Después de décadas priorizando el apoyo a grandes emprendimientos de industrias o de infraestructura, el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), la mayor institución pública de financiación de Brasil, ahora se vuelve hacia la gente menuda, anónima e informal. Organizada en comunidades llamadas Arreglos Productivos Locales (APL’s), esta multitud que raramente consta de las estadísticas, pero que exhibe una notable capacidad de innovar en términos organizacionales y tecnológicos, produce cosas tan variadas como miel en el interior de Pernambuco, programas de computadora en Recife, esculturas de madera y yeso de Padre Cícero en Juazeiro do Norte, Ceará, bordados en Seridó, Río Grande do Norte, col y lechuga en Mogi das Cruzes, en el Gran São Paulo, duraznos en conserva en Pelotas, Río Grande do Sur, vinos en Serra Gaúcha, placas para los programas de TV Globo y ropa íntima femenina en Petrópolis, la ciudad de la Sierra Fluminense donde vivió el emperador Pedro II.
El apoyo al desarrollo local es urgente porque se inserta en el esfuerzo de robustecimiento del crecimiento de la economía brasileña, dice el economista Luciano Coutinho, presidente del BNDES. Grandes proyectos y grandes inversiones son importantes porque producen efectos que movilizan la economía, pero no necesariamente aseguran el desarrollo de abajo hacia arriba. Al inicio de noviembre el banco creó la secretaría de arreglos productivos innovadores, que pondrá énfasis en el desarrollo local y relevar las posibilidades de acción en el área, y un comité interno para articular las áreas del banco. Los dos equipos apuntarán al mismo propósito: iniciar rápidamente un programa piloto en la región nordeste para atender a un grupo aún restringido de APL’s con los instrumentos de apoyo financiero a mano. Los resultados deben dar asidero a un programa nacional de apoyo a esos núcleos productivos y mostrar qué necesita hacerse o que ajustarse.
Coutinho anticipa uno de los problemas a ser enfrentados: el acceso al crédito, que él define como una angustia para el BNDES. Como el banco no tiene capilaridad y depende de otros agentes financieros, las condiciones de los prestamos tienden a asustar al pequeño empresario. En busca de alternativas el BNDES abrigó en noviembre un seminario de tres días en que economistas, geógrafos y sociólogos de la Red de Investigación en Sistemas y Arreglos Productivos e Innovadores Locales (RedeSist) presentaron los resultados de diez años de producción teórica y de estudios prácticos de APL’s en 23 estados y un conjunto de recomendaciones que deben servir de base para las acciones del banco.
La decisión del banco de apoyar las redes invisibles de micro y pequeñas empresas es importante por causa del efecto de señalización del banco, que quiere llegar adonde no llega y actuar con los estados y otras instituciones que ya trabajan con APL’s, comenta Helena Lastres, coordinadora y co-fundadora de la RedeSist ahora al frente de la nueva secretaria del BNDES. Falta un paradigma de política [de apoyo a los APL’s] que funcione, observó Coutinho.
Los relatos también dejaron claro que las respuestas de los APL’s pueden ser rápidas. En menos de un año una región depauperada del oeste de Goiás se transformó bastante. Motivados por la Secretaria de Planificación del gobierno estadual, los pequeños productores de leche del municipio de São Luís de Montes Belos se organizaron y se aliaron a la municipalidad, a la universidad estadual, a la Embrapa Ganado y Leche y a grandes lacticinios. Nacida de la base productiva local, esa articulación llevó a la creación de una hacienda escuela, ya en construcción, y al proyecto de un centro de tecnología de la leche, aprobado por la Financiera de Estudios y Proyectos (Finep). De los planes forman parte también la creación de un curso de posgrado en leche, según Sergio Castro, economista de la Universidad Católica de Goiás.
En el agreste de Ceará, el agua subterránea que podría ser explotada por medio de pozos rasos y había sido descubierta por un equipo de la Universidad Estadual de Ceará atrajo a los agricultores de Quixeramobim. La alcaldía financió la construcción de los equipamientos de perforación, construidos por las metalúrgicas locales, y la Fundación Cearense de Apoyo al Desarrollo Científico y Tecnológico (Funcap) facilitó el trabajo de los investigadores con los agricultores. Tres años después los 30 productores que antes plantaban yuca, maíz y frijol eran 60 y cultivaban papaya, maracuyá y tomate, comprados por la alcaldía para atender a las escuelas. Los investigadores intentaron en otros lugares, pero la apropiación de la tecnología de explotación de agua sólo tuvo buen resultado en Quixeramobim a causa del capital social, comenta el economista Jair do Amaral Filho, que nació en el interior paulista y estudió en la Sorbonne en París antes de instalarse en Fortaleza como profesor de la Universidad Federal de Ceará. Capital social, concepto esencial para entender la formación de los APL’s, equivale a la capacidad de articulación de la sociedad y refleja las relaciones de confianza y de cooperación entre las personas.
