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RECONOCIMIENTO

La misión de pensar el futuro de la ciencia

Antropólogo que coordina un proyecto financiado por la FAPESP es nombrado para integrar un consejo asesor del gobierno estadounidense

Marcia Minillo Emilio Moran: un estudioso de la ocupación humana en la AmazoniaMarcia Minillo

Publicado en noviembre de 2016

El antropólogo Emilio Moran, a cargo de una São Paulo Excellence Chair FAPESP en la Universidad de Campinas (Unicamp), y coordinador de un proyecto referente a los impactos de la construcción de la central hidroeléctrica de Belo Monte, ambos en Brasil, fue designado por el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, para integrar el Consejo Nacional de Ciencias (NSB, por sus siglas en inglés). Este consejo define las estrategias de la Fundación Nacional para la Ciencia (NSF, por sus siglas en inglés), la principal agencia de fomento de la investigación científica básica de Estados Unidos, asociándolas con las políticas delineadas por los poderes Ejecutivo y Legislativo de ese país, y delibera al respecto de la concesión de financiamientos destinados a grandes proyectos de investigación. El NSB está integrado por 25 miembros que son científicos de primera línea y algunos representantes de las industrias con trabajos enfocados en la innovación, se reúne cinco veces por año y funciona como un ente consultivo del gobierno y del Congreso de Estados Unidos en temas relacionados con la ciencia, la tecnología y la educación.

El mandato de Moran en el NSB tiene una duración de seis años. “El consejo procura asegurarse de que las inversiones en ciencia y tecnología que realiza la Fundación Nacional para la Ciencia se destinen a hacer investigación de calidad, que atienda las necesidades del país. La participación en esas decisiones constituye una gran responsabilidad”, dice el investigador, docente de la Michigan State University (MSU) y pionero en los estudios que combinan las ciencias naturales y sociales para entender las interacciones entre el hombre y el medio ambiente. Para Rachel Croson, directora del College of Social Science de dicha universidad, la experiencia multidisciplinaria de Moran es singular y puede serle bastante útil al consejo. “Estamos orgullosos por su nombramiento”, dijo.

NSB public domain images Una reunión del Consejo Nacional de Ciencias en 2015 con la directora de la Fundación Nacional para la Ciencia, France CórdovaNSB public domain images

Además de Moran, el presidente Obama nombró a otros tres científicos como integrantes del NSB. Uno de ellos es el rector de la Universidad de Florida, W. Kent Fuchs, con una vasta experiencia en gestión universitaria: entre 2002 y 2014, fue director del Colegio de Ingeniería de la Universidad Cornell y vicerrector de dicha institución, además de haber coordinado la creación de un nuevo campus de ésta, destinado al área tecnológica, con sede en la ciudad de Nueva York. En tanto, Victor McCrary, vicerrector de la Morgan State University, en Maryland, fue ejecutivo del Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins, en la cual administró inversiones por un monto superior a los 60 millones de dólares en proyectos de seguridad y defensa. Y Julia Phillips es directora emérita del Laboratorio Nacional de Sandia, donde, en carácter de vicepresidente, fue responsable del desarrollo de la política de protección de la propiedad intelectual de dicha institución. Otros tres miembros del consejo fueron nombrados para un nuevo mandato de seis años. El físico Arthur Bienenstock, profesor emérito de la Universidad de Stanford, quien coordinó iniciativas del consejo tendientes reducir las tareas administrativas que pesan sobre los investigadores financiados por la NSF. W. Carl Linenberger, docente de química de la Universidad de Colorado, y Anneila Sargent, docente de astronomía del Instituto de Tecnología de California, cobraron relieve en la supervisión de programas de la agencia.

Recomendaciones a largo plazo
El Consejo Nacional de Ciencias se ha consolidado como un foro de discusión de las directrices y el futuro de la NSF, y formula recomendaciones a largo plazo destinadas al gobierno y al Congreso de Estados Unidos. Si bien participa en las decisiones de la agencia, no interfiere directamente en el día a día de su administración, que se encuentra a cargo del director de la NSF, puesto que actualmente ocupa la astrofísica France Cordova, quien posee un escaño en el consejo. Algunos de los aportes del NSB se divulgan en informes tales como los que muestran cada dos años los indicadores de ciencia e ingeniería en Estados Unidos o los que abordan temas específicos: en el más reciente de éstos, se discutieron los desafíos con miras a mejorar la formación de los profesionales de la ciencia, la tecnología, las ingenierías y las matemáticas.

