Una mujer intrépida, con una mirada peculiar para los temas brasileños y habilidad para ampliar horizontes. Así puede definírsela a la socióloga Maria Isaura Pereira de Queiroz, profesora emérita de la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas de la Universidad de São Paulo (FFLCH-USP), fallecida el 29 de diciembre, a los 100 años de edad. Considerada, en sus propias palabras, una “niña desobediente” por su decisión de ingresar a la FFLCH, allí se graduó en ciencias sociales (1949) e hizo su maestría en sociología (1951). En 1959, bajo la dirección del sociólogo francés Roger Bastide (1898-1974) y ante una mesa por el antropólogo belga Claude Lévi-Strauss (1908-2009) y el jurista y sociólogo francés Gabrel Le Bras (1891-1970), defendió, en la École Pratique des Hautes Etudes VI Section, en París, la tesis doctoral intitulada “La guerre sainte au Brésil: Le movement messianique du Contestado”, aún inédita en portugués.
Estudió temas de gran actualidad, recuerda el sociólogo José de Souza Martins, también profesor emérito de la FFLCH-USP: el caipira y el sertanejo [algo así como interiorano y campesino, figuras sociológicas del campo y agreste brasileños], la religiosidad popular, el “mandonismo” político, los movimientos mesiánicos. “Ella fue quien mejor comprendió la creatividad sociológica de Bastide, que había enseñado a los jóvenes estudiantes de la Facultad de Filosofía de la USP a mirar e interpretar a Brasil con ojos antropológicamente brasileños, a ver lo que somos y lo que no somos y creemos que somos”, sintetiza él. Ella reveló nuevas posibilidades. “Una de las principales fue enfatizar la importancia de los estudios cualitativos. Reunía, como material de investigación y análisis, entrevistas, historias de vida, literatura brasileña, incluso novelas”, recuerda la también socióloga Eva Alterman Blay, su colega en la FFLCH. Juntas, las dos participaron de la fundación del Centro de Estudios Rurales y Urbanos (Ceru). “En 1963, redactamos el estatuto del núcleo de estudios rurales, que después incorporó ‘urbanos’, en la casa de mis padres”, relata.
Como profesora visitante, Pereira de Queiroz dictó clases en Bélgica, Francia, Canadá y Senegal. Reconocida internacionalmente, tuvo varios de sus trabajos publicados en, además de Brasil y Francia, Italia, Colombia y México; uno de ellos fue traducido al inglés por el historiador británico Eric Hobsbawm (1917-2012). Dirigió a decenas de estudiantes, en Brasil y en el exterior. Exigente, era celosa con la escritura. “Maria Isaura tenía estilo. Cuando tomaba un texto para leerlo, anotaba sus comentarios en los márgenes: ‘Está obscuro’, ‘no entiendo lo que has querido decir”, recuerda Blay. A lo largo de su vida, dio reiteradas demonstraciones de coherencia política, de ética y de integridad, destaca Martins. Durante la dictadura militar (1964-1985), actuó para liberar a presos políticos y para impedir la entrada de la policía al predio de la USP situado en la calle Maria Antônia, entonces sede de la facultad de filosofía.
No tuvo hijos. Dedicó su vida a la docencia y a la investigación. “Los tiempos y los acontecimientos de los que gocé en la USP fueron lo que hubo de más encantador en mi vida”, declaró durante las conmemoraciones de sus 80 años. Elegida la científica del año, en 1997 Pereira de Queiroz recibió el premio Almirante Álvaro Alberto para Ciencia y Tecnología, del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq). “Fue como si ella hubiera construido un poliedro y cada uno hubiera tomado un ángulo”, observa Blay. “Antropólogos, historiadores, sociólogos, periodistas, de varias regiones del país y del mundo, cada uno apunta un ángulo de la investigación de Maria Isaura que fue importante para su propio trabajo.”
Republicar