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Ciencia

BIG, la gran conferencia

Relatos de personalidades y proyectos de peso marcan ese evento internacional

Invitados de Europa, Estados Unidos, África, América Latina y Australia eran las grandes estrellas del evento, pero fueron los brasileños los que dieron las buenas noticias durante la BIG Conference, sigla de Brazilian International Genome Conference, reunida del 26 al 29 de marzo en el balneario del estado de Río de Janeiro de Angra dos Reis.

Fue anunciado el proyecto de secuenciamiento parcial del parásito Schistosoma mansoni, causante de la esquistosomosis, y apuntada por primera vez la región genética donde se escondería el mecanismo biológico que permite el ataque a los naranjos por parte de dos bacterias diferentes, Xylella fastidiosa y Xanthomonas citri. La BIG fue organizada por la FAPESP, el Instituto Ludwig de Investigación sobre el Cáncer y el Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq), y contó con el apoyo de la revista británica Nature.

Con más de 500 inscritos y 50 disertantes, la conferencia sirvió también para presentar a la elite de la genómica la Red Nacional de Secuenciamiento del Proyecto Genoma Brasileño. Lanzada en diciembre por el CNPq, la iniciativa abarca a 25 laboratorios de biología molecular del país, que secuenciarán el genoma de la Chromobacterium violaceum, una bacteria importante para las áreas ambiental, industrial y de salud pública. Su mapeamiento genético fue propuesto por Tânia Beatriz Creczynscki-Pasa, de la Universidad Federal de Santa Catarina (UFSC).

En la apertura del evento, el director científico de la FAPESP, José Fernando Perez, anunció el proyecto del Schistosoma mansoni, que será desarrollado por laboratorios de la Universidad de São Paulo (USP), de la Universidad Estadual de Campinas (Unicamp) y del Instituto Ludwig, con el apoyo de los institutos Butantan y Adolfo Lutz. Presupuestado en 850 mil dólares y previsto para realizarse en 12 meses, el proyecto usará el método Orestes, desarrollado en la filial brasileña del Ludwig para generar informaciones sobre las regiones codificadoras (que dan origen a las proteínas) del genoma. La meta es producir 120 mil ESTs (etiquetas de secuencias expresas) a partir del ADN del parásito.

“Vamos a estudiar los estadios del ciclo de vida del parásito para intentar entender su biología. Nuestro objetivo final es desarrollar nuevas formas de tratamiento o una vacuna contra la esquistosomosis”, dijo Sergio Verjovski-Almeida, del Instituto de Química de la USP, coordinador del proyecto. La esquistosomosis, que causa lesiones en el hígado, hemorragias y la llamada barriga d’água, afecta a 10 millones de brasileños, sobre todo en el nordeste y centro-oeste, donde es endémica, y más de 200 millones de habitantes de zonas tropicales del planeta.

Durante los primeros dos días y parte del tercero, las discusiones giraron en torno al genoma humano. Hubo presentaciones de bioinformática, el aparato metodológico-computacional involucrado en el montaje de los fragmentos secuenciados de ADN y en la búsqueda, vía software, de los genes contenidos en el código genético de cualquier organismo. En ese área, se destacó la conferencia de Walter Gilbert, de la Universidad de Harvard, que ganó el Premio Nobel de Química de 1980 por el desarrollo de una de las primeras técnicas de secuenciamiento rápido de nucleótidos (pares de bases), el llamado método químico, usado entre mediados de las décadas del 70 y 80.

Suscitó gran interés la alocución de Gene Myers, de Celera, empresa estadounidense de biotecnología que produjo una versión privada del genoma humano y es el gran rival del secuenciamiento realizado por el consorcio público. Éste último estaba representado por Tim Hubbard, jefe del Grupo de Análisis del Genoma Humano del Sanger Centre, el brazo británico de la iniciativa. En tanto, John Quackenbush, del The Institute for Genomic Research (TIGR), de Estados Unidos, un investigador de estilo directo, hizo reír a la platea al tratar un tema árido, el uso de microarrays para analizar áreas expresadas del genoma en ciertas condiciones. Y Winston Hide, del South African National Bioinformatics Institute (Sanbi ), se manifestó “excitado al hablar ante una platea del Hemisferio Sur”.

Robert Strausberg, del Instituto Nacional de Cáncer de EE.UU., comentó las investigaciones genómicas en su área. El francés Charles Auffray, del Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS), mostró los trabajos de su institución con genes humanos expresados en el cerebro y en los músculos. El suizo Kurt Wuthrich, del Instituto Tecnológico de Zurich (ETH), habló sobre el prión, una forma de proteína que provoca la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob en el cerebro humano, disturbio degenerativo raro y fatal, semejante a la encefalopatía espongiforme bovina o mal de la vaca loca. “Estamos procurando entender la estructura de esa proteína y ver qué es lo que hace”, afirmó Wuthrich. La genética de plantas ocupó el final del tercer día.

En los genomas bacterianos, que quedaron para el final, la investigación brasileña se destacó. Además de la finalización del secuenciamento de la bacteria Xanthomonas citri, causante del chancro cítrico, y de la formación de la red nacional para descifrar el ADN de la Chromobacterium, se anunció el estudio comparativo del material genético de seis bacterias, presentado por Marie-Anne van Sluys, del Instituto de Biociencias de la USP. Teniendo la configuración general del genoma de la Xylella fastidiosa que ataca los viñedos de California, cuyo secuenciamiento, realizado en laboratorios paulistas, está prácticamente concluido, ella confrontó esos datos con los de tres variantes de dicha bacteria -de los cítricos, del almendro y del oleandro- y con los de dos cepas de la Xanthomonas, la citri (de los naranjos) y la campestris (de otros cultivos).

Según las primeras conclusiones, existe una región de unos 25 mil pares de bases solo presente en los genomas de las bacterias especializadas en cítricos. “Esa región es candidata a un estudio más detallado: pode contener informaciones importantes para entender cómo ocurren las infecciones”, afirmó la investigadora de la USP. La clausura se enmarcó en ese clima de buenas perspectivas para la genómica nacional: la BIG Conference podría realizarse el año que viene nuevamente. “El evento fue un éxito”, resumió Andrew Simpson, del Instituto Ludwig y mentor de la conferencia.

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