NSB public domain images El premio Vannevar Bush del consejo otorgado a líderes de la ciencia de Estados UnidosNSB public domain images

El consejo se plantea pensar la ciencia como política de Estado, no de gobierno, una propuesta que se fue delineando en el transcurso del tiempo. El presidente designa a sus miembros, pero su mandato de seis años no está supeditado al calendario político del país. La idea de crear un organismo integrado por personas ligadas a la ciencia para brindar apoyo a la NSF se remonta a la segunda mitad de la década de 1940, pero su aceptación se logró no sin alguna renuencia. Uno de los responsables de ese formato fue el ingeniero Vannevar Bush, en ese entonces jefe del U.S. Office of Scientific Research and Development. En 1945, Bush redactó un documento histórico, intitulado Science, the endless frontier (Ciencia, la frontera sin fin), en el cual defendía la importancia de la ciencia básica para el futuro de Estados Unidos y la necesidad de que el gobierno financiara el trabajo de los investigadores de las universidades y la educación de los futuros científicos. Esta tarea, de acuerdo con su propuesta, quedaría a cargo de una agencia dirigida por un consejo integrado por nueve miembros, gente del ambiente científico sin nexos con el gobierno, a los efectos de evitar interferencias políticas en sus decisiones.

Si bien ese documento se elaboró a pedido de la Casa Blanca, el entonces presidente Harry Truman tenía otras ideas para esa agencia. En lugar de un consejo, prefería que su administración estuviera a cargo de un director nombrado por la Casa Blanca. Vannevar Bush se alió a un senador, Warren Magnuson, quien presentó un proyecto en el cual propuso la creación de la agencia de investigación básica controlada por el consejo integrado por nueve miembros. La ley se aprobó en 1947, pero Truman la vetó. Bush, con el apoyo de sectores de la comunidad científica, siguió defendiendo su idea, y la solución a ese impasse llegó en 1950, con la aprobación de una ley que, tal como quería Truman, le daba al presidente el poder de nombrar al director de la agencia pero, a su vez, y tal como pretendía Bush, creaba un consejo de gobernanza compuesto por 25 miembros, integrado obligatoriamente por científicos, ingenieros y educadores, aunque eso sí, todos ellos serían nombrados por la Casa Blanca. Los miembros del consejo tendrían la primacía en la elección de quien ocuparía la presidencia del NSB: su actual ocupante es Maria Zuber, vicepresidenta de investigación del Massachusetts Institute of Technology.

Lalo De ALMEIDA/ FOLHA PRESS Calle de la localidad de Altamira por donde circulan los trabajadores de la construcción de la central hidroeléctrica de Belo Monte: análisis de los impactos sociales de esta gran obraLalo De ALMEIDA/ FOLHA PRESS

En algunas circunstancias, el consejo tuvo que elevar su voz: cuando el presidente John Kennedy propuso disminuir la cantidad de consejeros de 25 a 12, por ejemplo –y terminó cambiando de idea–, o cuando el presidente Richard Nixon congeló el presupuesto de la NSF y condicionó el nombramiento de un nuevo director de la agencia en 1971 al apoyo del nominado, el químico Franklin Long, de la Universidad Cornell, a su programa de mísiles antibalísticos. Long rechazó la propuesta. En la década de 1980, el consejo cumplió un papel importante en la reformulación del sistema de revisión por pares de la NSF, frente a evidencias de que las recomendaciones de los evaluadores habían sido ignoradas por el staff de la agencia en un proyecto de educación que causó problemas políticos. El NSB también fue decisivo a partir de los años 1990, al reforzar las inversiones de la NSF en la investigación en medio ambiente, educación científica y matemática, y más recientemente, en nanociencia.

