Hay algo francamente espantoso en buena parte de las discusiones que se procesan en este país sobre el mejor camino para el nacimiento de bebés humanos. Digo de la extraña inversión que sufren los conceptos de normal y de excepcional en relación a uno de los más fantásticos procesos fisiológicos en que el cuerpo femenino es especializado: el parto.
De tanto que se banalizó la operación cesárea, hay quien crea, principalmente entre las nuevas generaciones, que lo normal para nacer es esa alternativa quirúrgica, mientras que el parto normal, por la via vaginal, no pasaría a esta altura de una excrecencia, un irremediable anacronismo. ¡Brutal equívoco! El parto normal, aún cuando el cuerpo gaste más de 24 horas en un estupendo e insistente trabajo para hacer que finalmente acontezca, es un evento del orden de la fisiología, del bueno y saludable funcionamiento del organismo femenino. Ya el parto por cesárea, aunque debamos tomarlo con justeza como una bella construcción de la competencia científico–técnica humana, perfeccionado paso a paso desde que fue intentado por primera vez hace más de 400 años y, se destaque como fundamental desde entonces para salvar un número incalculable de vidas, es una cirugía – con los riesgos inherentes a cualquier cirugía, además de otros específicos. Cirugía que debe, si, ser realizada en todas las situaciones en que el proceso fisiológico normal no tenga el chance de seguir su curso, en pro de la vida de mujeres y bebés.
El problema son las cesáreas innecesarias. Y eso el bello reportaje de la portada de esta edición de Pesquisa FAPESP lo muestra con agudeza y profundidad, tomando como punto de partida un estudio con la participación importante de investigadores brasileños publicado ahora en junio en la Lancet, una de las más importantes revistas científicas del área de medicina. Los riesgos desconocidos de las cesáreas, la conversión de la obstetricia brasileña al parto quirúrgico y sus razones, las alteraciones en las tasas de mortalidad materno-infantil provocadas por el abuso del parto no-fisiológico, todo eso y mucho más está relatado en el texto denso, vigoroso y al mismo tiempo sensible del editor especial Ricardo Zorzetto. Oigo decir hasta, muy de voluntad en mi condición femenina, siendo madre de tres hijos nacidos todos de parto normal, que cualquier mujer bien consciente de la importancia social de las luchas afirmativas de género firmaría con placer ese reportaje, que es un verdadero trabajo de utilidad pública.
Además de mi entusiasmo con la portada, hay mucho que leer de nuevo y estimulante en esta edición. Vale destacar en tecnología, por ejemplo, el reportaje de la editora asistente, Dinorah Ereno sobre los efectos cicatrizantes y regeneradores de tejidos lesionados de una proteína encontrada en el veneno de la urutu. Estamos, por lo tanto, ante la promesa de nuevos medicamentos basados en venenos de cobras brasileñas.
Y, en las humanidades, llamo la atención para el reportaje del editor Carlos Haag sobre los análisis más sociológicos de la explosión de violencia que afectó São Paulo a mediados del mes de mayo y que tuvo su momento más dramático el lunes, 15. Fue una crisis de gran amplitud, como observó uno de sus analistas, y que por la forma como expandió el terror entre policiales y otros agentes públicos, y para la población en general, tiene un carácter inédito.
Buena lectura y buenas reflexiones.
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