El título ya informa a qué llega este libro. ¿Qué es lo que lleva a que a un análisis sobre la arquitectura de los cementerios se lo llame “ciudades de los vivos”? Solamente un trabajo de campo capaz de llevar a su investigador a tesis jamás antes imaginadas, contrariando incluso su hipótesis inicial. Fue precisamente eso lo que ocurrió con el arquitecto Renato Cymbalista, que publicó al final del año pasado Cidades dos Vivos [Lasciudades de los vivos] (Annablume, 208 págs., R$ 35), contando para eso con un auxilio a la publicación de la FAPESP. Es una versión en libro de una tesis defendida en 2001 en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de São Paulo (FAU/USP).
Interesado inicialmente en identificar en los cementerios del interior paulista lenguajes populares de los albañiles y maestros de obra comprometidos en la construcción de las tumbas, Cymbalista tuvo que revisar sus convicciones al descubrir que dichos albañiles difícilmente imprimían un sesgo personal o una idea original a sus obras. En cambio, solían atender los pedidos de las familias, que muchas veces tomaban sus decisiones orientadas por un paseo a través del cementerio, capaz de suministrarles ideas para el diseño de la tumba de un ser querido – ideas en general extraídas de tumbas de familias pudientes o prominentes de la ciudad.
“Empecé entonces a ver al cementerio como un sitio donde los ricos y los pobres, los blancos y los negros, y así sucesivamente, se encuentran en constante interfaz, incluso desde el punto de vista de la arquitectura. Si no ahondase en tales cuestiones, no sería posible dar continuidad al estudio”, dice el investigador. El abordaje histórico se volvió imprescindible para comprender mejor la aparente hegemonía de las formas y modelos de las elites. Al incorporar las dimensiones históricas, se hace comprensible que las elites tengan un control tan grande del espacio y de los estilos arquitectónicos de los cementerios, pues la propia idea de un cementerio periférico, segregado del espacio urbano, y que establece un mundo de los muertos independiente y estancado con relación al mundo de los vivos, es una construcción de la elite, empeñada en aquel tiempo en “civilizar” y europeizar el espacio de las ciudades, creando así una teatralidad burguesa en la ciudad, en la cual el cementerio era la pieza fundamental.
El cementerio municipal público, al mismo tiempo que modificaría la relación entre los vivos y los muertos – separándolos definitivamente -, crearía en principio un espacio común para los muertos provenientes de todas los estratos sociales. Esto en un momento de gran ascensión por parte de una determinada parcela de la sociedad, que resultó en una gran jerarquización de los cementerios. En este sentido, según Cymbalista concluye a partir de su tesis, la oligarquía cafetera paulista supo aprovechar muy bien los espacios dedicados a sus muertos para expresar su papel dominante en el cuerpo social. “La elite caficultora aprovechó también el espacio de los cementerios para transmitir su mensaje de elite educada, civilizadora”, dice.
“Lo que se ve en las sepulturas de los sectores populares es en parte una relectura de los códigos elitizados, con el uso de materiales que imitan al mármol, por ejemplo, al margen de las formas, similares a las usadas por la elite”, comenta Cymbalista. Tumbas en granito marrón, torres y obeliscos, y las cruces utilizadas en forma análoga, con la presencia de flores, son algunos de los elementos que aproximan el discurso arquitectónico popular al elitista.
También se nota una cierta evolución en el transcurso del tiempo, que tiende a la horizontalización; eso si se observan las tumbas desde el final del siglo XIX hasta los años 70 del siglo XX.Pero no todo es hegemonía de las elites en los cementerios. El proyecto de las elites paulistas en el sentido de separar el mundo de los vivos del de los muertos tuvo éxito sólo hasta cierto punto. Sorprendentemente, Cymbalista se deparó con ritos de increíble permanencia en el tiempo, que rechazan la separación comportada entre ambos mundos, como los del candomblé y umbanda, los de las promesas y otras manifestaciones populares, en las que los vivos evocan a los muertos, y viceversa; que sobrevivieron muy bien al paso del tiempo, pese a todo el esfuerzo burgués por rechazarlos.
En tal sentido, el esfuerzo urbanístico de delimitación de las áreas de los muertos parece haber sido inútil. “Me sorprendí mucho al percibir que el carácter popular que había buscado inicialmente en la arquitectura terminó apareciendo en esas manifestaciones religiosas, que nada tienen que ver con las construcciones o lenguajes arquitectónicos”, resalta Cymbalista. La investigación del arquitecto se basó en una amplia documentación de naturaleza diversificada, acorde con la necesidad de análisis.
Lo que comenzó como un extenso registro fotográfico – dos mil imágenes de tumbas, de las cuales 250 se reproducen en el libro – se transformó en un trabajo también fundamentado en la documentación escrita de registros públicos y privados, al margen del basamento en una extensa bibliografía. Si bien Cymbalista no encontró al arquitecto popular que buscaba en los cementerios paulistas, ciertamente descubrió cuánto de sus vidas pone la gente en los espacios de sus muertos, con lo que los cementerios muestran ser también un espacio urbano reflejo de las huellas sociales de quienes los construyen. Más que esperar a los vivos, en este caso les cabe a los muertos tolerarlos.
El proyecto
Cidades dos Vivos [Las ciudades de los vivos] (nº 02/02879-5); Modalidad Auxilio a la publicación; Coordinadora Ana Lucia Duarte Lanna – Facultad de Arquitectura y Urbanismo/USP; Financiamiento R$ 2.500,00