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Sonidos e ideologías

Política y samba

El género músical constituyó un importante instrumento de la conciencia negra durante la década de 1970

Niels Andreas / FolhapressLejos de lo exótico, una marcha del movimento negro en RíoNiels Andreas / Folhapress

Una música puede cambiarlo todo: puede provocar un movimiento o una revolución. O constituirse en emblema al ser portadora de un contenido inédito en sus versos. Eso fue lo que sucedió en 1970, cuando el compositor carioca Candeia (1935-1978) dio a conocer el tema Dia de graça, samba en cuyos versos aparecía una frase emblema: “Negro, despierta, ya es hora de despertar/ no niegues tu raza/ Y haz de cada mañana un día de gracia”. “Nunca en toda historia del samba y quizá la de la música popular brasileña, una exhortación explícita a la acción orientada exclusivamente a los negros se había inmiscuido así en versos de canciones”, sostiene Dmitri Cerboncini Fernandes, docente del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Federal de Juiz de Fora (UFJF) y coordinador de la investigación intitulada Color samba: música popular y movimiento negro, a cargo de los profesores Sergio Miceli, de la Universidad de São Paulo (USP), y Gustavo Ferreira, de la Universidad Federal Fluminense (UFF), que cuenta con el apoyo del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq). Este proyecto es un despliegue del posdoctorado de Cerboncini, Color samba: música popular y movimiento negro, apoyado por la FAPESP. Ese verso llamó tanto la atención del investigador que lo llevó a estudiar la biografía del autor. Y en el camino, se encontró con un movimiento sumamente activo en la década de 1970, que involucró a otros sambistas comprometidos con las cuestiones de la negritud, tales como Paulinho da Viola y Nei Lopes, como así también textos de estas figuras que, de una manera u otra, “reescribían” la historia del samba como legado de la cultura africana en Brasil.

Hasta ese entonces, el samba había sido descrito por cronistas, críticos y expertos como un emblema nacional, una síntesis de los aportes de las tres razas en la formación brasileña, un legado del constructo de la democracia racial que imperaba desde la década de 1930. “Luego de la actuación de estos sambistas, ese panorama empezó a cambiar”. Surgieron versos en alabanza a la africanidad y a la inclusión de instrumentos musicales ligados a las religiones afro-brasileñas, además de un acercamiento inédito a los países de África por parte de los sambistas. Y un panorama muy diverso irrumpió entonces. “Simultáneamente se daba el resurgimiento del movimiento negro, por primera vez en un tono afirmativo, que apreciaba la identidad negro-africana-brasileña y su cultura. Creo que ésos son los indicios más fuertes que apuntan hacia un nuevo ‘caldo’ naciente en ese período, que mezcla el surgimiento de una intelectualidad negra consciente, políticamente activa, agrupada contra la dictadura militar y que pasaba a vislumbrar en el samba uno de los principales legados negros que debían defenderse y valorarse”, sostiene el investigador.

Arquivo / Agência O GloboEl sambista Candeia, uno de los principales representantes del movimientoArquivo / Agência O Globo

Auténtico
Entre las conclusiones de la investigación, el profesor descubrió la existencia de una representación surgida en los años 1970, la cual le confirió al samba “auténtico” una nueva identidad, la de constituirse en legado de la cultura afro-brasileña, compitiendo con la identidad “nacional”. “Tal constructo fue establecido por un agrupamiento de sambistas, periodistas e intelectuales comprometidos en las cuestiones latentes del período, tales como la supuesta descaracterización del Carnaval y la comercialización desenfrenada y empobrecedora del samba, por ejemplo”, explica.

Al mismo tiempo, el movimiento negro regresaba con fuerza de un largo período de desaparición forzada, “y esto propició el encuentro de idearios formulados por artistas e intelectuales afines, delineando un espacio de intercambio entre ellos”.

