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INGENIERÍA FORESTAL

Con madera de caucho

Un estudio muestra la factibilidad del uso del tronco de hevea para producir muebles

ILUSTRACión de NANA LAHOZ COn FOTO DE EDUARDO CESAREl caucho de la siringa sigue siendo imbatible. Está presente en la composición de los neumáticos de los coches y los camiones en una proporción de entre el 16% y el 40%, y hasta del 100% en los de los aviones, además de emplearse en la producción de un variado número de utensilios que van desde los guantes quirúrgicos hasta los preservativos. Reúne niveles de suavidad, flexibilidad, resistencia, impermeabilidad y capacidad de aislamiento eléctrico que no se encuentran en los cauchos sintéticos. La riqueza natural del látex –la materia prima extraída mediante incisiones, conocidas como sangrías, que se efectúan en la corteza del tronco de la siringa, la Hevea brasiliensis– se unirá pronto en Brasil al uso noble de la madera de este árbol en la fabricación de muebles. Un estudio del profesor Francisco José do Nascimento Kronka, del Instituto Forestal, un órgano vinculado a la Secretaría de Medio Ambiente del Estado de São Paulo, demostró la factibilidad técnica y comercial del uso del tronco de hevea cuando la producción de látex disminuye, cosa que sucede pasados unos 35 años desde el momento en que el árbol es plantado. “Esto se está haciendo con éxito en países como Tailandia, Malasia, Indonesia y Vietnam, en el Sudeste Asiático”, dice Kronka. “En 2008, cuando estuve en Vietnam, la meta de exportación de muebles fabricados con madera de hevea era de 4 mil millones de dólares.”

“En Brasil no existe todavía un mercado formado para la madera de siringa, por eso en gran medida se la quema en hornos  y calderas, o se la utilizada en experimentos aislados, como en Mato Grosso, para la confección de zuecos”, dice Heiko Rossmann, director secretario de la Asociación Paulista de Productores y Beneficiadores de Caucho (Apabor). Esta entidad fue una de las cinco instituciones asociadas en el estudio de Kronka, que se extendió durante siete años y contó con financiamiento de la FAPESP por medio de un proyecto del Programa de Investigación en Políticas Públicas. Las otras entidades fueron la Asociación Brasileña de la Industria del Mueble (Abimovel), la Coordinación de Asistencia Técnica Integral (Cati) de la Secretaría de Agricultura y Abastecimiento Estadual, el Servicio de Apoyo a las Micro y Pequeñas Empresas (Sebrae) y el Centro Tecnológico de Formación Profesional de Madera y Muebles de Votuporanga (Cemad) del Servicio Nacional de Aprendizaje Industrial (Senai). En el campo académico, la socia es la Escuela Superior de Agricultura Luiz de Queiroz de la Universidad de São Paulo (Esalq-USP).

Aunque el área energética requiere cada vez más biomasa, la quema de la madera de la hevea, que tiene un color claro, casi blanquecino, y puede pasar por varios tratamientos para exhibir otros colores, constituye una pérdida considerable, porque es un producto noble y que sirve para la fabricación de mesas, sillas, camas y estantes, además de laminados y compensados. “Los ebanistas a los que les mostramos la madera manifestaron su interés en pagar de un 20 a un 30% más que la madera de pino [Pinus sp.,  un árbol de reforestación muy usado en Brasil] puesto que es de mejor calidad”, dice Kronka, quien visitó varias empresas. También llevó la madera a la fábrica de lápices Faber Castell. Se enviaron trozos de troncos de hevea al aserradero de la empresa con sede en la localidad de Prata, Minas Gerais, y una vez procesados fueron a parar a la fábrica de la empresa en São Carlos, interior paulista. “Estudiaron la madera y tuvo buena aceptación para la producción de lápices”, comenta Kronka, también presente con otro estudio en esta misma edición.

EDUARDO CESARDe acuerdo con el estudio del investigador, el pino usado en los lápices y en la industria de muebles experimentará un déficit durante los próximos años, debido al consumo mayor que el actual tamaño de los bosques plantados. El eucalipto, otra madera de reforestación muy usada para la fabricación de muebles, también exhibe una fuerte tendencia de consumo mayor que su producción durante la próxima década. Otro factor importante, que cuenta en lo que hace a la necesidad de madera para la fabricación de muebles, es la disminución de la extracción en selvas autóctonas, ya sea por la reducción de los límites autorizados de uso de estos árboles, por la presión ambientalista o por la gran distancia desde los centros consumidores. “Por eso, no es nada noble quemar hevea”, dice Kronka. Él mismo obtuvo información sobre la compra por 45 reales la tonelada de madera de hevea por parte de una central del interior paulista productora de caña de azúcar y de energía eléctrica con la quema del bagazo de caña y otros restos de la producción agrícola. Mientras tanto, en marzo de este año, el metro cúbico (m3) de madera de siringa en Indonesia, de acuerdo con Apabor, costaba 66 dólares, un valor en baja debido a la crisis económica de 2009. En noviembre de 2008, el precio promedio en ese mismo país llegó a los 230 dólares el m3.

