingeniero agrónomo Eduardo Ditt, secretario ejecutivo del IPÊ. Él se sumó a la ONG cuando cursaba su carrera, en la Escuela Superior de Agricultura Luiz de Queiroz de la Universidad de São Paulo (Esalq-USP). Incluso mientras realizaba su maestría, en el Programa de Posgrado en Ciencia Ambiental de la USP, y el doctorado en Investigación Ambiental en el Imperial College London, en Inglaterra, Ditt siempre trató de adecuar sus investigaciones científicas al trabajo en el IPÊ. “El objetivo de las investigaciones emprendidas dentro del marco de las ONGs consiste en la obtención de resultados que puedan derivar en acciones para la implementación de políticas de conservación ambiental”, explica.
Más allá de los temas que involucran a la investigación científica, los investigadores del IPÊ lidian con aspectos administrativos e institucionales de la ONG y le dedican parte de su tiempo a la elaboración de estrategias para la captación de recursos financieros. Este, tal vez sea uno de los principales desafíos inherentes al trabajo dentro de tales organizaciones. Muchas instituciones cuentan con políticas de recaudación específicas. En Greenpeace, por ejemplo, todas las investigaciones se realizan con dinero propio, proveniente de donaciones de personas físicas, según lo explica la bióloga Renata Nitta, coordinadora de investigación de la ONG. En el caso del IPÊ, la labor de captación de recursos la asumen, en forma compartida, los investigadores.
“Por tales motivos, a una ONG le resulta difícil investigar en forma aislada, sin auxilio universitario”, comenta Osvaldo Stella, fundador de la ONG Iniciativa Verde y también responsable del Departamento de Cambios Climáticos del Instituto de Investigación Ambiental de la Amazonia (Ipam). Al igual que Ditt, Stella escogió la trayectoria académica y concluyó el doctorado en Ecología y Recursos Naturales, otorgado por la Universidad Federal de São Carlos (UFSCar), del interior paulista, en 2004. “A cualquier ONG le resulta casi imposible alcanzar los mismos niveles de financiación de la universidad o de los grandes centros de investigación”, dice. La solución es invertir en proyectos conjuntos. “La vocación de la universidad es la producción de conocimiento, en tanto, para las ONGs, la meta consiste en transformar ese conocimiento en acciones concretas y viables”, explica Stella. Son características disímiles pero complementarias, y con gran potencial de expansión”.
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