Quien mire con desconfianza la capacidad innovadora de los APL’s podrá sorprenderse. Pequeñas empresas integradas a esas redes casi invisibles se convirtieron asiduas entre las escogidas del Premio Finep de Innovación Tecnológica, destacándose, por ejemplo, con nuevas técnicas de producción de vino en Petrolina, Pernambuco. En Anápolis, Goiás, el Instituto de Gestión Tecnológica Farmacéutica (IGTF), que reúne 20 empresas farmacéuticas, universidades y órganos del gobierno estadual y federal, en breve solicitará la primera patente de un proceso de extracción de veneno de serpiente. Dos empresas de ese APL ganaron dos premios regionales de innovación de la Finep.
Cuando aparecen, los APL’s sorprenden, principalmente porque estaban allá hace mucho tiempo y nadie los veía. Ana Lúcia Gonçalves da Silva, de la Unicamp, cuenta un caso que salió de las sombras hace poco tiempo: un conglomerado de casi 20 fábricas de instrumentos para odontólogos en el barrio de Pirituba, en la ciudad de São Paulo. Tomando solamente las más visibles y ya identificadas, el estado de São Paulo abriga alrededor de 150 APL?s, Bahía 66, Río de Janeiro 61, Goiás 57, Pará 56, Paraná 40, Mato Grosso del Sur y Alagoas 27, Río Grande del Norte 25 y Pernambuco 10, de acuerdo con el mapa levantado por la RedeSist. Es imposible decir cuántos conglomerados de empresas y trabajadores funcionan en el país entero entre 500 y mil o por ahí.
El apoyo que reciben varía mucho. En Goiás la situación es relativamente buena, observa Castro, porque el cuerpo técnico comprendió y asumió el concepto de APL’s. Fue así también en Paraná, donde los políticos no se involucraron y dejaron que los técnicos trabajaran, comenta Fabio Scatolin, economista de la Universidad Federal de Paraná. En Ceará por lo menos 13 de los 23 APL’s ya identificados cuentan con apoyo de una red de 19 instituciones creada por el gobierno estadual.
Ya en Santa Catarina no hay política de apoyo definida, ni acción articulada entre las instituciones, ni criterios para definir los APL’s prioritarios, en la evaluación de Renato Campos, de la Universidad Federal de Santa Catarina. En Bahía un proyecto del BID para incentivar el desarrollo de los APL’s del estado ahora está huérfano, a causa del desinterés del actual gobierno del estado, cuenta Hamilton Ferreira, de la Universidad Federal de la Bahía. Los APL’s necesitan el apoyo del estado, no del gobierno, y de políticas de medio y largo plazo, que van más allá del tiempo de cada gestión, dice él.
En 2003 y 2004 el economista Francisco de Assis Costa, del Núcleo de Altos Estudios Amazónicos de la Universidad Federal de Pará, coordinó el levantamiento cartográfico de APL?s de alimentos en Belém, representado por la cadena productiva de asaí. Más tarde trabajó durante un año y medio en la entonces naciente Agencia de Desarrollo de la Amazonia (ADA) con la noción de APL como base para el desarrollo regional. Poco a poco, sin embargo, notó un abismo entre la intención y la práctica de las instituciones públicas, poco permeables al nuevo concepto, y sintió las posibilidades de acción evaporarse. La lógica de los APL’s exige otras formas de representación política, diferentes de la lógica clientelista de hoy, mediante la cual actuar con o para los APL’s no se transforma en capital político, interpreta Costa. Hoy el estado del Pará cuenta con seis comités tecnológicos estaduales y 14 tecnológicos regionales ya instalados para atender a los 56 APL’s del estado. Como mínimo emergió la capacidad de comunicación, dice él. Podemos ver el futuro con optimismo, pero tenemos que aguardar.