Fernandes añade que la lógica atinente a la actividad musical popular vinculó así a las dinámicas externas a ella, en este caso, la de uno de los movimientos sociales florecientes, “resultando en una especie de samba que participaba en la afirmación de la identidad negra en diversos ámbitos y, en contrapartida, en un movimiento negro que utilizaba al samba y a los sambistas como ejemplos máximos de la expresividad de la cultura negra”. El investigador destaca que no se trata de afirmar que las cuestiones raciales no eran tratadas antes en los versos de las canciones de samba, sino que las canciones que se referían a estos temas se pautaban ora por denuncias vacías, ora por el humor –generalmente asentado sobre las bases del racismo cordial–, ora por motivos variados. “No obstante, lo que interesa subrayar es que esos versos nunca enaltecían la vinculación del negro al samba como su exclusivo productor, creador o cultor, hecho éste que recién irrumpió en la década de 1970.”

folhapress - Arquivo / AEA la izquierda, Paulinho da Viola, en 1974; al lado, Martinho da Vila, en 1977folhapress - Arquivo / AE

Según él, resulta difícil precisar de qué manera, en el seno de un amplio frente formado contra el enemigo común, la dictadura militar, una amalgama que reunía a activistas de izquierda, periodistas, intelectuales y artistas, pertenecientes a diversas tendencias, propiciaría el surgimiento de un grupo particular de sambistas cuestionadores de aquel orden, cuyas actividades cobraron relieve debido al sesgo politizado impreso en diversas instancias, sobre todo en sus obras musicales y literarias. “Cada sambista poseía una trayectoria distinta y había diversos canales que interfirieron en la formación de aquella figuración. Paulinho da Viola, Candeia y Martinho da Vila poseían gran cercanía con periodistas, académicos, artistas e intelectuales pertenecientes a los cuadros del Partido Comunista Brasileño (PCB), como en los casos de Sérgio Cabral y Lena Frias, lo que facilitaba la difusión de sus declaraciones, la realización de entrevistas y el estado público que tomaban sus embestidas, artísticas o no, en los medios de comunicación en que esas figuras trabajaban”. Otros como Nei Lopes, tenían una formación política que tendía al trotskismo, en razón de los contactos entablados durante el período en que éste cursó la facultad de derecho. “Una posición que era, en teoría, más afín con la de los líderes del movimiento negro renaciente.”

Estos sambistas comprometidos, afirma el investigador, eran relativamente “ilustrados”. Es decir que, al contrario de la imagen que solía tenerse de los antiguos sambistas, éstos tenían un buen nivel de educación. Candeia pasó en primer lugar en un concurso público de la policía civil, Paulinho da Viola era empleado en la burocracia bancaria, Nei Lopes era egresado de la Universidad de Brasil (actual UFRJ) y Martinho da Vila era sargento del Ejército. “El medio artístico en ese ínterin se estaba politizando sobremanera, lo que indefectiblemente terminaba por expresarse en sus obras artísticas, habida cuenta de que esta cuestión formaba parte de sus vivencias más caras e inmediatas”. En este contexto, Muniz Sodré tuvo una especial importancia, pese a no ser sambista, sino un académico preocupado con las cuestiones ligadas al samba. En 1979, publicó el libro O dono do corpo (Codecri), pionero de la historia del samba impregnado de radicalismo y que dejaba de lado definitivamente la visión hasta entonces imperante de que el samba era “nacional”, es decir, producto de las tres razas formadoras de la nación.

Acervo UH / FolhapressSambistas cariocas se presentan en visita a un periódicoAcervo UH / Folhapress

Colectivo
No había, según explica Fernandes, un pensamiento colectivo, un movimiento consciente de esos artistas. “Lo que sucedió parecía más bien una confluencia de innumerables factores no planificados, una especie de conjunción de diversas resoluciones y tensiones simultáneas que comprendían elementos de índole política, artística, intelectual y económica, entre otras”. Por mencionar un ejemplo, la afinidad que brotó entre los ideales del movimiento negro en el marco de la apertura política parcial durante la dictadura militar con respecto a los sambistas y demás intelectuales y periodistas comprometidos con el arte popular no puede considerarse algo antes visto.

