Desde que el antiguo boletín Noticias FAPESP se transformó en Pesquisa FAPESP, en octubre de 1999, aún no habíamos encontrado una oportunidad para transformar en objeto de la nota de tapa de la revista un caso exitoso de una pequeña empresa, basado en sus actividades de investigación y desarrollo (I&D). Fueron muchos, es verdad, los buenos resultados de los proyectos apoyados por la FAPESP, en el marco del Programa de Innovación Tecnológica en Pequeñas Empresas (PIPE), presentados en la sección Tecnología. Pero a lo largo de las 20 ediciones anteriores, otros temas acabaron imponiéndose como tema de la portada. Y aunque los criterios para elegir cuál es el tema que merece la tapa parezcan siempre obvios para cualquier editor, se trata de una elección que de hecho no es siempre fácil.
Sin embargo, las dudas no prosperaron en esta edición. Teníamos un reportaje con una fascinante investigación mostrando qué fuerzas actúan en los movimientos del cuerpo humano e indicando incluso la forma ideal de pegarle a la pelota de tenis. Teníamos otro reportaje importante sobre el próximo lanzamiento del primer libro contemporáneo sobre la flora fanerogámica del estado de São Paulo, que reúne informaciones sobre casi 500 especies de gramináceas autóctonas u originarias de otros países. En otras ocasiones, serían posibilidades de capa, pero no en esta oportunidad: el caso de AsGa se impuso porque es, como mínimo, paradigmático del potencial de un sector – el de las pequeñas empresas -, que el sentido común, por lo menos en Brasil, no siempre asocia a la capacidad de innovar y producir tecnología de punta. Esta pequeña empresa de Paulínia, a 15 minutos de la Unicamp, fabricante de multiplexadores y modems ópticos, consiguió incrementar su facturación de 16,5 millones de reales en 1999 a 31,5 millones de reales en 2000 y, finalmente, a los esperados 100 millones de reales de este año. Está obteniendo esa marca impresionante, con certeza, gracias a su visión estratégica, su capacidad emprendedora e, incluso, por la saludable obstinación de sus creadores, pero también y quizás principalmente por su determinación indeclinable de invertir en IeD, y por el apoyo financiero que para ello obtuvieron – en este caso, apoyo del PIPE, que habiendo sido lanzado en 1997, financia actualmente 165 proyectos de innovación en pequeñas empresas, de las cuales muchas pueden repetir el éxito comercial de AsGa.
Cabe detenerse un poco sobre este ejemplo de AsGa en un momento en que el país se apresta a discutir, bajo los auspicios del Ministerio de Ciencia y Tecnología y de la Academia Brasileña de Ciencias, una política de ciencia, tecnología e innovación (CTeI) para los próximos diez años. Durante las conferencias regionales preparatorias para ese debate nacional, entre los múltiples diagnósticos sobre el sector, se mostró exhaustivamente que uno de los más serios problemas de CT&I en el país es su escasa capacidad de transformar el conocimiento en riqueza, por una razón fundamental: es muy baja aún la participación de las empresas en las inversiones totales del sector: alrededor de un 30%. Por distorsiones de la cultura empresarial brasileña, porque faltan mecanismos suficientes de apoyo a la inversión en I&D, por dificultades coyunturales que obstaculizan las inversiones de retorno a largo plazo y alto riesgo, sea por lo que sea, lo que el ejemplo de AsGa indica es que, con los apoyos adecuados, existen posibilidades de crear un ambiente emprendedor nuevo en Brasil, fundado sobre la nítida comprensión de que el conocimiento es la gran fuente de riqueza en las sociedades contemporáneas.
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