Los productores de comedias que usan grabaciones de risotadas para hacer al público reír probablemente no lo saben, pero con esa artimaña estimulan regiones de la corteza premotora cerebral y contagian a los espectadores. El mecanismo fue develado por un grupo de neurocientíficos británicos, que expuso voluntarios a sonidos evocando emociones positivas – con memoraciones o risotadas – o negativas – gritos o el barullo de vómito. Medida por resonancia magnética, la actividad del área del cerebro que también conduce a movimientos faciales fue más intensa en respuesta a sonidos positivos. Publicados en la revista Journal of Neuroscience del 13 de diciembre, los resultados indican la participación de un mecanismo neurológico auditivo-motor en las relaciones sociales.
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