Vuelve al mar en la segunda quincena de noviembre el barco oceanográfico Prof. W. Besnard, la principal embarcación de investigación del Instituto Oceanográfico de la Universidad de São Paulo (Iousp) y el único navío de este tipo en Brasil, capaz de realizar largas expediciones en alta mar. “El instituto vuelve a respirar y a producir ciencia”, dice el investigador Belmiro Mendes de Castro, que ya encabezó varias expediciones de investigación del Besnard.
El buque, que lleva el nombre del fundador del Oceanográfico, profesor Wladimir Besnard (1890-1960), estaba parado desde 1998, cuando entró en la dársena de Santos debido a problemas con el motor. La paralización dificultó los trabajos de investigación y enseñanza en el instituto. “No se hace oceanografía sin un buen barco”, afirma el veterano Luiz Bruner de Miranda, investigador jefe de muchas expediciones del Besnard, quien agrega: “No se conoce el océano a través de la pantalla de una computadora”.
Bautismo en 1967
“Para llevar a cabo investigaciones oceanográficas se necesita un barco oceanográfico. Sin barco es mejor cambiarle el nombre al Instituto Oceanográfico por el de Instituto de Estudios Costeros”, comenta con humor su actual director, Rolf Roland Weber, sobre las dificultades por las que pasó la institución. Los mayores perjudicados fueron los investigadores y alumnos, impedidos de usar el navío para investigación de campo en alta mar. Algunos proyectos sufrieron atrasos. Con el retorno del Besnard a las aguas, todo tiende a mejorar.
Entre las refacciones hechas en el buque, que costaron alrededor de un millón de reales y fueron financiadas en parte por la FAPESP, se cuenta el cambio el motor y la instalación de nuevos equipos. El empeño del Iousp para mantener el Besnard en buenas condiciones de uso también se justifica por la historia de sus conquistas.
El desarrollo de la navegación y la oceanografía estaban nítidamente relacionados en el siglo XIX, cuando los barcos de investigación y exploración, a ejemplo del HMS Challenger, se hicieron famosos. El profesor francés Wladimir Besnard tuvo siempre presente la necesidad de un navío oceanográfico para el instituto que fundó y dirigió desde 1946. Bruner asegura que ésa era una de las principales motivaciones de Besnard.
El sueño del fundador cobró impulso con la aprobación de una contribución federal para la adquisición del barco al final de 1958, pero solo se concretaría casi diez años después, el 5 de mayo de 1967. Ese día, en Bergen, Noruega –donde el navío fue construido a pedido del gobierno paulista por el astillero A/S Mjellem & Karsen–, se realizó la ceremonia de bautismo de la embarcación, cuyo nombre fue un homenaje póstumo a Besnard. En una ceremonia de cambio de banderas, la nave fue transferida a propiedad de la USP el 30 de mayo.
Al día siguiente el Besnard levantaba su ancla en Bergen y solo llegaría al puerto de Santos en 9 de septiembre de 1967: es que ese viaje fue también su primera expedición científica, llamada de Vikindio, en alusión a la asociación entre científicos noruegos y brasileños en la construcción del mismo. La expedición fue coordinada por Marta Vannucci, directora del Iousp, y Thor Kwinge, del Instituto Geofísico de la Universidad de Bergen. Su ruta abarcó las Islas Canarias, la costa noroeste africana y la costa brasileña desde Recife hasta Santos.
Una montaña submarina
Luiz Bruner, que participó del viaje, revela que “en su transcurso se recogieron muestras de agua, datos hidrográficos, muestras de plancton y se realizaron mediciones de la Corriente de Brasil”. Durante esa expedición, el Besnard realizó su primer e importante descubrimiento en el Atlántico Norte: una montaña submarina de 3.500 metros de altura, con su cima a 194 metros de profundidad, situada en la ruta Dakar-Las Palmas, cerca de la Isla de Sal. La montaña recibió el nombre de Besnard.
Bruner recuerda que su doctorado se debe en gran medida al trabajo realizado en el comienzo de la década del 70 con el Besnard en el proyecto Cobra –Corriente de Brasil en la plataforma continental sur–, con el cual prácticamente fundó la cátedra de Oceanografía Física en el instituto.
