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Ecolog

Una nueva mirada sobre la naturaleza

Al cabo de cinco años el programa Biota consolida datos sobre la fauna y la flora e invierte en educación ambiental

EDUARDO CESAREl programa Biota-FAPESP, lanzado oficialmente en marzo de 1999, culmina su quinto año de vida con hechos sin parangón con iniciativas similares destinadas a relevar el mapa de la biodiversidad en una gran extensión de tierra. Nunca se supo tanto como ahora sobre las más diversas formas de vida encontradas en el estado de São Paulo, un territorio de 250 mil kilómetros cuadrados, un poco mayor que Gran Bretaña –ya sea que se trate de microorganismos, plantas o animales que habitan la tierra firme, el agua dulce o el mar. Se han destinado hasta ahora 10 millones de dólares a alrededor de 50 proyectos del Biota, un programa “paraguas”, que alberga iniciativas diversas en diferentes áreas. Dentro del Biota existe estudios sobre los peces de agua dulce y los animales marinos: trabajos sobre la distribución de los mamíferos de las Américas; proyectos que procuran descubrir la existencia de árboles capaces de extraer grandes cantidades del contaminante gas carbónico de la atmósfera; y estudios sobre el grado de preservación de la vegetación nativa en el estado. Uno de las actividades más recientes del programa es la BIOprospecTA que busca biofármacos escondidos en los bosques y ríos, cuyos primeros cuatro proyectos de investigación fueron aprobados recientemente (lea el recuadro). Estos son tan sólo algunos ejemplos del alcance del Biota. Habría otros, pero la lista sería enorme.

Con la dedicación y la capacidad de los 500 investigadores y de los 500 alumnos de grado y posgrado que participan en sus proyectos, el Biota inauguró una nueva manera de hacer investigación en el área ambiental. Estimuló el trabajo conjunto y el intercambio de información, en especial vía internet, entre investigadores de decenas de instituciones de São Paulo (y de otros estados, e incluso del exterior) que antes tendían a quedarse aislados en su campo específico de trabajo. “La FAPESP no pasó a gastar más en estudios ambientales con el Biota, sino que pasó a gastar mejor”, afirma el biólogo Carlos Alfredo Joly, de la Universidad Estadual de Campinas (Unicamp), ex coordinador del programa. “Cambiamos el paradigma de quienes trabajan con historia natural. El lema ahora es compartir datos”.

El espíritu cooperativo orientó las grandes iniciativas del programa. Cuando los investigadores del Biota van al campo a buscar muestras de especies para realizar sus trabajos, utilizan por ejemplo la misma metodología de colecta de organismos y escriben en una ficha estándar sobre los ejemplares que capturan. Posteriormente, los datos de la colecta se ingresan en el Sistema de Información Ambiental del Biota, el SinBiota, una herramienta virtual que computa registros de aproximadamente 56 mil especies halladas en São Paulo (44 mil de vida terrestre, 8 mil de agua marina y 4 mil de agua dulce). De esta manera, con los científicos adoptando procedimientos comunes, se vuelve más fácil comparar los registros de distintas colectas hechas por diferentes investigadores del programa. “Incluso investigadores de fuera de Brasil comentan que no hay otro proyecto internacional como el Biota”, comenta Maria Cecilia Wey de Brito, directora general del Instituto Forestal de São Paulo.

Desde octubre del año pasado, las informaciones generadas por el Biota están integradas a la red SpeciesLink, un banco de datos mayor aún, que reúne los registros de 38 colecciones científicas, 24 de instituciones paulistas y 14 del exterior. La propia creación de SpeciesLink –a cargo del Centro de Referencia en Información Ambiental (Cria) de Campinas, que también implantó el SinBiota– sólo fue posible gracias a la existencia del programa sobre la biodiversidad del estado. El SpeciesLink es uno de los proyectos del Biota. Todavía faltan informaciones ambientales sobre algunas partes del estado, como es el caso de la región oeste, donde restó poca vegetación y hay escasez de investigadores. Pero nadie duda acerca de que, con relación al conocimiento sobre la biodiversidad paulista, hay un antes del Biota y un ahora. “Hemos reunido masa crítica suficiente como para, sin parar los trabajos de colecta de especies en campo, empezar a generar propuestas de políticas públicas en el área de conservación ambiental”, dice Ricardo Ribeiro Rodrigues, de la Escuela Superior de Agricultura Luiz de Queiroz (Esalq) de Piracicaba, el nuevo coordinador del Biota.

Una de las ideas que se esgrimen es no restringir los esfuerzos de preservación de la naturaleza sólo al interior de las áreas públicas o privadas legalmente demarcadas como unidades de conservación. Varios estudios del Biota plantean que mantener un parque como una isla de biodiversidad mientras su entorno se encuentra devastado no es una política muy eficaz. La destrucción de las cercanías afecta la vida dentro del oasis de verde. Es un efecto similar a la influencia de las orillas sobre los destinos de un río. No hay cursos de agua sanos con márgenes enfermas o destruidas (y viceversa). Siguiendo en el medio liquido: Naércio Aquino de Menezes, del Museo de Zoología de la Universidad de São Paulo (USP) y coordinador de la confección del recientemente lanzado Catálogo de peixes de água doce no Brasil, se sorprendió ante la realidad inmersa en las áreas del ‘Cerrado’, las sabanas del corazón de Brasil. “Encontramos muchos residuos de soja contaminando los ríos en la región central”, comenta Menezes, uno de los investigadores jefes del Biota. “Intentamos registrar todas la especies de peces que hallamos antes de que se acaben”.

