Un centro de salud de la provincia de Shandong, en China oriental, denominado Primer Hospital Popular de Jining, fue el epicentro de un escándalo de mala conducta científica a finales de 2021. Una investigación interna llevó a aplicar sanciones a 35 investigadores de diferentes departamentos de la institución, en su mayoría jóvenes médicos, que publicaron estudios con datos e imágenes adulterados producidos por fábricas de artículos científicos, servicios ilegales que producen papers por encargo. A los autores se les prohibió obtener financiación para sus proyectos por períodos que van de cinco a seis años. El episodio se hizo público en medio de un gran esfuerzo del gobierno chino para combatir las conductas reñidas con la ética que han proliferado en los últimos años en el ámbito académico.
De hecho, el caso del hospital no era un ejemplo aislado en el país, tal como mostraba un artículo publicado en febrero en la revista Nature que incluía un listado de las instituciones científicas de todo el mundo con mayor proporción de artículos retractados, es decir, que fueron declarados inválidos tras su publicación por contener errores o indicios de plagio o fraude. Entre los 10 centros que tuvieron el mayor porcentaje de papers cancelados en relación con el total de su producción científica, siete eran hospitales o facultades de medicina chinas. El Primer Hospital Popular de Jining figura en el primer puesto de la lista, con más de 100 retractaciones entre 2014 y 2024, lo que equivale al 5 % del total de los trabajos publicados por sus investigadores en este período. Los siguen de cerca instituciones tales como el Hospital Central de Cangzhou, en la provincia de Hebei, el Hospital Huaihe de la Universidad de Henan, en la provincia de Henan, y el Hospital Popular de Weifang, en la provincia de Shandong, cada institución con alrededor de un 4 % de su producción anulada.
La compra de artículos fraudulentos se ha convertido en una práctica habitual en hospitales y facultades de medicina chinas como una estrategia para cumplir con los ambiciosos objetivos fijados para la promoción profesional de médicos y docentes: la intensa competencia entre investigadores y la laxa supervisión de las instituciones ayudan a entender el fenómeno. “Los científicos estaban bajo presión porque estaban obligados a publicar artículos para conseguir empleo o aspirar a un ascenso”, dijo a la revista Nature la microbióloga Elisabeth Bik, una de las primeras expertas en fraudes científicos en señalar el problema al analizar casos de manipulación de imágenes.
La revista recopiló los datos sobre las instituciones con más artículos retractados utilizando tres herramientas diferentes creadas por empresas de Estados Unidos y el Reino Unido: Argos, de la compañía Scitility; Signals, de Research Signals, y Dimensions Author Check, de la firma Digital Science. Aunque no siempre generan los mismos resultados debido a las diferencias en sus metodologías, las tres basan sus análisis en información de la base de datos del sitio web Retraction Watch, que reúne registros de más de 57.000 retractaciones en todo el mundo.
El país más destacado en el estudio es China. Seis de cada 10 artículos retractados entre 2014 y 2024 tenían autores de instituciones chinas y el 0,3 % de la producción del país en el período fue cancelado, el triple del promedio a nivel mundial. Cuando se analiza la cifra absoluta de artículos invalidados, hay grandes instituciones que se destacan, entre ellas las universidades Jilin, en Changchun, provincia de Jilin (484 papers en 10 años, según la herramienta Signals), y Jiao Tong de Shanghái, conocida por elaborar un reputado ranking internacional de universidades (con 306 retractaciones en Signals).
Sin embargo, también se destacaron otros países, tales como Arabia Saudita, la India, Irak, Etiopía y Pakistán. Los investigadores de la Universidad Rey Saúd, en Riad, Arabia Saudita, sufrieron 322 retractaciones entre 2020 y 2024, según Signals. En 2022 se registró un pico de 94 artículos invalidados, en su mayoría debido a manipulaciones en la revisión por pares o por encontrarse vínculos con fábricas de artículos: muchos contenían imágenes adulteradas y en algunos casos se habían añadido nombres a sus listas de autores durante el proceso de evaluación, un proceder atribuido a la comercialización de autoría. También en Arabia Saudita, la Universidad Rey Abdulaziz, en Yeda, registró 195 retractaciones en los primeros cuatro años de esta década. La institución llamó la atención por un episodio ocurrido en su Facultad de Farmacia: 20 artículos firmados por el prorrector de Investigación de la unidad, Nabil Alhakamy, fueron cancelados por copiar imágenes y contenido de trabajos anteriores del propio autor.
Las universidades sauditas protagonizaron un desliz ético que no dio lugar a retractaciones: la supresión de investigadores afiliados a ellas de la lista de científicos altamente citados publicada por la empresa Clarivate Analytics. Algunas universidades del país pagaban a científicos con alta productividad académica de diversas nacionalidades para que dijeran que su principal lugar de trabajo era Arabia Saudita, cuando en realidad solo pasaban algunas semanas al año allí. Este ardid les garantizaba a las instituciones un mejor desempeño en los rankings internacionales de universidades.
Instituciones de la India, como la Universidad Saveetha, en Chennai, y el Instituto SRM de Ciencia y Tecnología, en Kattankulathur, también sobresalieron por la cantidad de artículos cancelados en los últimos tiempos, entre 2020 y 2024, con 168 y 199 retractaciones respectivamente. En parte, en el caso de Saveetha, se referían a comunicaciones breves (short communications), manuscritos con no más de 3.000 palabras utilizados para difundir rápidamente una idea o las conclusiones de un trabajo científico: tan solo en la revista Neurosurgical Review, 87 textos presentados por autores de la institución india fueron invalidados ante la evidencia de que habían sido redactados por programas de inteligencia artificial como ChatGPT. Otra universidad de la India, el Instituto KPR de Ingeniería y Tecnología, en Coimbatore, sufrió más de 100 retractaciones vinculadas a la decisión de una editorial ‒IOP Publishing‒ de anular de un plumazo 350 artículos de dos tomos de anales de congresos cuya revisión por pares estaba viciada.
El artículo de Nature sugiere cautela a la hora de analizar las clasificaciones y advierte que la exposición de instituciones con muchas retractaciones puede ser producto del afán de gobiernos, universidades, revistas y ciertas áreas del conocimiento por investigar los casos de mala conducta: donde no ha habido tanta voluntad de investigar posibles infracciones, quizá es porque simplemente no han salido a la luz. Algunas instituciones y disciplinas con bajos índices de retractación pueden haber alcanzado este desempeño porque evitaron investigar sus problemas, dijo Guillaume Cabanac, científico de la computación de la Universidad de Toulouse, en Francia, creador de herramientas para detectar artículos problemáticos.
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