El reportaje de tapa de la presente edición revela una instancia poco común del quehacer científico: el surgimiento de una nueva disciplina. Biólogos y geólogos que estudian la formación de la Selva Amazónica y del Bosque Atlántico dieron inicio a una nueva forma de cooperación que extrapoló la multidisciplinariedad. Para poder avanzar en las investigaciones, los dos grupos de científicos de sectores tan disímiles se percataron de que necesitaban algo más que meras informaciones dispersas acerca de temas que no dominan: necesitaban profundizar unos en el campo de los otros y trabajar juntos desde las primeras indagaciones de un proyecto en común. La unión de esas especialidades para el estudio de los bosques derivó en lo que desde 2014 viene siendo denominado como geogenómica, una nueva área de estudios integrados situada entre la biología y la geología (página 16).
Una sola especialidad no resulta suficiente para explicar la complejidad de la Amazonia o del Bosque Atlántico. Para descubrir cómo se formó la biodiversidad de las grandes extensiones selváticas se necesita estudiar tanto a la flora como a los cursos de agua, las montañas y el subsuelo. Los ríos constituyen barreras naturales para la movilidad de los organismos, pero no siempre estuvieron en el lugar donde actualmente se encuentran, debido a que las regiones sufren transformaciones significativas cuando se tiene en cuenta la escala geológica, que consta de millones de años. Nuevas dataciones de minerales, por ejemplo, pueden alterar la manera de determinar la evolución de la flora y de la fauna. También existen trabajos en los cuales los paleoclimatólogos utilizan datos genómicos para poner a prueba hipótesis formuladas por geólogos.
Un impulso relevante para el nuevo campo de estudios provino de la colaboración entre los programas Biota-FAPESP y Dimensions of Biodiversity, de la National Science Foundation (NSF) estadounidense. Desde 2012, ambas agencias patrocinan proyectos de biodiversidad en los cuales el trabajo mancomunado de grandes grupos de investigadores de especialidades distintas permite analizar enormes cantidades de información recabada. En vista del entusiasmo que han demostrado tanto los participantes locales como los de Estados Unidos, no tardarán en surgir nuevos resultados.
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Cuando en la sociedad se suscita una urgencia sobre problemas de salud, invariablemente se convoca a los científicos para buscar soluciones. La emergencia del virus del Zika en Brasil y sus graves consecuencias movilizan a una gran cantidad de investigadores y laboratorios médicos en todo el mundo. Esa movilidad se detecta por la cantidad de artículos científicos publicados. Entre 1952 y 2015, Pubmed, la base de papers del área biomédica, registró 218 trabajos sobre el virus. Ahora, sólo durante los tres primeros meses de 2016, hubo 307. Todavía no hay soluciones a la vista, aunque empezar a comprender el problema en un período tan corto de tiempo constituye de por sí un avance. El reportaje de la página 48 presenta algunos trabajos que están demostrando que el virus del Zika es efectivamente el causante de la microcefalia.
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La entrevista de la antropóloga Eunice Durham registra un enfoque de la universidad y de la pedagogía poco frecuente entre académicos de cualquier área (página 22). Con una vasta experiencia como docente, investigadora y administradora de organismos ligados a la enseñanza superior, Durhan aboga por un sistema educativo diverso y flexible. Y dice que en la enseñanza básica hay escasa capacidad pedagógica y es casi nula la valoración del mérito, ya que no se evalúa a los docentes. Vale la pena conocer sus opiniones.
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