En ese ambiente actuará Moran, un cubano naturalizado estadounidense. Una de sus áreas de interés es Brasil, en particular la Amazonia. En el Núcleo de Estudios Ambientales (Nepam) de la Unicamp, Moran coordina un equipo de investigadores de diversas áreas y distintas instituciones que se dedica al estudio de los impactos sociales y ambientales de la construcción de la central hidroeléctrica de Belo Monte, en la cuenca del río Xingú, cerca del municipio de Altamira, en el estado de Pará. Dicho proyecto de investigación cuenta con financiación de la FAPESP y está vinculado al São Paulo Excellence Chair (Spec), una modalidad creada por la Fundación para entablar colaboraciones entre instituciones del estado de São Paulo e investigadores de alto nivel radicados en el exterior. Moran visita Brasil varias veces anualmente. Dicta clases y dirige a alumnos del doctorado en medio ambiente y sociedad de la Unicamp, y realiza trabajos de campo en Altamira.

Graduado en literatura española en la Spring Hill College, hizo su maestría en historia de América Latina y su doctorado en antropología social en la Universidad de Florida. La mayor parte de su trayectoria transcurrió en la Universidad de Indiana hasta su jubilación en 2012. Allí mantuvo una larga colaboración con la politóloga Elinor Ostrom (1933-2012). Ganadora del Nobel de Economía en 2009, esta investigadora cuestionó el concepto de “tragedia de los comunes”, según el cual los intereses individuales se sobreponen a un objetivo colectivo, lo cual resulta en una destrucción de los bienes públicos y de los recursos naturales. Ostrom sostuvo que, en la práctica, los intereses aislados de ciertos grupos pueden ser más benéficos para la economía y el medio ambiente que una intervención del Estado o del propio mercado.

La Transamazónica
En la década de 1970, Moran siguió de cerca el nacimiento de la ocupación humana a lo largo de la carretera Transamazonica, en lo que constituyó el tema de su investigación doctoral. De acuerdo con la socióloga Lucia da Costa Ferreira, docente de la Unicamp e investigadora del Nepam, el carácter innovador del abordaje de Moran radica en que se vale de un conjunto amplio de datos provenientes de entrevistas, de información de detección remota y de estudios demográficos para entender el rol que cumplen diversos personajes en la ocupación de la selva. “En su trabajo entiende ese proceso como un sistema complejo, que implica alianzas e interacciones entre múltiples actores, y escapa de la dicotomía tradicional que opone la figura del emprendedor inescrupuloso, responsable de la destrucción de la selva, a la de una comunidad de excluidos”, afirma Da Costa Ferreira, integrante del proyecto sobre Belo Monte. En estudios anteriores, explica la investigadora, Moran demostró que existen procesos microsociológicos que interfieren en las alteraciones estructurales de la selva. “Constató, por ejemplo, que también la agricultura familiar cumplía un papel en el desmonte de la Amazonia. Y con base en datos demográficos y de teledetección, puso en evidencia que una variable de este fenómeno era la composición familiar. Agricultores con más hijos varones se beneficiaban con esa fuerza de trabajo y terminaban generando más deforestación que los agricultores con hijas”, ejemplifica.

En la investigación que lleva adelante en Altamira, Moran y su equipo estudian el impacto de la construcción de la central hidroeléctrica sobre diversas poblaciones. Elaboraron un cuestionario y empezaron el trabajo entrevistando a los antiguos habitantes de la ciudad. “Ya está listo casi todo el estudio de datos del proyecto. Falta nomás un asentamiento rural, porque aún no ha sido construido”, explica Moran. El proyecto apunta a comprender mejor las consecuencias de obras como la de Belo Monte, tales como el incremento de la incidencia de enfermedades infecciosas, las consecuencias sanitarias y de abastecimiento generadas por el rápido crecimiento demográfico y los cambios en la oferta de mano de obra, para generar políticas tendientes a operar con tales desafíos.

Proyecto
Los procesos sociales y ambientales que genera la construcción de la central hidroeléctrica de Belo Monte, en Altamira, estado de Pará (nº 2012/51465-0); Modalidad Programa São Paulo Excellence Chairs (Spec); Investigador responsable Emilio Federico Moran (Michigan State University y Núcleo de Investigaciones Ambientales de la Unicamp); Inversión R$ 772.919,97.

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