DAVID SANTOS DE FREITAS“En la chacra de mi abuela los monos invaden el gallinero para robar huevos. Expertos en primates escucharon durante mucho tiempo relatos como ése y los ignoraron como si fuesen leyendas. Sucede que sabían muy bien que esos monos comen únicamente plantas. Pero ahora todo eso ha cambiado. El equipo del primatólogo Júlio César Bicca-Marques, de la Pontificia Universidad Católica de Río Grande do Sul (PUCRS), demostró que los monos aulladores o carayá (Alouatta caraya) efectivamente roban huevos de nidos o de gallineros para complementar su dieta cuando las hojas y los frutos disponibles no bastan para saciar el apetito. Sin embargo, la escasez de su plato favorito no es el único problema que afrontan estos primates en el sur de Brasil: la fiebre amarilla ha cobrado víctimas entre ellos, que a su vez e injustamente se los acusa de ser los responsables de propagar la enfermedad.
Las sospechas en cuanto a los platos poco ortodoxos de estos monos surgieron hace 20 años. Mientras hacía su investigación de maestría en la región de Alegrete, en el oeste del estado sureño, los primatólogos Bicca-Marques y Cláudia Calegaro-Marques escucharon los relatos del dueño de la propiedad y miraron de reojo el interés de los monos al examinar los nidos en los árboles. Los primates del género Alouatta son los más estudiados en la naturaleza entre los monos de las Américas. Durante las últimas décadas, grupos de investigación de varios países pasaron en total más de 50 mil horas observando monos aulladores desde México hasta Argentina. Aun con todo ese tiempo de observación, nadie hasta ahora había registrado una dieta que no fuese de un vegetarianismo radical. Prefieren comer frutos maduros y hojas tiernas, explica el primatólogo.
Pero en la zona rural gaúcha, poblada desde hace mucho tiempo por gente que se dedica a la agricultura y a la ganadería, los conjuntos de árboles frutales y eucaliptos tomaron el lugar de los bosques autóctonos. Sin los montes de galería, aquéllos que acompañan a los ríos y producen la mayor parte de los frutos y hojas que componen el menú de los aulladores, éstos se ven obligados a improvisar. Así es como Bicca-Marques justifica la dieta alternativa de los carayáes sureños. Para corroborar la hipótesis, ha concentrado el trabajo de sus alumnos en áreas con vegetación alterada. En el naranjal cercano al área en donde con Cláudia trabajaba hace 20 años, Helissandra Prates descubrió que los monos aulladores se deleitan en la época de las naranjas y llegan a comerse las hojas de estos árboles, repletas de un aceite en general poco apreciado por los herbívoros. Helissandra también vio dos monos lamiendo el interior de un nido.
En una propiedad con un bosque dominado por eucaliptos en el municipio de Tupanciretã, más hacia el centro del estado, Carina Muhle vio un carayá comiendo flores y hasta la corteza de estos árboles que tampoco forman parte de la flora natural de la región. En dicha estancia, vio monos invadiendo el gallinero para robar huevos, pese a tener que meterse por una hendija, por arriba de la puerta fechada.
Estas observaciones, publicadas en la edición de octubre del International Journal of Primatology, fueron bien recibidas por los especialistas. Tardamos 20 años para publicar, pero el resultado compensó la espera, celebra el primatólogo, quien ha sido contactado por colegas brasileños y de otros países, interesados en el descubrimiento. Muchos de pares, recién ahora, después de ver el descubrimiento impreso en un artículo científico, empiezan a tomarse e serio los relatos escuchados durante años sobre las invasiones de gallineros por parte de estos monos, y responsabilizándolos por la escasez de aves como las cotorritas de las plazas de las ciudades del interior. De este modo, el trabajo del grupo gaúcho puede catalizar nuevos descubrimientos sobre los hábitos alimentarios en varias especies de alouatta.
El próximo paso consiste en hacer experimentos destinado evaluar el interés de estos monos en los huevos y observar su comportamiento alimentario más detalladamente en diversas regiones.
DAVID SANTOS DE FREITASLos ángeles de la guarda
El hecho de tener que recurrir a una dieta alternativa no es el único problema ni el más grave que los monos aulladores enfrentan por convivir con los seres humanos. Varios centenares de monos murieron en 2008 y 2009 durante un brote de fiebre amarilla silvestre. La fiebre amarilla surgió en África y vino con los buques negreros, comenta Bicca-Marques, por eso los monos del Nuevo Mundo, como es el caso de los aulladores, son sensibles a la enfermedad. La historia más larga de convivencia del ser humano con el virus nos otorga una resistencia mayor. Por eso, según el primatólogo, las personas son las grandes responsables por propagar la enfermedad; y no solamente en el siglo XVI, sino también en la actualidad. Entre el 40% y el 60% de las personas infectadas no tienen síntomas aparentes, pero propagan el virus. Con los monos aulladores es diferente: durante los entre tres y siete días en que la enfermedad hace estragos en sus organismos, quedan postrados e inactivos, y la mayoría muere. Por eso no tienen oportunidad de diseminar el virus.
Los monos aulladores son a decir verdad centinelas que pueden indicar a los organismos de salud pública la necesidad de vacunar a la población humana, afirma Bicca-Marques. Por eso sostiene que proteger a los monos aulladores es también una cuestión de salud pública. De allí surgió la campaña Proteja a su ángel de la guarda, que organizó para impedir que los habitantes de las áreas rurales maten a los monos aulladores por miedo a que propaguen la fiebre amarilla. Esta iniciativa pone en evidencia una relación de doble mano: así como los monos pueden proteger a la gente al anunciar la presencia del virus, la vacunación de las personas constituye a su vez una cuestión de protección de la biodiversidad.
Artículos científicos
BICCA-MARQUES, J. C. et al. Habitat impoverishment and egg predation by Alouatta caraya. International Journal of Primatology. v. 30, n. 5, p. 743-48. oct 2009.
BICCA-MARQUES, J. C. Outbreak of yellow fever affects howler monkeys in southern Brazil. Oryx. v. 43, n. 2, p. 169-175. abr 2009.