Con mayor o menor apoyo del Estado, ese Brasil de las hormiguitas es resistente. Principalmente en el interior del país los APL’s reflejan un proceso de eficiencia productiva que sobrevivió con gallardía a la crisis de la década pasada?, evalúa el economista José Eduardo Cassiolato, profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro y coordinador de la RedeSist. Formada hoy por casi cien economistas, geógrafos y sociólogos de Brasil y de otros países, la RedeSist nació en 1997 con el propósito de examinar fenómenos que escapaban a los análisis económicos habituales. Judith Sutz, socióloga de la Universidad de la República, Uruguay, se unió al grupo ya en el inicio atraída por el desafío y por la oportunidad de pensar con cabeza propia un espacio latinoamericano sobre innovación y desarrollo, en diálogo con el mundo, recordó ella. No queríamos sólo buscar datos, sino también hacer teoría, venciendo el papel subordinado de solamente aplicar teorías listas del Norte.
Como señal de esa osadía, el logotipo de la RedeSist es un mapa mundi invertido América Latina en lo alto. Vamos a transformar el conocimiento en una linterna que ilumine lo que la gente quiere hacer, sin recelo de modificar los modelos teóricos cuando sea necesario, convidó Helena Lastres. No tenemos que ser esclavos de los conceptos, que a veces dejan de fuera cosas importantes. Tenemos que parar de culpar a la realidad por no ajustarse a los modelos.
Poco a poco el grupo se alejó de los conceptos clásicos de innovación tecnológica, organizacional, institucional y social, conocimiento y desarrollo económico. De acuerdo con Judith, el enfoque habitual de innovación prioriza el desarrollo económico, que, una vez obtenido, llevaría al desarrollo social. De ese modo, la innovación no ha podido ayudar en el desarrollo social, observa ella. Los rebeldes de la RedeSist se sentirían más a gusto tomando la innovación bajo un enfoque primordialmente social, a partir del cual se podría analizar el desarrollo económico. Es un cambio significativo, afirma Hernán Thomas, profesor del Instituto de Estudios sobre ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional de Quilmes, Argentina, ya que la innovación puede así dejar de ser lineal, paliativa, asimétrica y unilateral y volverse algo colectivo, flexible y abierto, capaz de reunir el conocimiento tácito y formal para resolver dificultades vinculadas a la supervivencia. Así es como los cubanos crearon materiales de bajo costo para construir casas capaces de resistir a tempestades y los uruguayos reinventaron aparatos de bajo costo para tratar la ictericia aguda en recién nacidos. Fueron también los uruguayos los que transformaron la sangre y rumen de buey en fertilizante natural cuando una ley prohibió que los mataderos votasen esos residuos. ?Las oportunidades de innovación vienen, y se matan, de toda parte, recordó Judith.
Las peculiaridades de cada lugar son las que rigen también el refuerzo de infraestructura de investigación y desarrollo. Un centro de tecnología en moda y design toma forma en un núcleo de producción de ropas en Jaraguá, en Goiás, y otro, de design de muebles, en Xapuri, en el Acre. Los productores de muebles en Linhares, en Espírito Santo, y de joyas en Limeira, interior paulista, también valorizan nuevos designs como forma de ampliar la clientela.
Bajo este enfoque, las pequeñas empresas dejan de ser los patitos feos de la economía y se vuelven esenciales. Según Cassiolato, las tres mil empresas que producen bragas y sostenedores en Friburgo, en la Sierra Fluminense, ejemplifican la eficiencia colectiva como forma de ganar economía de escala, no más privilegio de medias y grandes empresas, sino también de la sociedad de las hormiguitas. Uno de los seis libros del equipo de la RedeSist se titula precisamente Pequeña empresa: cooperación y desarrollo local.
Por el momento los investigadores de la RedeSist examinaron a profundidad alrededor de 60 APL’s centrados en la actividad industrial, y dirigieron alrededor de cien tesis de maestría y doctorado. Hace dos años comenzaron a explotar otra área: los APL’s intensivos en cultura, como ejemplo de la industria musical de Fortaleza, el audiovisual de Goiânia, el Carnaval de Bahía, el Boi-bumbá de Parintins, Amazonas, y la producción cinematográfica en Recife y Porto Alegre. El Brasil silencioso ya se revela un poco más. Una sola fiesta popular, el Círio de Nazaré, que todo año atrae a millones de visitantes a Belém, mueve el equivalente a 3,5% del PBI de la capital de Pará. En la ciudad de Río de Janeiro alrededor de cien empresas se especializaron en la producción audiovisual y en la formación de actores para TV Globo. Los territorios de aprendizaje colectivo y de cooperación comienzan a vencer a la invisibilidad.
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