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música

Con la púa de punta

La búsqueda obsesiva de un guitarrista por sonoridades y climas olvidados después de la revolución digital en la música

Dependencias del estudio Bunker, enfocado en las grabaciones de vinilos

JOÃO MARCOS ROSADependencias del estudio Bunker, enfocado en las grabaciones de vinilos JOÃO MARCOS ROSA

Hace cinco años, el guitarrista Anderson Guerra, un veterano del circuito artístico de Minas Gerais, decidió lanzar un disco con músicas guardadas. Guerra hace hincapié en que no rechaza el modelo de producción digital, hoy ampliamente utilizado en el mercado a causa de su rapidez y eficiencia, pero que él eligió un trayecto más antiguo y laborioso.

Al optar por las metodologías del proceso analógico, viejo responsable de la producción de discos de vinilo y cintas en casete, Guerra desistió una serie de beneficios. Las ventajas de los nuevos sistemas digitales incluyen la eliminación de errores, la afinación de todas las voces y el sincopado de las grabaciones realizadas en lugares distantes. Actualmente, con la ayuda de software, el registro de una canción puede mezclar el sonido de una guitarra ejecutada en Rusia con un teclado tocado en Estados Unidos.

El proceso digital transforma todo en gráficos, la música se convierte en un gráfico en la pantalla de una computadora, y eso posibilita recortar, juntar, pulir cualquier arista. “Todo lo erróneo se quita. No tengo nada en contra de ese proceso, pero hay un exceso de resultados esterilizados”, critica Guerra. “Era eso lo que deseaba evitar: quería humanizar el proceso y mostrar una sonoridad derivada de ello”.

Ecualizadores, reverberadores y otros equipos antiguos

ANDERSON GUERRAEcualizadores, reverberadores y otros equipos antiguosANDERSON GUERRA

Había que pagar un precio, y él sabía que era el tiempo y la dedicación. Una nota errada, en los años que precedieron a la revolución digital, generalmente implicaba que la banda debía reiniciar la sesión desde el principio. Y, si se repetía un error grave en la edición, todos tenían que volver al estudio otra vez. Guerra partió en busca precisamente de ese clima, que se había perdido con la revolución tecnológica.

A mitad de camino, sin embargo, se le presentó otra dificultad: ese tipo de producción había desaparecido del mapa en Brasil. “Encontré varios estudios híbridos [que ofrecen la opción de grabar mediante el proceso analógico y digital], pero incluso en ellos, creo que uno puede tentarse de utilizar una u otra herramienta digital para resolver algún problema específico. Es muy difícil evitarlo”. Para garantizar una experiencia pura, el músico decidió entonces montar su propio estudio.

Finalmente en este otoño, más de cinco años después, está lanzando el disco Mercúrio758, con la participación de otros siete músicos. También inauguró oficialmente las salas de Bunker, que posiblemente sea el único modelo de estudio totalmente analógico del país. Bunker está dedicado a la grabación de discos de vinilo y se ubica en los alrededores de Belo Horizonte, en una zona rodeada de bosques, en la misma propiedad donde vive Guerra.

En medio de su investigación hubo una búsqueda del tesoro. El montaje de un estudio siguiendo los parámetros de mediados del siglo XX obligó al músico a buscar objetos concretos, y muchos de ellos ya no se fabrican. “Hurgué por todas partes, compré varias chatarras. Conseguí equipos que la gente ya no quería”.

El disco Mercúrio758, de reciente lanzamiento, con temas compuestos por el guitarrista Anderson Guerra

JOÃO MARCOS ROSAEl disco Mercúrio758, de reciente lanzamiento, con temas compuestos por el guitarrista Anderson Guerra JOÃO MARCOS ROSA

Buena parte del conjunto, prosigue, vino del extinto estudio que poseía Philips, que estaba en Río de Janeiro. “Chico Buarque, Elis Regina, Raul Seixas, fueron algunos de los que grabaron allí, casi la totalidad de la MPB [Música Popular Brasileña] pasó por ahí”, comenta. “Cuando Polygram adquirió Philips, ellos vendieron todo el equipamiento como chatarra. Yo lo encontré con un amigo mío. Hice tres viajes en camioneta para trasladar todo a Minas Gerais”.

Algunas de las piezas las hallé con facilidad, otras no. “El micrófono Telefunken (fabricado en Alemania) es una rareza: la última partida se fabricó hacia el fin de la Segunda Guerra Mundial. Encontré uno y lo envié a Estados Unidos, para restaurarlo. Los Beatles grabaron toda su discografía con ese modelo, y Frank Sinatra vivía diciendo ‘dónde está mi tele’. Es una pieza con características live-like, que capta un sonido amplio y particular. Yo diría que suena mejor que lo real”.

El disco Mercúrio758 se grabó en medio de esa búsqueda, en 2011, y fue prensado en vinilo por la empresa Polysom, la única fábrica de discos de vinilo en América Latina, dice el músico.

El guitarrista Anderson Guerra

JOÃO MARCOS ROSAEl guitarrista Anderson Guerra JOÃO MARCOS ROSA

A su juicio, el álbum Chet Baker sings, grabado por el cantor y trompetista estadounidense en los años 1950, “fue cuando lo analógico alcanzó su apogeo”. Ese disco, dice Guerra, “si se hubiera grabado ahora, con las posibilidades del universo digital, no tendría algunas de las características que lo hacen tan especial”, argumenta.

El rescate de los sonidos del mundo analógico, prosigue, ha sentado las bases de un nuevo mercado en EE.UU. y en Europa. “De algunos años hacia aquí se ha producido un boom”, dice.

En Brasil, ese retorno recién se inicia. “La gente que se dedicaba al mantenimiento de los equipos que compré ya no se dedican a eso. Ahora venden seguros”, ironiza el músico. “Me di cuenta que voy a tener que meter mano. Empecé a investigar. Con gran esfuerzo he logrado reparar equipos”. Puede que suene un poco romántico, concede Guerra. Pero su búsqueda, de hecho, intenta rescatar cierta sonoridad.

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