Un experimentado meteorólogo y perito en telegrafía participó de esa fase histórica del barco: Rubens Junqueira Villela, investigador del Instituto Astronómico y Geofísico (IAG) de la USP, primer brasileño en alcanzar el Polo Sur en 1962, en una expedición norteamericana. Bruner recuerda que Villela tuvo una participación importante en varias expediciones del Besnard en las décadas del 60 y 70, cuando toda la transmisión de datos meteorológicos de tierra firme al barco era realizada vía telégrafo. Ni bien recibía los datos, Villela efectuaba rápidamente sus previsiones del tiempo, esenciales en las misiones.
Aventura en la Antártida
El Besnard ya participó en muchos grandes proyectos. Uno de ellos, el Coroas –Circulación Oceánica de la Región Oeste del Atlántico Sur–, consiste en una evaluación de la productividad primaria en el Atlántico. Financiado por la FAPESP y por el Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq), el proyecto se desarrollo desde 1992 en asociación con el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de São José dos Campos (vinculado al Ministerio de Ciencia y Tecnología) y la Fundación Universidad de Río Grande do Sul (Furg). Por el Iousp, Belmiro de Castro participa del Coroas, cuyas viajes ya incluyeron los litorales de São Paulo, Paraná, Santa Catarina y Río Grande do Sul.
Con todo, la gran aventura del Besnard fue la serie de excursiones científicas a la Antártida, como parte del Programa Antártico Brasileño (Proantar), que se desarrollaron desde el verano de 1982 hasta el de 1988. Fueron seis campañas de investigación, con relieve para la 1ª Expedición Brasileña a la Antártida y para la instalación de la Estación Antártida Comandante Ferraz en la isla Rey George, que le permitieron a Brasil ser admitido como un miembro pleno del Consejo Consultivo del Tratado Antártico y de la Comisión Científica de Investigación Antártica (SCAR – Scientific Committee on Antartic Research). Como integrante de esas misiones, Rubens Villela pudo entonces revisitar el continente antártico.
Las actividades del Besnard en la Antártida fueron abandonadas debido al desgaste de su estructura, provocado por las condiciones adversas del mar en la región, cosa que en 1988 ocasionó la ruptura del eje de la hélice de la embarcación al atravesar el pasaje de Drake. Ese desgaste estructural fue la probable causa de los problemas mecánicos que pasaron a perjudicar el desempeño del navío.
Así, después de 150 cruceros oceanográficos, el Besnard pasó por una amplia reforma entre 1994 y 1997. Con todo, tuvo que volver a reparaciones en 1998, después de sufrir problemas con el motor: los desgastes estructurales habían provocado el desalineamiento de algunos cilindros del mismo, lo que con el tiempo acabó impidiéndole funcionar.
En la reforma, fueron instalados otro motor y nuevos equipos, lo que mejorará el desempeño y le garantizará una buena sobrevida al Besnard. Entre esos equipamientos están el ADCP, un perfilador acústico de corriente destinado a medir automáticamente la velocidad, la dirección y la conductividad del agua de una corriente marina, sin que el barco deba parar. También se destacan el Ecointegrador, que detecta la biomasa presente, y la Ecosonda EA500, que realiza la batimetría –medición de la profundidad– y evalúa la composición geológica del material de fondo. Además de esos instrumentos de análisis instalados en el casco, el Besnard fue equipado con el nuevo sistema de transmisión de información vía satélite Imarsat-A, conectado a una red interna de computadoras integrada a laboratorios e instrumentos.
Todos los nuevos instrumentos pueden ser reaprovechados en un futuro nuevo barco oceanográfico. Mientras tanto, el Besnard se prepara para retomar su misión como principal laboratorio de la oceanografía brasileña. En diciembre empezará a participar de un estudio sobre la dinámica del ecosistema de la plataforma del Atlántico Sur, único proyecto oceanográfico que integra el Programa Núcleos de Excelencia del CNPq (Pronex).
El barco
Estructura: buque oceanográfico
Eslora: 49,35 m
Largo en la línea de flotación: 42,60m
Manga: 9,33 m
Calado: 3,73 m
Altura de quilla a cubierta: 5 m
Tonelaje: 670 t
Velocidad: 13,5 nudos
Autonomía: entre 14 y 21 días
Tripulación: 23
Investigadores: 15
EL PROYECTO
Mantenimiento e Instrumentación del Barco Oceanográfico Prof. W. Besnard y Sustitución del Motor Principal de dicho Barco Oceanográfico
Modalidad
Programa infraestructura 4 y auxilio a proyecto de investigación
Coordinador
Rolf Roland Weber – Instituto Oceanográfico de la USP
Inversión
US$ 64.900,00 y US$ 150.000