Ante un cuadro tan dispar con relación al mercado mundial, resulta de capital importancia capacitar a los agricultores que plantan hevea también para el aprovechamiento de la madera. “Necesitamos clones [variedades] que se adapten al corte y a los constantes desbastes para corregir el tronco y dejarlo más recto”. Entre las medidas estudiadas por Kronka se encuentra el tratamiento de la madera luego del corte. “Hay que desdoblar la madera (hacer cabrios y tablas) lo más rápido posible y luego darles un baño con fungicida durante cinco minutos para evitar la acción de los hongos que atacan la madera recién cortada”. Después debe hacérsele una inmersión en insecticida y solvente mineral de manera tal de evitar el ataque de los barrenos cuando la madera se seca.

“La madera tiene un valor increíble”, dice el investigador Paulo de Souza Gonçalves, de la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa), quien realiza su trabajo desde 1987 en el Instituto Agronómico (IAC) de Campinas. “La venta de la madera podría pagar la inversión de un nuevo plantío, que cuesta alrededor de 10 mil reales la hectárea”, dice Gonçalves. Para él, el trabajo de Kronka incentivará el uso más noble del tronco de la siringa, la adopción de variedades más productivas y el aumento del área de plantío, principalmente en el estado de São Paulo, que tiene el 55% de la producción nacional, con 67,1 mil toneladas de caucho producidas en 2008. Para Kronka, una ventaja adicional favorece el uso de la madera de la siringa en el estado de São Paulo: “El polo mueblero existente en los municipios de São José do Rio Preto, Votuporanga y Tupã se superpone al principal polo cauchero del estado”.

En 2008, Brasil produjo 123,1 mil toneladas de caucho, el equivalente al 1,2% de la producción mundial liderada por Tailandia, con un 30,8% del total. Dicho país, junto a sus vecinos Malasia, Indonesia y Vietnam, son responsables por el 75,5% de la provisión de caucho en el mundo. Les sigue la India, con un 8,8%, y China, con un 5,6%. En el ámbito del consumo, Brasil necesitó 366 mil toneladas de caucho en 2008, lo que representó un 3,5% del total mundial. China es el mayor consumidor, con un 29%. El déficit brasileño es cubierto con importaciones cuyo monto asciende a 666,4 millones dólares, según datos del investigador Paulo Gonçalves. “Solamente en el estado de São Paulo tenemos 14 millones de hectáreas aptas para el plantío de árboles del caucho”, dice. Son áreas que parten de la región central del estado en dirección hacia el norte, e incluyen a estados productores, como Mato Grosso, Bahía, Espírito Santo y Minas Gerais, además del norte de Paraná, con otras decenas de millones de hectáreas. Los incentivos para incrementar la producción se multiplican. La Apabor lanzó en 2005 una campaña de plantío para llegar a 250 mil nuevas hectáreas en 15 años. “Con la difusión y la inversión de la iniciativa privada, el crecimiento fue de 60 mil hectáreas hasta 2008”, dice Rossmann, de la Apabor. “En la actualidad tenemos alrededor de 90 mil hectáreas plantadas en el estado”, dice. “El gobierno debería prestarle mayor atención al cultivo, por medio de incentivos y financiamiento sin interés durante el período que va del plantío hasta el séptimo año, cuando empieza a hacerse la extracción del látex”, dice Marcelo Tournillon Ramos, presidente de la Cámara Sectorial de la Cadena Productiva del Caucho del Ministerio de Agricultura y director del Instituto Tecnológico del Caucho (Iteb, sigla en portugués), con sede en Río de Janeiro.

FRANCISCO KRONKA/IFPlantación de Hevea brasiliensis en São PauloFRANCISCO KRONKA/IF

Este intento de aumentar la producción nacional resulta casi una ironía histórica, porque la explotación comercial del caucho empezó en Brasil en forma de extracción de las plantas existentes en la Selva Amazónica y representaba a finales del siglo XIX alrededor del 40% de las exportaciones brasileñas. La decadencia empezó con la famosa historia del supuesto robo de unas 70 mil semillas del árbol del caucho llevadas a Inglaterra por el inglés Henry Wickham en 1876. La idea era establecer plantaciones en las colonias inglesas del Sudeste Asiático. Inicialmente, las semillas fueron a parar al Jardín Botánico de Kew, en Londres. Debido a la pérdida del poder germinativo de las semillas, tan sólo un 4% germinó. Las que sobraron dieron unos 1.900 plantines, que fueron llevados al Jardín Botánico de Ceilán, actual Sri Lanka, en ese entonces bajo dominio inglés, y algunos terminaron en Malasia. En los países asiáticos, las plantaciones se afianzaron y la producción de caucho creció en forma industrial, mientras que en Brasil la extracción no lograba dar cuenta de la demanda mundial en ascenso. Se hicieron intentos de plantar árboles del caucho en la Amazonia, pero fueron infructuosos, como en el caso de la Fordlandia (lea en Pesquisa FAPESP n° 158) en razón del mal de las hojas.

