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Biotecnología

Brasil a la cabeza

La publicación del genoma de la Agrobacterium fortalece a la bioinformática nacional

La partida fue difícil. Con la retaguardia cubierta por el Laboratorio de Bioinformática (LBI) de la Universidad Estadual de Campinas (Unicamp), la Universidad de Washington concluyó el secuenciamiento del genoma de una de las bacterias más utilizadas en la producción de plantas transgénicas, la Agrobacterium tumefaciens. El artículo científico con los resultados salió en la edición del 14 de diciembre de la revista Science, sucedido por otro, suscrito por investigadores de la empresa Cereon Genomics, subsidiaria de Monsanto, con otra versión del mismo genoma.

Science le dio la portada al secuenciamiento del linaje C58 de la A. tumefaciens, que de acuerdo con un artículo comentado en la propia revista, le dará un nuevo impulso a las investigaciones en biotecnología. La Agrobacterium exhibe una capacidad natural de transferir parte de su ADN a las plantas, cuyo genoma pasa a expresar los genes recibidos. En alrededor de 600 especies de plantas, entre ellas rosales y vides, la bacteria causa la agalla de corona, un tipo de cáncer vegetal. El crecimiento desordenado de las células origina agallas (tumores) en la unión del tronco con la raíz (corona) o en la propia raíz.

El conocimiento de la estructura del ADN (ácido desoxirribonucleico, que contiene el código genético) del microorganismo elucidará su mecanismo de acción, explotado desde los años 80 para la inserción de material genético en cultivos agrícolas. “No pensábamos que fuera a salir en Science, porque los datos ya habían sido divulgados para el GenBank”, dice João Paulo Kitajima, uno de los coordinadores del LBI, ligado a la red ONSA (Organización para el Análisis y el Secuenciamiento de Nucleótidos), creada por la FAPESP.

João Carlos Setúbal, otro coordinador del LBI, trabajó durante un año y medio como profesor visitante en la Universidad de Washington, cerca de los biólogos encargados del mapeo de la Agrobacterium. Los bioinformáticos paulistas efectuaron la parte más sofisticada del trabajo: la anotación del genoma (la interpretación de los datos y la identificación de los genes), al margen de estructurar el banco de datos del proyecto, que se encuentra disponible en un sitio mantenido por la Unicamp. Participó también un investigador de la Universidad Federal de Mato Grosso do Sul: Nalvo Almeida Jr., quien comparó el genoma de la Agrobacterium con el de otras bacterias.

Trabajando separadamente, el equipo de la Universidad de Washington, compuesto también por miembros de la empresa DuPont y de Cereon, juntamente con la Universidad de Richmond y el Hiram College, llegaron a resultados similares. El genoma del microorganismo tiene cerca de 5,6 millones de pares de bases y algo más de 5 mil genes (5.419 para el grupo de Washington y 5.299para el de Cereon). El material genético está contenido en dos cromosomas, uno circular y otro lineal, y en dos pedazos menores de ADN: los plásmidos.

En el artículo publicado en Science, el equipo de Washington destaca que la A. tumefaciens tendría un ancestro común con la Sinorhizobium meliloti, una bacteria que también vive en el suelo, pero no causa enfermedades: el cromosoma circular de ambas es bastante parecido. El desafío ahora es entender cómo se diferenciaron a lo largo de la evolución. Los investigadores de Cereon descubrieron que la Agrobacterium no dispone de aquellos genes normalmente utilizados por otros organismos para infectar al hospedador – un indicio de que la bacteria debe usar otras partes del ADN en esa tarea.

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