La revista británica The Economist publicó en diciembre pasado fragmentos de un artículo escrito por un programa de inteligencia artificial que había sido alimentado con reportajes del semanario. El resultado mostró el poder y las limitaciones del aprendizaje de máquinas: el texto imitaba el estilo de escritura de los periodistas y hablaba de temas frecuentemente cubiertos por la revista, utilzando frases gramaticalmente correctas, pero que no tenían sentido.
Los algoritmos por detrás de los programas todavía no son capaces de escribir este editorial, pero esas secuencias de reglas y procedimientos lógicos, aplicadas a un conjunto de datos, llevan a la solución de problemas cada vez más variados: desde el camino hacia casa con menos tránsito, pasando por la recomendación de temas musicales y películas, hasta la compra y venta de acciones en la bolsa y el control de existencias, el mantenimiento y la logística de plantas industriales.
El reportaje de portada de esta edición (página 18) cuenta cómo se crean los algoritmos y muestra algunas de sus aplicaciones presentes y futuras. Su omnipresencia se debe a la facilidad de recolectar y almacenar grandes cantidades de información (macrodatos), procesada por computadoras cada vez más rápidas.
Los chips, o circuitos integrados, son los elementos básicos de prácticamente todos los aparatos electrónicos, incluidas las computadoras. En un mundo cada vez más dependiente de esos equipamientos, la integración de la industria mundial de fabricación de chips constituye un paso importante para el desarrollo de artefactos y soluciones innovadoras. A partir del anuncio de la estadounidense Qualcomm de instalar en Brasil una fábrica para producir un chipset, o serie de chips, el reportero Yuri Vasconcelos elabora un amplio retrato (página 70) de los intentos brasileños de ingresar a ese segmento industrial.
Movilización Empresarial por la Innovación (MEI) nació para elevar la importancia de la innovación en las estrategias de las empresas industriales. Es un foro organizado por la Confederación Nacional de la Industria (CNI) de Brasil que llega a sus 10 años con una agenda tendiente a fortalecer los esfuerzos para incorporar la innovación en el cotidiano de las empresas. Su actuación, objeto del reportaje que empieza en la página 39, procura influir sobre las políticas públicas y sobre el ambiente institucional, así como compartir experiencias de éxito que permitan acelerar la adopción de estrategias de innovación.
MEI congrega el liderazgo empresarial del sector industrial, en tanto que las elites brasileñas son el objeto de investigación de la socióloga política Elisa Reis. La posición institucional es la clave de su concepto de elite: está formada por personas que controlan recursos materiales y simbólicos, ocupando altos cargos con capacidad de influenciar o tomar decisiones importantes. En entrevista (página 26), la investigadora se refiere su principal objeto de investigación: entender, a menudo por medio de estudios comparativos con otros países, cómo la elite brasileña se relaciona con la pobreza y la desigualdad.
Doctora por el MIT en una época en la cual la institución contaba con pocas mujeres y extranjeros, Reis es activa en organizaciones científicas internacionales. En vísperas de jubilarse, pretende mantener la investigación y la docencia –“un momento en que me siento constantemente desafiada es cuando doy clases”– y sostiene que la producción de conocimiento es un esfuerzo colectivo. Reconoce el anhelo de originalidad, pero considera que esta tendencia contribuye para una fragmentación excesiva, que dificulta la consolidación y la generalización de resultados: “El trabajo en equipo es fundamental para la investigación académica”.
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