Cuando los árboles se densifican uno al lado del otro, el hongo Microcyclus ulei, es devastador, principalmente en la región de origen de la hevea. “En sitios donde el calor y la humedad son relativamente altos, la enfermedad se propaga”, dice Gonçalves. En el hábitat natural de las selvas, las hevea nacen separadas por algunos metros y entre ellas existen otros árboles que no permiten que el hongo prospere y se fortalezca como en las plantaciones. En São Paulo, el hongo que ataca a las hojas nuevas e impide el crecimiento del árbol fue detectado en Ubatuba en 1961, en una plantación del IAC. Pero en las áreas de la región de meseta, ubicadas más al norte del estado, la escasa humedad constituye una barrera contra el hongo. Esta adaptabilidad quedó demostrada en las primeras plantaciones del estado, en 1917, en la hacienda Santa Sofia, municipio de Gavião Peixoto, propiedad del coronel José Procópio de Araújo Ferraz, amigo del mariscal Cândido Rondon, militar y explorador que lideró la integración de la Amazonia por medio del telégrafo, de quien recibió miles de semillas. Veintisiete de éstas germinaron, y en 1942, el IAC adquirió semillas de esos árboles para el plantío en estaciones experimentales de Campinas, Ribeirão Preto y Pindorama.

Se hicieron estudios más profundos recién en 1951, año en que Brasil pasó a importar caucho natural desde Malasia, extraído de árboles descendientes de las semillas que se habían llevado de la Amazonia. El instituto trajo semillas provenientes de Liberia,  África, y luego clones de Malasia. Paulo Gonçalves y Francisco Kronka coinciden en que esta dependencia externa de una planta autóctona no es un problema que deba perdurar para siempre. La soja, originaria de China, tiene enemigos poderosos en ese país, al igual que el girasol de Estados Unidos, cuyo mayor productor es Rusia, y el café de Etiopia, en donde no se lo planta. “Podemos pensar en la caña de azúcar y en la soja, que vinieron de Asia y se las ingeniaron muy bien en Brasil”, dice.

FRANCISCO KRONKA/IFLa genética de la Hevea

Una mejor comprensión genética de la Hevea brasiliensis se sumará a una nueva fase del árbol del caucho en Brasil, con el posible aumento del plantío y la potencial formación de un mercado para la madera en la industria de muebles. La genética de este árbol empezó a develarse en la Universidad Estadual de Campinas (Unicamp), en un trabajo bajo la coordinación de la profesora Anete Pereira de Souza, del Centro de Biología Molecular e Ingeniería Genética. “Son diversos proyectos de ayuda a la investigación y becas financiados por la FAPESP, que resultarán en un genoma funcional de la siringa”, dice Anete. Este estudio ubicará genes de interés para detectar entre los clones de hevea a los más productivos y resistentes, principalmente al hongo Microcyclus ulei, el principal enemigo de las plantaciones. “Pretendemos obtener un mapa con 200 marcadores funcionales asociados a genes responsables de las características económicas”, dice Anete. Uno de los objetivos es localizar microsatélites, que son pequeñas secuencias de ADN que se repiten a lo largo del genoma de un organismo, o alteraciones puntuales de ese ADN (también llamadas de SNP’s, del inglés Single Nucleotide Polymorphism), responsables de la tolerancia al frío, por ejemplo. Un dominio sobre este posible conjunto de genes podría extender el área de plantación de hevea a estados brasileños del sur y hacia otros países de temperaturas más bajas.

La investigación se hará con dos poblaciones llamadas recombinantes, formadas por tres tipos de clones (variedades genéticas) plantados en Brasil. La preparación de estas poblaciones de plantas para el mapeo genético se encuentra a cargo del investigador Paulo de Souza Gonçalves, del IAC, quien estudia clones de siringa desde hace 39 años. Souza Gonçalves ha registrado, junto a sus colegas del instituto, 22 variedades o cultivares, 17 de éstas en 2009, y muchas tuvieron contribuciones en el marco de un proyecto temático financiado por la FAPESP. Gran parte de las plantaciones de hevea del sudeste brasileño está compuesta por un clone malayo introducido en Brasil en 1952: el RRIM 600, del inglés Instituto de Investigación del Caucho de Malasia. Este clon está presente en el 80% del cultivo paulista. Gonçalves, quien no usa el mismo en las poblaciones recombinantes, cree que la situación se acerca a la un plantío monoclonal, “lo que podrá tener consecuencias desastrosas, tales como epidemias de plagas y enfermedades comunes a los monocultivos, en razón de la escasa variabilidad genética de los cauchales. Pese a que estamos lejos de vivenciar tal situación, nos corresponde a los especialistas del área advertirles a los hevicultores acerca de los posibles riesgos de daños”.

