El uso de armas químicas y biológicas no ha comenzado tras los atentados contra Estados Unidos. El bioterrorismo tiene un origen remoto, plagado de muertes. Entérese de algunas de esas historias.
Siglo VI a.C. – Los asirios arrojaron centeno con hongos en los pozos enemigos.
184 a.C. – Durante la batalla naval contra el rey Eumenes de Pérgamo, las fuerzas de Aníbal arrojaron recipientes con serpientes venenosas en las cubierta de los barcos enemigos.
1346 – Durante el cerco a Kaffa, la armada tártara arrojó sus muertos infectados sobre los muros de la ciudad.
Siglo XV – Durante la conquista de América del Sur, el español Francisco Pizzaro entregó a los aborígenes ropas con el virus de la viruela.
1767 – Durante la colonización de América del Norte, el general inglés Jeffrey Amherst les envió cobijas infectadas a los indios que resistían a la invasión. Fueron diezmadas tribus enteras.
1797 – Napoleón Bonaparte intentó forzar la rendición de Mantua (Italia) contaminando a la población con la fiebre del pantano.
1936 – Japón fabrica y prueba armas biológicas en Manchuria. Decenas de miles de personas mueren como consecuencia del cólera y del ántrax.
1995 – Un ataque con gas sarín en el metro de Tokio provoca un saldo de 12 muertos y decenas de heridos.
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