Cada año, los programas de posgrado de todo Brasil reciben a miles de postulantes a los cursos de maestría y doctorado. Con vacantes en diversas áreas del conocimiento, los interesados en seguir adelante en su carrera académica son sometidos a procesos selectivos que incluyen análisis de currículos y proyectos de investigación, evaluaciones de idoneidad en lengua extranjera y entrevistas realizadas por evaluadores para, entre otros aspectos, intentar detectar la capacidad de los postulantes para concluir el posgrado dentro de los plazos preestablecidos.
Muchos alumnos llegan a esta etapa de la vida académica poco familiarizados con los métodos de investigación y con la estructura de la lógica científica. Otros presentan dificultades para reflexionar sobre la propia área e identificar los ítems relevantes que podrían abordar en un proyecto de investigación. Según la socióloga y experta en educación superior Elizabeth Balbachevsky, de la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas de la Universidad de São Paulo (FFLCH-USP), “los estudiantes del área de humanidades tienden a egresar de la carrera de grado sin la capacitación necesaria como para estructurar en forma crítica un proyecto para el área”.
A su juicio, eso tiene que ver, en parte, con el hecho de que pocas carreras de grado, en humanidades, ofrecen en su plan de estudios asignaturas orientadas a la metodología del trabajo científico. Balbachevsky explica que, en Brasil, en algunas áreas del conocimiento se acordó trasladar esa etapa de la formación académica a la maestría. “En las ciencias humanísticas, esa modalidad de investigación se transformó en una etapa preparatoria esencial, por medio de la cual los estudiantes aprenden a estructurar y desarrollar una investigación científica”, dice.
Para despertar la vocación científica y motivar a los estudiantes, la politóloga Renata Mirandola Bichir, de la Escuela de Artes, Ciencias y Humanidades (EACH), de la USP, explica que, en su unidad, los docentes han incentivado a los interesados en seguir la carrera científica a apostar al desarrollo de trabajos de iniciación científica durante la carrera de grado. Ella hace hincapié en que esa etapa del aprendizaje científico está contribuyendo para que los alumnos adquieran experiencia en investigación.
Uno de los resultados muestra que en la EACH-USP cada vez es más frecuente que los alumnos desdoblen sus investigaciones de iniciación en proyectos de maestría y de doctorado. “Notamos que ellos acceden al posgrado con más madurez científica y conscientes de sus elecciones de estudio”, dice Bichir. Esta práctica también es común en el ámbito de las ciencias biológicas, según explica la bióloga Lúcia Lohmann, del Instituto de Biociencias de la USP. “Con frecuencia, nuestros estudiantes apelan a la iniciación científica para desarrollar un proyecto que más tarde podrán seguir profundizando en una investigación de maestría o doctorado”.
Lohmann añade que los estudiantes deben tener libertad para invertir en sus propias ideas, siempre que las mismas se ajusten a la línea de investigación de sus supervisores. Eso es fundamental para no quedar al margen en los grupos de investigación. “Todo laboratorio debe tener un nexo que conecte todos los trabajos en desarrollo”, sostiene. “Por eso, resulta imperativo que los estudiantes utilicen el período de iniciación científica para realizar pasantías en laboratorios, interiorizarse de las líneas de investigación que llevan adelante sus profesores y analizar cómo pueden conectarse sus proyectos con el resto de los trabajos en curso”.
La física Renata Zukanovich Funchal, del Instituto de Física de la USP, explica que, en el caso de las ciencias exactas, los proyectos de investigación de los alumnos de posgrado suelen ser propuestos por los supervisores. “salvo raras excepciones, la capacitación obtenida durante la carrera de grado no les permite a los estudiantes contar con el conocimiento suficiente para formular un proyecto de investigación de alto nivel”, dice.
Para el químico Elson Longo, del Centro de Ciencias Exactas y de Tecnología de la Universidad Federal de São Carlos (UFSCar), la tendencia es que los estudiantes se sumen a proyectos mayores y desarrollen parte de la investigación coordinada por el investigador principal. “Esto sucede porque los estudios en el área de las ciencias exactas dependen de una amplia infraestructura científica que demanda mucho dinero para poder mantenerla”, informa. “No hay margen para el desperdicio de recursos, tal es así que muchos investigadores sénior solo dirigen a alumnos dispuestos a trabajar en proyectos que colaboren directamente para el avance de las investigaciones principales”.
Frente a eso, los expertos son unánimes en recomendarles a los alumnos que comiencen a prepararse durante la carrera de grado. “Es fundamental que aprovechen ese período para conocer su área de actividades y, en el momento oportuno, decidir si realmente quieren hacer el posgrado y seguir la carrera de investigador”, resalta Zukanovich. Según Balbachevsky, “por medio de la iniciación científica es posible conocer e ingresar a grandes laboratorios, interactuar con otros investigadores, adquirir experiencia, conocimientos y familiarizarse con las técnicas que más adelante podrían resultar útiles para la investigación de posgrado”, explica.
“Ese aprendizaje podría marcar la diferencia en el proceso selectivo del posgrado”, subraya Bichir. Lohmann también recuerda que los estudiantes con experiencia de investigación, trabajos publicados y participación en eventos científicos tienen más posibilidades de conseguir financiación para sus proyectos en el posgrado.
Los beneficios de la capacitación científica también pueden ser útiles para aquellos que no pretenden seguir la carrera científica. Esto es así porque muchas de las habilidades y competencias desarrolladas en la iniciación científica y en el posgrado son valoradas en el mercado laboral no académico. Ese es el caso del pensamiento crítico, de las capacidades de liderazgo y para el trabajo en equipo, de análisis y resolución de problemas complejos, de administrar proyectos y el tiempo. Un estudio publicado en 2017 en la revista The National Bureau of Economic Research constató, por ejemplo, que la productividad de bienes o servicios tiende a ser mayor en aquellos establecimientos industriales con una mayor proporción de científicos e ingenieros con capacitación en investigación científica, y que eso colabora para generar más beneficios para todos los que trabajan en esas empresas.
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