Gonçalves dice que Brasil carece de un banco de germoplasma de plantas de hevea que muestre la variedad de plantas encontradas en ambiente natural. Eso casi se concreta hace algunos años. A finales de los años de 1970, productores de caucho de Malasia y de otros centros productores se percataron de la falta de variedades e hicieron un acuerdo a través de la Comisión Internacional para la Investigación y el Desarrollo del Caucho, conocida por sus siglas en inglés de IRRDB, que preveía el intercambio de clones en el mundo y la extracción de nuevos ejemplares en el centro de origen de la planta que pudiesen resultar en nuevos cultivares.

Un banco en Malasia
La expedición de recolección se restringió a Brasil por motivos económicos del IRRDB, como informa el investigador e historiador Warren Dean, de la Universidad de Nueva York, en el libro A luta pela borracha no Brasil [La lucha por el caucho en Brasil]. El gobierno brasileño aceptó, siempre y cuando que se le retribuyese al país con una copia de todo lo que se recolectase. Investigadores brasileños participaron en esa expedición iniciada en 1981. Entre ellos se encontraba Paulo Gonçalves, quien hizo la recolección de plantas y semillas en el estado de Rondônia. “Otros colegas estuvieron en Acre y en Mato Grosso.”

Se recolectaron 64.723 semillas y 1.160 plantines, según Dean. Parte de ese material fue a parar a Malasia y otra parte quedó en Manaos. Se crearon así dos bancos de germoplasma de plantas in vivo (existen bancos de germoplasma de semillas acondicionadas en cámaras frías para su posterior utilización) en donde los investigadores podrían evaluar las calidades agronómicas y productivas de cada espécimen para la producción de nuevas variedades. Brasil posee bancos como ésos de caña de azúcar, café (plantas exóticas, pues no son originarias de ambientes naturales brasileños) y de la autóctona mandioca. Pero la colección brasileña de siringa no prosperó: sucumbió al hongo Microcyclus, fundamentalmente. “A lo mejor si se las hubiera plantado en São Paulo, en la zona donde actualmente es el polo cauchero, las plantas habrían sobrevivido”, dice Gonçalves. Junto a Kronka, del Instituto Florestal, ha visto personalmente, hace poco tiempo, la colección que se encuentra en buenas condiciones en Malasia. Gonçalves ha oído algunas veces la sugerencia de parte varios investigadores y profesionales del área para traer, acuerdo amigable con Malasia mediante, una copia del banco de germoplasma de dicho país para su instalación en Brasil. “Se me cae la cara de vergüenza de tener que repatriar nuestras plantas”, dice, refutando esa idea. Pero él montó un banco de germoplasma en el IAC, que aún es pequeño y está formado básicamente por cultivares plantados en Brasil, que incluye clones producidos en el exterior y ninguno de una planta originalmente extraída de la Amazonia. Es una colección que se mostró útil para la elaboración de nuevos cultivares y para las poblaciones que tomarán parte en el trabajo genómico de Anete.

Los proyectos
1.
Disponibilidad de madera de siringa (Hevea brasiliensis) como materia prima para la confección de muebles en el estado de São Paulo (nº 03/06440-0); Modalidad Programa Políticas Públicas; Coordinador Francisco José do Nascimento Kronka – Instituto Florestal; Inversión R$ 225.499,30 (FAPESP)
2. Construcción de un mapa genético-molecular con microsatélites y mapeo de loci ligados a la tolerancia al frío y otras características de importancia económica en siringas (nº 07/50562-4); Modalidad Ayuda Regular a Proyecto de Investigación; Coordinadora Anete Pereira de Souza – Unicamp; Inversión R$ 186.230,32 y US$28.525,32 (FAPESP)
3. Obtención de población recombinante para mapeo de características de importancia económica en siringa [Hevea brasiliensis (Willd. ex Adr. de Juss.) Muell.-Arg.] (nº 07/52922-8); Modalidad Ayuda Regular a Proyecto de Investigación; Coordinador Paulo de Souza Gonçalves – IAC; Inversión R$ 109.040,88 y US$ 8.654,00 (FAPESP)
4. Mejoramiento genético de la siringa (Hevea spp.) para el estado de São Paulo (nº 96/01268-0); Modalidad Proyecto Temático; Coordinador Paulo de Souza Gonçalves – IAC; Inversión R$ 423.372,60 (FAPESP)

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