Esferas minúsculas pueden convertirse en un arma contra la leishmaniasis visceral, una enfermedad causada por el protozoario Leishmania chagasi que, sin tratamiento, es fatal en un 90% de los casos. El principal tratamiento disponible emplea antimonio, un metal bastante tóxico para los pacientes. Pero ahora, un grupo coordinado por el farmacólogo André Gustavo Tempone, del Instituto Adolfo Lutz, probó con éxito la furazolidona, un medicamento empleado contra la giardiasis, una parasitosis intestinal, y contra la Helicobacter pylori, una bacteria causante de la úlcera gástrica (International Journal of Antimicrobial Agents). Las nanoesferas funcionan como vehículos que transportan la sustancia hasta la célula infectada, y permiten una acción localizada usando bajas dosis del medicamento. “La furazolidona fue encapsulada en nanoliposomas con 150 nanómetros. La formulación fue pensada para unirse al macrófago, la célula hospedadora del protozoo. Además de transportar el fármaco hacia la célula, hizo que el medicamento se fusionase con el parásito. Fue una orientación selectiva”, declaró Tempone a Agência FAPESP.
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