Los ríos sofocados
El ciudadano común suele asociar la contaminación de los ríos y lagos principalmente con la existencia de actividades industriales y grandes ciudades en las zonas aledañas. La inmundicia del Tietê en la parte que atraviesa la capital paulista es el ejemplo más visible de la acción deletérea de los desechos humanos y fabriles sobre un río. Ésta es una parte de la tragedia acuática, pero eso no es todo. El avance de los cultivos y pasturas también sofoca a muchos ríos y arroyos del interior del estado y de todo Brasil, al margen de promover directamente la deforestación de las áreas de vegetación nativa. Una de las buenas noticias surgidas de un trabajo del Biota coordinado por investigadores del Instituto Forestal, fue que en este comienzo de siglo, el área con vegetación natural de Sâo Paulo aumentó el 3,8% (1,2 kilómetro cuadrado) con relación a la existente hace diez años. Este crecimiento, aunque tímido, se concentró en la franja de Bosque Atlántico, el ecosistema más extenso del estado.

En el norte y en el noroeste de São Paulo, donde hay fragmentos de ‘Cerrado’ que responden por apenas el 1% de la vegetación nativa paulista, la deforestación continúa. En estas regiones, a diferencia de lo que ocurre en las sabanas del Brasil central, la expansión agrícola sigue avanzando al compás del cultivo de la caña de azúcar, y no del de de la soja.

Los avances en la cuestión ecológica, como el pequeño crecimiento en el área paulista del Bosque Atlántico, son producto de la entrada en vigor de una legislación conservacionista más severa y de la adopción de medidas concretas para reducir las agresiones a la naturaleza. Y los investigadores creen, sobretodo, en la toma de consciencia por parte de la población acerca de la necesidad de preservar el ambiente. De ahora en delante, uno de los puntos que serán más destacados por el Biota es la cuestión de la educación ambiental. ¿Cómo se puede transformar y difundir el conocimiento técnico generado por los científicos que integran el programa en información inteligible para maestros y profesores, que tienen la función de transmitir esos conceptos a las nuevas generaciones de ciudadanos? Estimulando iniciativas específicas de educación ambiental dentro del Biota. “Hoy tenemos tres proyectos con ese perfil”, afirma Rodrigues, el nuevo timonero del programa.

Los medicamentos de la biodiversidad
Desde que comenzó, el Biota apoya investigaciones dirigidas al desarrollo de fármacos elaborados con base en extractos vegetales o moléculas de plantas y animales hallados en São Paulo. En 1999, uno de los primeros proyectos del programa, coordinado por Vanderlan da Silva Bolzani, del Instituto de Química de la Universidad Estadual Paulista (Unesp) de Araraquara, tenía como objetivo buscar drogas en medio a la biodiversidad del ‘Cerrado’ y del Bosque Atlántico.

El interés por el tema creció tanto que, en junio de 2003, se creó una red para reunir iniciativas con ese perfil en el marco del Biota. Inicialmente denominada RedeBio, la Red Biota de Bioprospección y Bioensayos pasó a llamarse BIOpropescTA. Casi 60 anteproyectos de investigación en bioprospección se presentaron ante la FAPESP. Por ser similares, algunas propuestas fueron redimensionadas o fusionadas, y generaron 32 proyectos para la BIOprospecTA, que actualmente es un subprograma del Biota. Cuatro de esos proyectos han sido aceptados –y los restantes están en análisis.

Las propuestas aceptadas son de investigadores de distintas instituciones. João Valdir Comasseto, del Instituto de Química de la USP, estudiará el metabolismo de las bacterias de ecosistemas brasileños. Luis Eduardo Soares Netto, del Instituto de Biociencias de la USP, buscará inhibidores de proteínas antioxidantes en la Xyllella fastidiosa, la bacteria que causa en los naranjales la clorosis variegada de los cítricos, popularmente conocida en Brasil como “amarelinho”. El trabajo de Monamaris Marques Borges, del Instituto Butantan, tendrá por objeto la realización de ensayos in vitro para identificar productos con actividad antimicrobacteriana. Mario Sergio Palma, de la Unesp de Rio Claro, buscará en la fauna de artrópodos paulista compuestos útiles para la elaboración de nuevas drogas y pesticidas selectivos. “La mayoría de los fármacos existentes en el mercado se inspiró en moléculas extraídas de fuentes naturales”, dice Vanderlan, una de las coordinadoras de la BIOprospecTA. “Con la implantación de la red pretendemos dominar todas las etapas del proceso de bioprospección.”

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