Cerboncini echa luz sobre un período que cuenta con pocos estudios académicos, un tiempo de gran fuerza musical y comercial del género. “Los desencuentros de opinión reflejan la falta de una mayor reflexión académica acerca de qué habría sucedido entonces. Entre aquello que se puede afirmar con seguridad, se sabe que Martinho da Vila y Clara Nunes figuraban entre los mayores vendedores de la década, acompañados por Paulinho da Viola y Beth Carvalho, también en gran fase. Cartola, Adoniran Barbosa y Nelson Cavaquinho lanzaron sus primeros LPs durante esa década, más allá de que se encontraban desde hacía muchos años en la ruta. A excepción de las obras de Candeia, Elton Medeiros y Nei Lopes, había también otros sambistas que no eran bien vistos por la crítica de manera general, tales los casos de Benito di Paula y Luiz Ayrão, que arrebataban grandes cifras en las ventas de discos”, analiza el profesor. Entre las actividades políticas que apoyaban al samba, añade, había iniciativas exitosas como las de Hermínio Bello de Carvalho y Sérgio Cabral en la Funarte.

La investigación posee nexos con un proyecto temático coordinado por Miceli y financiado por la FAPESP, intitulado La formación del campo intelectual y de la industria cultural en el Brasil contemporáneo, del cual Fernandes también forma parte. En ese caso, existen dos vertientes de investigación que apuntan a cruzarse: una más bien volcada al análisis de la “alta” cultura y de la intelectualidad, y la otra ligada más a los elementos “masificados”, por decirlo de algún modo. Miceli participa en el estudio del samba como investigador sénior. “Lo que más me interesó en el trabajo de Dmitri fue el esfuerzo por restituir una historia social de los sambistas fuera de los parámetros hagiográficos usuales, y también el esfuerzo por cualificar los aspectos musicales en el trabajo creativo de sucesivas generaciones”, sostiene Miceli. “Para entender la consagración de esta institución, incluso ante el mercado fonográfico, es necesario entender de qué modo incorporó un determinado pasado. Y además, cómo reinventó ese pasado y, al mismo tiempo, lo actualizó, con la movilización de una inteligencia estética que iba mucho más allá de la música popular en sí misma”, analiza el profesor Marcos Napolitano, del Departamento de Historia Social (FFLCH-USP), quien fue supervisor del posdoctorado de Fernandes.

“La música popular brasileña no sucedió únicamente como un conjunto de eventos históricos, sino también como un relato de esos eventos, perpetuado por la memoria y por la historia, que articuló y rearticuló eventos como si fuesen la expresión de ‘tiempos fuertes’ y ‘tiempos débiles’ de la historia. Es la expresión de una síncopa de ideas que dan ritmo y fluidez con el paso del tiempo, construyendo un enredo vivo, abierto e imprevisible, sujeto a revisiones ideológicas, reevaluaciones estéticas y nuevas configuraciones del pasado y el futuro”, evalúa Napolitano. A su vez, el profesor destaca dos aspectos en la investigación de Fernandes: “Resulta fundamental ese análisis sociológico y histórico del proceso de construcción intelectual de un discurso sobre el samba que valora sus ‘raíces africanas’. Este discurso, como así también las expresiones musicales ligadas al mismo, procuró desvincular el samba de la expresión de una ‘brasileñidad mestiza’”, afirma. El investigador igualmente elogia el análisis que destacó las conexiones entre cultura y política. “En este caso, el rol de la izquierda (comunista y trotskista) en la valoración de un samba negro y africano.”

El Proyecto
Color samba: música popular y movimiento negro (nº 2010/19900-3); Modalidad Posdoctorado; Co­or­dinador Marcos Napolitano – USP; Inversión R$ 42.705,69

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